Bienvenidos a 'El show de Truman’ estalinista

El cineasta Ilya Khrzhanovskiy ha dedicado 11 años a ‘DAU’, su recreación de la vida en un instituto científico secreto: el resultado son 15 películas y cuatro series, la primera de las cuales se proyecta hoy en el festival de Sevilla

Imagen de 'DAU. Natasha', con Natalia Berezhnaya, a la izquierda. En vídeo, el tráiler de la película.

Durante 11 años, Ilya Khrzhanovskiy (Moscú, 45 años) no dio ni una entrevista. Su silencio alimentó todo tipo de rumores sobre lo que estaba pasando en Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania. Allí se había encerrado en 2008 (tras una preproducción de dos años) un ―entonces― joven director ruso a rodar... algo. Nadie sabía muy bien el qué, pero sí que tenía a sus órdenes a un ejército de centenares de personas, entre equipo técnico, actores aficionados y extras, a su servicio. Y que todos vestían con ropa d...

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Durante 11 años, Ilya Khrzhanovskiy (Moscú, 45 años) no dio ni una entrevista. Su silencio alimentó todo tipo de rumores sobre lo que estaba pasando en Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania. Allí se había encerrado en 2008 (tras una preproducción de dos años) un ―entonces― joven director ruso a rodar... algo. Nadie sabía muy bien el qué, pero sí que tenía a sus órdenes a un ejército de centenares de personas, entre equipo técnico, actores aficionados y extras, a su servicio. Y que todos vestían con ropa de la época dorada del estalinismo. De Khrzhanovskiy algo se conocía por su película previa 4 (2004), que había tenido un buen recorrido festivalero. Pero desde ese proyecto, del que solo se hizo público un título de trabajo, DAU, nada, más allá de que quien había estado por la zona alimentaba la intriga hablando de un El show de Truman sin Truman, de todo un batallón de gente que vivía encerrada de acuerdo a los años cincuenta soviéticos. La primera entrega de esta saga se proyecta hoy en el festival de Sevilla.

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El silencio se quebró en 2011, cuando un reportero de la revista GC logró participar en el rodaje. Al periodista Michael Idov también le caracterizaron por si salía en plano, aunque cuando llegó hacía un mes que Khrzhanovskiy no filmaba. Allí encontró un miniestudio volcado en la locura de un cineasta que había cortado la comunicación con el exterior, especialmente a través de redes sociales como Facebook. En maquillaje, se encontró unas instrucciones: al plató había que llamarlo Instituto ―que es lo que recrea―. No había rodaje, sino documentación. Y tampoco director: a Khrzhanovskiy había que denominarlo responsable del Instituto o, sencillamente, el jefe. Al acceder al rodaje, Idov encontró una recreación minuciosa de una de las ciudades fantasmas creadas en la URSS para esconder sus secretos, en este caso un Instituto de investigación. En las calles, pobladas de extras metidos en situación (se presentaron hasta 400.000 personas para aparecer en pantalla), se veía hasta comida real embalada con fecha de caducidad de 1952. Hasta el papel higiénico se había creado como el de los tiempos estalinistas, contaba Idov, en un recinto que ocupaba 12.000 metros cuadrados, y que por tanto era el plató más grande de Europa. Como personaje inspirador del proyecto, el científico Lev Landáu, premio Nobel de Física en 1962, responsable del Instituto de Problemas Físicos de la Academia soviética de ciencias entre 1937 y 1962 (cuando un accidente de coche acabó con su mente privilegiada) y ávido defensor del amor libre, al que empujó a su esposa, Kora T. Drobanzeva, y a sus estudiantes. En ese mundo de sexo y ciencia buceó Khrzhanovskiy hasta noviembre de 2011, cuando acabó la filmación y desmanteló el decorado, para construir su historia.

Desde la izquierda, Natalia Berezhnaya, la codirectora Jekaterina Oertel, la actriz Olga Shkabarnya y el director Ilya Khrzhanovskiy, en la BerlinaleOmer Messinger

Y su historia es compleja. Y larga. Tras la apertura en enero de 2019 en París, en el Théâtre du Châtelet, el Théâtre de la Ville y en el centro Pompidou de la instalación DAU quedó clara la para unos ambición para otros megalomanía de Khrzhanovskiy. El espectador podía ver las películas, sumergirse en escenarios del mundo científico soviético. El apodo con el que era conocido Landáu, Dau, bautizaba el conjunto. En una sala de conciertos interpretaba la banda sonora una orquesta al mando del griego nacionalizado ruso Teodor Currentzis, que en pantalla encarnaba al protagonista. Solo había una actriz profesional, Radmila Schegoleva, que da vida a su esposa. Entre los aciertos de Khrzhanovskiy están la elección del veterano director alemán de fotografía Jürgen Jürges para filmar 700 horas de un proyecto sin casi luz natural y que a todos los productores europeos que han participado en DAU les hizo firmar que él se reservaba el control del proyecto, aunque el monto principal de dinero ha procedido de la cuenta corriente del millonario y filántropo Serguei Adoniev.

Por fin, en la última Berlinale, el pasado invierno, Khrzhanovskiy estrenó las dos primeras entregas fílmicas: DAU. Natasha y DAU. Degeneración. DAU. Natasha, a concurso en la sección oficial, se llevó un Oso de Plata por su sobresaliente contribución artística para Jürges. Ese inicio de la saga, que cofirma en la dirección la diseñadora de vestuario y maquilladora Jekaterina Oerte, es el que se proyecta hoy en el festival de Sevilla y el que ya tiene cerrada su distribución en salas comerciales en España. En la capital alemana el director accedió por fin a conversar con la prensa y aseguró: “Bueno, hablamos del mundo cuántico, así que depende de la posición del observador la respuesta a si esto es una película o algo más. Para mí es un proyecto de arte donde creamos una gran instalación que se mantuvo en funcionamiento durante mucho tiempo. Por otro lado, es una película porque también hay historias. Tan solo filmamos cuando sabíamos lo que queríamos rodar, no acumulamos miles de horas de metraje sin ningún propósito. Discutimos todos los aspectos posibles con los actores, ya que aunque no fueran profesionales, interpretaban un papel”. Así se defendía de algunas acusaciones que argumentaban que el sexo en pantalla era real y no consentido. En la rueda de prensa en Alemania, Natalia Berezhnaya, que encarna a la Natasha del título, la camarera de la cantina del Instituto, confirmaba que las humillaciones sexuales a su personaje eran ficticias. Y el director apostillaba: “Quienes participaron en DAU son héroes, porque invirtieron su tiempo y sus emociones para tratar de crear algo juntos. No se puede explotar a la gente de esta manera, porque no esto es un show voyerista a lo Gran Hermano". Así atajaba críticas de participantes en el proyecto recogidas por Le Monde. No todo el mundo quedó tranquilo con sus explicaciones.

A finales de enero, Khrzhanovskiy tenía en montaje otras cinco entregas. En Rusia, el ministerio de Cultura los calificó de “propaganda pornográfica”, cuando la producción ya había devuelto al Estado todas las subvenciones recibidas. Hoy, todo DAU está disponible en su plataforma: 15 películas y cuatro series a raíz de la pandemia. El cineasta vio frustrada su intención de ir salpicando los festivales internacionales de su obra y decidió desaforarse online. Porque así ha podido cumplir su deseo de crear algo más allá del cine: “Las películas son solo puntos de vista diferentes dentro de este universo”.

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