El juez que paró El Algarrobico habla por primera vez: “Es un brindis al sol decir todo el rato que se va a demoler”

“Los empleos no pueden justificar un atropello al medio ambiente”, sostiene el magistrado Jesús Rivera, quien cree que sin el auto que dictó hace 19 años el hotel hoy “estaría abierto y a pleno rendimiento”

El magistrado Jesús Rivera, a mediados de febrero en la Real Chancillería de Granada, sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.Fermín Rodríguez (Fermin Rodriguez)

Hay protagonistas de una historia a los que cuesta décadas convencer de que acepten una entrevista. Jesús Rivera (Adra, Almería, 67 años) se ha resistido numantinamente hasta ahora a hablar públicamente del caso más célebre que ha tenido entre sus manos porque estaba sub judice, enmarañado en una sucesión de sentencias y recursos en mil instancias. Pero de todas las decisiones judiciales que acumula el caso más simbólico del ladrillazo en España solo una ha tenido un efecto directo y tangible: la paralización...

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Hay protagonistas de una historia a los que cuesta décadas convencer de que acepten una entrevista. Jesús Rivera (Adra, Almería, 67 años) se ha resistido numantinamente hasta ahora a hablar públicamente del caso más célebre que ha tenido entre sus manos porque estaba sub judice, enmarañado en una sucesión de sentencias y recursos en mil instancias. Pero de todas las decisiones judiciales que acumula el caso más simbólico del ladrillazo en España solo una ha tenido un efecto directo y tangible: la paralización cautelar de las obras del hotel de la playa de El Algarrobico que dictó Rivera el 21 de febrero de 2006. Hace 19 años era el titular del Juzgado de lo contencioso-administrativo 2 de Almería. “Me turnaron ese asunto y me cayó la mundial”, recuerda con una sonrisa.

Rivera habla sentado en una cafetería de Granada junto a la sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), donde ahora está destinado este magistrado que no pertenece a ninguna asociación profesional, ni conservadora ni progresista. Las obras del hotel levantado dentro del término municipal de Carboneras siguen paralizadas y las sucesivas decisiones de los tribunales colegiados han ido avalando lo que ya apuntó entonces este juez de Almería: que la construcción era ilegal. Pero el edificio de 20 plantas sigue en pie. Y cada poco renace el caso de la mano de algún político de uno u otro signo que anuncia su demolición. Rivera sostiene una copia de aquel auto de 11 páginas de 2006 que ojea antes de empezar a conversar.

Presunta. ¿Recuerda el día que lo dictó?

Respuesta. Sí. La petición de medida cautelar me la dejó la funcionaria encima de la mesa a última hora, como siempre hacía. ‘Aquí tiene, don Jesús’, me dijo. Y pensé: ‘Bueno, una medida cautelar más de las ordinarias que suelo resolver…‘. Pero cuando comienzo a ver el procedimiento me doy cuenta de la magnitud de lo que me solicitaba una asociación ecologista. El asunto tenía importancia, aunque yo no sabía que iba a tener tanta trascendencia mediática. La petición se acompañaba del informe de un técnico que decía que la construcción había invadido prácticamente toda la servidumbre de protección que marcaba la Ley de Costa. La ley establecía esa servidumbre en 100 metros y el hotel estaba a 14 metros de la línea donde rompen las olas. En un principio, con este auto, se dictó la medida cautelar de paralización de las obras por afectar a la normativa sectorial de costas. En la sentencia posterior que dicté el 5 de septiembre de 2008 ya me metí a valorar si también vulneraba la normativa de medio ambiente. Y se vulneraba porque el hotel estaba construido en un área natural protegida, en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.

P. ¿Pero aquel día de febrero de 2006 ya vio claro que había que detenerlo?

R. Claro, había un dictamen pericial. Yo no podía hacer oídos sordos a eso. Era de una claridad meridiana. El problema era que estaba ya ejecutado en un 94%.

P. Eso es muy llamativo, que una edificación de esas dimensiones construida encima de la playa, rozando el mar, se hubiese podido prácticamente rematar.

R. Y si no llega a ser por el auto que dicté con la medida cautelar hoy estaría abierto y a pleno rendimiento, lleno de clientes.

