La flota perdida de Drake emerge en A Coruña
El estudio para el próximo dragado de la ría de O Burgo corrobora la ubicación de varias naves hundidas en 1589 que participaron en el fracasado ataque inglés a la ciudad gallega
El ataque fue devastador. Un total de 180 naves de guerra con 27.667 soldados y marinos ingleses se abalanzaron sobre A Coruña el 4 de mayo de 1589, una población costera con apenas 1.500 soldados disponibles. La capital gallega, rodeada de murallas en su parte alta, solo estaba artillada en el castillo de San Antón y en dos galeones regresados el año anterior del fracasado intento de invadir Gran Bretaña por parte de Felipe II. Aun así, l...
El ataque fue devastador. Un total de 180 naves de guerra con 27.667 soldados y marinos ingleses se abalanzaron sobre A Coruña el 4 de mayo de 1589, una población costera con apenas 1.500 soldados disponibles. La capital gallega, rodeada de murallas en su parte alta, solo estaba artillada en el castillo de San Antón y en dos galeones regresados el año anterior del fracasado intento de invadir Gran Bretaña por parte de Felipe II. Aun así, la resistencia de la entonces pequeña población fue heroica e, incluso, sus escasos soldados y barcos se atrevieron a contraatacar y mandar a pique ocho de las naves británicas que intentaban desembarcar en su costa. Tal fue el arrojo de los defensores que hasta derrotaron finalmente a una fuerza muy superior y la pusieron en fuga. De hecho, cinco de aquellas desconcertadas naves inglesas fueron arrastradas por el viento o buscaron refugio en la cercana ría de O Burgo. Cuatro terminaron hundidas, tras arder durante varios días, a pocos metros de la playa de Oza, en la boca del entrante natural, mientras que otra logró adentrarse en la ría, pero también acabó bajo las aguas poco después, a 100 metros de la línea de costa.
Unos 450 años más tarde, el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha decidido mejorar la calidad de las aguas de la ría coruñesa, por lo que dragará 583.337,04 metros cúbicos de su fondo. Pero antes, tendrá que atender a la declaración de impacto ambiental, que incluye el Informe técnico histórico-arqueológico del dragado ambiental de los sedimentos de la ría de O Burgo. Porque allí, cerca de su entrada, siguen los pecios de cuatro de los barcos de la humillada flota de Francis Drake y el quinto se intuye ya dentro del estuario.
El informe es claro: “Hay referencias orales de los mariscadores de la zona sobre la existencia de un pecio en la barra de Santa Cristina que tradicionalmente se ha identificado como un pecio perteneciente a la flota Inglesa de 1589 mandada por Francis Drake [el almirante] y John Norris [el comandante de las tropas terrestres], tras su fallido ataque a la ciudad de A Coruña. Huyen dejando cuatro embarcaciones abandonadas e incendiadas por la propia tripulación. Las referencias documentales y bibliográficas indican que estas quedaron a la deriva ardiendo varios días hasta que finalmente se hundieron. Los trabajos submarinos y dragados que se han emprendido en el entorno han documentado restos de vajillas y balas de cañón de hierro pertenecientes a esta flota”.
Ya en el año 1905 se había localizado en la playa de Bastiagueiro, en la embocadura de la ría, un cañón de bronce de 2,5 metros de longitud de procedencia británica y posiblemente perteneciente a uno de estos navíos.
El informe de impacto, realizado por la consultora ArqueoAtlántica, hace especial hincapié en la nave aún no identificada dentro de la ría y que resultaría afectada por las labores de dragado: “El estudio de las fotografías aéreas de la zona de referencia entre los años 2003 y 2015 muestra una ubicación donde se localiza una mancha que permanece inalterada con el paso de los años y que podría pertenecer a los restos de un pecio”.
Sin embargo, otras fuentes arqueológicas gallegas ponen en duda que se trate de un barco de la flota de Isabel I de Inglaterra. “Nos parece bastante arriesgado afirmar eso. Podría ser, pero también podría tratarse de un barco más moderno. Es cierto que una de las naves inglesas, según las fuentes documentales, ardió dentro de la ría, pero será necesario llevar a cabo una excavación para confirmar que se trata de la misma”, indica una fuente que prefiere no ser identificada.
Estas fuentes recuerdan que lo que sí está comprobado desde hace unos 15 años es la existencia de los pecios de dos barcos de la Gran Armada de Felipe II en la ría de A Coruña, pero que no han sido extraídos. Posiblemente se trate del San Juan, el más grande de la flota española, y el San Bernardo, que reposan en el fondo junto a la urca Sansón. Eran tres de los cinco barcos que defendían el puerto gallego el día que los ingleses aparecieron en el horizonte con 180 naves.
Sea como sea, el informe destaca que “el área inmediata al puente de O Burgo [que une las dos orillas al inicio de la ría] se ha determinado como área subacuática de potencialidad arqueológica. La sedimentación y falta de calado actual que se da en muchos puentes, como en este, ha de ser entendida como un fenómeno reciente”.
De hecho, aunque la profundidad de la ría se ha reducido en los últimos siglos, al puerto de O Burgo de Faro llegaban barcos con mercancías y peregrinos del norte de Europa durante el Medievo. Fue muy protegido, dada su importancia, por Alfonso VII y Fernando II en el siglo XII. “Durante la Edad Media el fenómeno jacobeo encuentra un fuerte desarrollo convirtiendo a O Burgo, y después a A Coruña, en puertos de arribada de navíos procedentes del Atlántico Norte: islas Británicas, Países Bajos y costa occidental Francesa”, recuerda el documento.
El transporte marítimo era utilizado en aquellas épocas para la exportación de productos gallegos como el vino, y aprovechados por los peregrinos que optaban por realizar el viaje por mar, para después continuar a pie hasta Santiago.
“Los entornos portuarios y fondeaderos asociados a estos acogen restos de las actividades humanas realizadas mientras las embarcaciones se encuentran atracadas o fondeadas. Los yacimientos tipo fondeadero o puerto tienen como principal característica la presencia de materiales arqueológicos heterogéneos en cuanto a funcionalidad, procedencia y cronología, no siendo extraña la presencia de pecios en estas áreas”, explican los arqueólogos en su informe.
Por ello, y “teniendo en cuenta que el grueso de la actuación se desarrollará en medio subacuático, se hará una propuesta de medidas preventivas y correctoras necesarias para la salvaguarda de este patrimonio, incluyendo la posibilidad de realización de actuaciones arqueológicas [prospección arqueológica subacuática, estudios geofísicos...] previas”. Los trabajos de investigación arqueológica comenzarán dentro de unos meses, poco antes de que se adjudique el dragado, que ya ha salido a concurso por 48,5 millones de euros.
Los barcos ingleses que la limpieza de la ría ha devuelto a la actualidad son la prueba fidedigna de una enorme derrota militar británica, muy superior a la protagonizada por la conocida como Armada Invencible un año antes. El historiador gallego Luis Gorrochategui cifra en 35 las naves de Felipe II hundidas en esta fallida empresa militar de invasión de Inglaterra, mientras que los ingleses acordaron, mediante un pacto de Estado, no hacer públicos nunca sus enormes pérdidas materiales y humanas (unos 20.000 soldados). Pero cinco naves de la reina inglesa ―o cuatro― claman memoria.