Muere Trini Simó, la gran defensora del patrimonio histórico valenciano

La profesora de Historia de la Arquitectura de la Politécnica y activista vecinal tenía 85 años

Trini Simó, en su casa, en Valencia, en una imagen del 2001.Jesús Ciscar

Eso de estar comprometido con la sociedad ha devenido en un lugar común que se atribuye con mucha facilidad a demasiada gente. Decir que Trini Simó estaba comprometida con la sociedad es, además, una obviedad para cualquiera que la haya conocido personalmente, haya leído sus artículos y sus libros, haya seguido sus clases o simplemente haya estado pendiente de lo que se pasa en Valencia, en su ciudad, en su cultura. Ahora, ya ha dejado de padecer por los expolios de patrimonio y del espacio públi...

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Eso de estar comprometido con la sociedad ha devenido en un lugar común que se atribuye con mucha facilidad a demasiada gente. Decir que Trini Simó estaba comprometida con la sociedad es, además, una obviedad para cualquiera que la haya conocido personalmente, haya leído sus artículos y sus libros, haya seguido sus clases o simplemente haya estado pendiente de lo que se pasa en Valencia, en su ciudad, en su cultura. Ahora, ya ha dejado de padecer por los expolios de patrimonio y del espacio público, por el horror de la monumentalidad gratuita, por la cultura despreciada, por la injusticia urbanística que suele cernirse sobre los más vulnerables. La profesora valenciana de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo en la Universidad Politécnica de Valencia, la gran defensora del patrimonio histórico valenciano, la activista social, cultural y ciudadana, la mujer que soñaba con la ciudad ecológica para disfrute de todos murió el pasado domingo a la edad de 85 años.

Tímida, culta, feminista, amable, independiente con “un punto ácrata” según apostillaba ella, Simó formó a varias generaciones de arquitectos y fue autora de varios libros sobre la historia de la ciudad de Valencia y de sus habitantes a través de sus edificios y de sus calles. Participó en las luchas ciudadanas desde los años setenta por salvar El Saler, el antiguo cauce del Turia, El Botànic, La Punta, El Cabanyal, Ciutat Vella, los bosques...

Simó estaba convencida de que el “mutismo y la falta de crítica” contribuyen a la desintegración social, como dijo en la ceremonia de entrega del Premio Vicent Ventura de la Universitat de València que recibió en 2006, junto a Enric Tàrrega, el impulsor de la Societat Coral El Micalet que falleció el pasado sábado en una triste coincidencia. Va desapareciendo una generación que ha marcado la vida de la ciudad en el último tercio del siglo XX.

La autora de La arquitectura modernista en Valencia (1971) y La arquitectura de la renovación urbana en Valencia (1973), sus primeros libros, advertía en una entrevista en este periódico en 2001 sobre el riesgo de la influencia del modelo de vida estadounidense de ciudad: “Se está importando de América el modelo de ciudad extendida, de casas adosadas. A principios del siglo XX la burguesía promueve los paseos y jardines. Evidentemente, junto a donde vive, pero siempre como espacio público. Ahora es al contrario, la burguesía quiere hacerse casas muy seguras y con las cosas estupendas dentro. Y eso para la inmensa mayoría de los ciudadanos de maravilla, nada”.

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