P. ¿Estaría funcionando?

R. Creo que sí. Hubo mucha gente que se puso de perfil, aunque no quiero entrar en eso. Pero gracias a Dios el Tribunal Supremo me dio sucesivamente la razón en la doble normativa que se incumplía. Primero, fue la Audiencia Nacional la que dijo que la orden ministerial que aprobó el deslinde de la zona que estableció los 100 metros de protección de la costa era conforme a Derecho. Y, después, en materia medioambiental, una sentencia magnífica firmada por un ponente que está ahora en el Constitucional, César Tolosa, del 10 de febrero de 2016, dijo que efectivamente se vulneraba la normativa ambiental, el plan de los recursos naturales del parque. Y dijo que estaba en suelo no urbanizable de especial protección. Con lo cual, el hotel tenía una doble sentencia de muerte: por vulnerar la normativa de costas y, por otro lado, por infringir la normativa medioambiental.

P. Volvamos a aquel 21 de febrero, después de que la funcionaria le pasase el expediente con la petición de medida cautelar, ¿qué ocurre?

R. Yo pienso que no tenía más remedio que dictar el auto. Manuscribo unos folios y se los paso a la funcionaria para que lo mecanografiara en el ordenador, y se le notifica a todas las partes.

P. ¿Y qué pasó?

R. Aquello fue una explosión mediática tremenda, incluso internacionalmente. Me llamaron de otros países diciendo: oye estás aquí en los quioscos, dicen algo de un juez llamado Jesus Rivera, de un caso de Carboneras. ¿Por qué? Yo creo que esa extensión de la noticia se debió a que Greenpeace tiene una estructura muy grande, muy amplia en los cinco continentes. Y, claro, Greenpeace se implicó mucho en este caso.

P. Y El Algarrobico se convirtió en un símbolo de la especulación.

R. De hecho, los ecologistas han seguido poniendo como paradigma de la corrupción urbanística esta construcción.

El magistrado Jesús Rivera. Fermín Rodríguez (Fermin Rodriguez)

P. En su momento, comunicó a la Fiscalía que quizás la concesión de la licencia al hotel, al margen del proceso contencioso, se debía perseguir por la vía penal.

R. Sí, en la sentencia del recurso principal acordé deducir testimonio a la Fiscalía por la presunta comisión de un delito de prevaricación administrativa y contra la ordenación del territorio. Pero, nada, la Fiscalía no hizo nada y archivó directamente el testimonio que le envié. Pero bueno...

P. ¿Primero dictó la paralización cautelar y luego, en 2008, anuló la licencia del hotel?

R. Eso es. Bueno, ordené revisar la licencia, no la anulé. La tenía que revisar el mismo Ayuntamiento que la concedió. Después se ha vuelto a reiterar en 2021 en una sentencia de la sala de la sección cuarta del TSJA diciendo que tiene que revisarla. Y creo que al Ayuntamiento de Carboneras, según he leído en la prensa, se le está advirtiendo con multas coercitivas por no cumplir y no modificar las normas urbanísticas.

P. Usted es de Adra. ¿Conocía la playa de El Algarrobico cuando dictó el auto en 2006?

R. Fui mucho después en coche con unos amigos. Vi aquel mamotreto y pensé: “Pero si es que está al lado de la playa, desde la habitación del hotel uno puede tirarse al mar”. Eso fue ya en 2010 o 2011, ya había transcurrido mucho tiempo.

P. El hotel era solo la punta de lanza, porque formaba parte de un proyecto mucho mayor.

R. Sí, mayor. Creo que había hasta algún campo de golf previsto. No lo recuerdo bien. Sé que había proyectadas en las zonas adyacentes la construcción de muchos apartamentos.

P. Cuando un juez dicta un auto de este tipo y se monta la que se montó con El Algarrobico, ¿le entran dudas?

R. No. Sabía que tenía que dictar este auto más allá de las consecuencias que pudiera haber. Yo no era el que había conformado la situación fáctica. Tenía que resolver la medida cautelar y en la medida que esas obras habían invadido la servidumbre de protección eran ilegales, al menos en parte.

P. ¿Se ha sentido presionado estos años por este caso?

R. No, no. Indirectamente por los opiniones de algunos políticos, pero, bueno, a mí no me influye eso.

P. ¿Y respaldado se ha sentido?

R. Sí, sobre todo, por las asociaciones ecologistas, como Greenpeace o Ecologistas en Acción, por los grupos que sintieron concernidos y a los que les gustó que alguien pusiera coto a lo que creo que es una aberración.

P. ¿Se considera una persona ecologista o sensible con el medio ambiente?

R. Considero que el medio ambiente hay que protegerlo porque es un legado que forma parte de la masa hereditaria que vamos a dejar a nuestros hijos y al resto de la Humanidad.

