Un volcán que no quema
El comienzo es inquietante, pero a pesar de sus virtudes le falta alma
Recuerdo haber descubierto hace veinte años en un nada memorable festival de Venecia la primera y muy atractiva película de James Gray Little Odessa. Era de gánsteres, nada convencional, rara en el mejor sentido, intensa, reveladora de una personalidad y sensibilidad notables. También se centraba en una obsesión que va a repetirse en todo su obra. Es la familia, su necesidad y sus servidumbres, los intentos de huir de ella y el retorno en circunstancias trágicas. Esa obra no es cuantiosa. Está claro que este hombre solo hace las películas que desea hacer. La segunda, The Yards, también me gustó. Pero las que más me han inquietado y conmovido son La noche es nuestra, el tenso relato sobre el hijo pródigo de una familia de policías que es utilizado por la mafia rusa de Nueva York y su terrible retorno a las raíces cuando estas han sido masacradas, y Two lovers, la historia de un suicida frustrado que cree haber encontrado alivio para su infelicidad y su desequilibrio emocional en su noviazgo con una mujer que le conviene y que sus padres aprueban, pero que se enamorará de otra sin ser correspondido.
Con antecedentes tan gloriosos esperaba lo mejor de El sueño de Ellis cuando se estrenó en el festival de Cannes de 2013. El arranque es esperanzador. Tiene antecedentes ilustres, como la llegada de Charlot a la isla de Ellis en el mediometraje Charlot emigrante, del atormentado antihéroe que protagoniza América, América, del niño Vito Andolini en la segunda parte de El padrino. Todos ellos intentan acceder al esperanzador nuevo mundo, huyendo de la miseria, el acorralamiento o el infortunio.
La emigrante de esta película es polaca, hermosa, con temor en la mirada, pero también con determinación para intentar sobrevivir a costa de lo que sea y rescatar a una hermana que no ha aprobado el examen médico para entrar en la tierra prometida. Un proxeneta judío le ofrecerá las desesperadas llaves para conseguir su sueño. El comienzo es inquietante, poderosa la estética y la ambientación de época, cromática hasta el preciosismo la fotografía del gran Darius Khondji.
EL SUEÑO DE ELLIS
Dirección: James Gray.
Intérpretes: Marion Cotillard, Joaquin Phoenix, Jeremy Renner, Dagmara Dominczyk.
Género: drama. Estados Unidos, 2013.
Duración: 120 minutos.
Pero esas virtudes no son suficientes. A esta película le falta alma. Me resulta imposible implicarme lo más mínimo en la pretendida complejidad sentimental que viven sus personajes, en el triángulo amoroso de la puta con ansias de redención, el chulo enamorado sin esperanza y el mago que tiene que ajustar cuentas con su primo, el muy humano rufián, a costa de arrebatarle lo único que ama. La narración es morosa, el presunto volcán amoroso no contagia al espectador. Marion Cotillard es muy guapa. De acuerdo. Pero aquí no me transmite ni frío ni calor. Joaquin Phoenix, actor fetiche de Gray, como casi siempre, interpreta a un desequilibrado. Parece hacerlo sin el menor esfuerzo.
Babelia
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