Juan José Saer espera a su Coetzee
Para algunos es el mejor escritor argentino de la segunda mitad del siglo XX. Ahora se publica por primera vez en España su libro más accesible: ‘El río sin orillas’
“El gran escritor de la segunda mitad del siglo XX argentino”. ¿A quién se refiere en esa frase Beatriz Sarlo? Sobre todo, teniendo en cuenta que en 1993 ella publicó un libro de referencia sobre el, se supone, mejor escritor de la primera mitad: Borges. ¿A Cortázar, a Sabato, a Bioy, a Manuel Puig? No, se refiere a Juan José Saer, al que en 2016 consagró otro ensayo imprescindible: ...
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“El gran escritor de la segunda mitad del siglo XX argentino”. ¿A quién se refiere en esa frase Beatriz Sarlo? Sobre todo, teniendo en cuenta que en 1993 ella publicó un libro de referencia sobre el, se supone, mejor escritor de la primera mitad: Borges. ¿A Cortázar, a Sabato, a Bioy, a Manuel Puig? No, se refiere a Juan José Saer, al que en 2016 consagró otro ensayo imprescindible: Zona Saer (Universidad Diego Portales). De esas páginas sale tan rotundo juicio. “La frase es polémica, lo sé”, explica a renglón seguido. “Pero un orden canónico es interesante si tiene una fuerte carga de discusión estética”. Luego añade algunas razones, o la razón. En su opinión, el autor de El entenado no fue un gran ensayista ni una figura pública como Cortázar o Vargas Llosa. No brillaba en las entrevistas ni en las conferencias: “Como Onetti fue, simplemente, un escritor descomunal”.
La suerte de Saer suele asociarse a la de Antonio di Benedetto, al que en 1973 dedicó un penetrante análisis. El objeto era una novela publicada en 1959 que tardó décadas en encontrar su sitio —Zama—, pero además de por lo que tiene de autorretrato, su punto de vista es interesante por lo que tiene de simbólico. Durante años, Di Benedetto fue el contrapeso desde el interior argentino a la muy porteña figura de Borges, cuyo reconocimiento masivo tuvo lugar en los años setenta, dato importante para alguien nacido en 1899. Según Saer, “Zama no se rebaja a la demagogia de lo real maravilloso ni a la ilustración de tesis sociológicas; no se obstina en repetirnos las viejas crónicas familiares que marchitan la novela burguesa desde fines del siglo XIX; no da al lector lo que el lector espera de antemano; no honra revoluciones ni héroes de extracción dudosa…”.
Pese a que todo lo anterior —en resumen: el boom— había eclipsado la obra de Di Benedetto, Saer se atreve con una premonición: algún día ocupara el lugar que merece. El tiempo le dio la razón. El tiempo y J. M. Coetzee, que hace tres años dedicó una elogiosísima reseña de 10 folios a la traducción estadounidense de Zama. Fue la guinda de una recuperación que llevaba tiempo cocinándose en Argentina y que culminó con su adaptación al cine a cargo de Lucrecia Martel. Hasta en España se enteraron de la buena nueva.
Por desgracia, Saer no ha tenido todavía un Coetzee que le diga al mundo que antes de morir en 2005 escribió novelas ineludibles. Leer a Saer no es difícil, pero exige sobreponerse a la enfermedad de nuestros días: el déficit de atención. Por suerte para los impacientes, la editorial barcelonesa Días contados, que sigue la estela de Rayo verde, acaba de publicar por primera vez en España, y con prefacio de Alan Pauls, su libro más accesible: El río sin orillas. Mezclando el relato de viajes con su propia memoria y la historia de su país, Saer hace con el Río de la Plata lo que Claudio Magris hizo con el Danubio. Pero mejor aún. ¿Habrá llegado su momento?