P. En muchos casos se usa el argumento de los empleos para justificar actitudes contrarias al medio ambiente.

R. Pero es una justificación débil. Los empleos no pueden justificar un atropello al medio ambiente. ¿Qué problema había para que el hotel se hubiera retranqueado más arriba de la montaña? Lo que pasa es que se quería tener un resort ahí y decir ‘mira, estamos en plena playa’.

P. Hay quien dice que si se hubiera hecho unos metros atrás hubiera salido adelante… Quizás, era el reflejo de una España del ladrillo y de la impunidad…

R. Creo que eso del boom del ladrillo es una explicación muy socorrida. Es verdad que ha habido una intervención laxa en muchas ocasiones de las normas, pero también ha habido gente que ha combatido esos excesos y que es digna de encomio. También hay promotores que son respetuosos con la legalidad. No podemos hacer tabla rasa con todo el mundo.

Vista desde la orilla del mar del hotel levantado en la playa de El Agarrobico, en Carboneras (Almería). FRANCISCO BONILLA

P. ¿Y si es tan clara la ilegalidad del hotel por qué 19 años después sigue en pie?

R. Porque hay un problema técnico jurídico que no sé si es que no se alcanza a comprender. El problema actual, dígase lo que se diga, es que el hotel tiene una licencia vigente otorgada en 2003. Mientras que no se revise y se declare nula por esas vulneraciones no se puede demoler. Creo que es un brindis al sol decir todo el rato que se va a demoler. Usted puede tener voluntad, de buena fe, y decir que se va a demoler el dichoso hotel. Pero debe tener la herramienta jurídica para hacerlo. En primer lugar, se debe discutir si también tienen derecho a la indemnización, porque de alguna manera las obras estaban basadas en una licencia otorgada, en principio, legalmente. No se puede empezar la casa por el tejado. Hay una licencia que está vigente, curiosamente, después de tantos años. ¿Por qué no se ha revisado?

P. Quizás no se revisa por un asunto pecuniario, porque las administraciones temen tener que indemnizar al promotor.

R. Pero hay un problema para la promotora: la sala de lo contencioso de la Audiencia Nacional le desestimó una petición de 70 millones de euros. Porque, como yo defendí, el promotor tenía perfecto conocimiento de la ilegalidad.

P. ¿Aquel auto de 2006 es el más importante que usted ha dictado en su carrera?

R. No, no creo. Creo que técnicamente es aseado. Está bien, pero creo que he dictado otros autos más complejos e importantes.

P. ¿Pero el de más proyección mediática?

R. Sí, desde luego, por la importancia que ha tenido, sobre todo entre la gente que estaba interesada en la defensa del medio ambiente, que ha visto esto como algo de luz.

P. ¿Y cuando usted mira a sus 33 años de carrera judicial y recuerda este caso, lo hace con satisfacción?

R. Mucha. No suelo retrotraerme en la memoria a los casos, pero algunas veces sale con compañeros y amigos. Y siempre digo lo mismo: “Hice lo que tenía que hacer, sencillamente”. Y a lo que me obligaba la ley.

P. ¿Y lo volvería a hacer?

R. Por supuesto, sin ninguna duda.

P. ¿Cuándo cree usted que se derribará el hotel?

R. Creo que eso lo va a derribar el salitre. Porque ahora entramos en un túnel donde va a haber una pléyade de recursos. Es decir, ahora se pide la revisión de la licencia, luego habrá recurso contra eso que irá al contencioso, después al Supremo. Años tras años. ¿Por qué? Porque, entre otras cosas, la Justicia en España ha sido menesterosa. No hay la plantilla judicial necesaria. El porcentaje de jueces y magistrados por habitante en España es sensiblemente inferior a otros países del entorno. Quizás, se podría invertir un poco más.

P. ¿Cree que se podría repetir un caso como El Algarrobico hoy?

R. Creo que en la actualidad, no. Pienso que la gente en general ha interiorizado la sensibilidad de los grupos ecologistas, eso ha calado. No se puede hacer todo a costa de cualquier cosa y en contra del medio ambiente. Hay más conciencia.

P. ¿Por qué nunca ha concedido usted una entrevista para hablar de este caso?

R. Siempre dije lo mismo: está sub judice. Estaba pendiente de resolución del TSJA y después del Tribunal Supremo. Entonces podía entenderse como una especie de injerencia inadmisible de un magistrado que ha conocido ese asunto, y no iba a ser bien visto por nadie.

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