La gran videoconferencia del cine español

La pandemia marca una gala en la que todos los premiados aceptaron sus galardones telemáticamente y repartidos por toda España

Mario Casas recibe el Goya a mejor actor protagonista con una cabeza de Iron Man a falta del galardón original. En vídeo, resumen de la gala. Vídeo: MIGUEL A. CóRDOBA / PREMIOS GOYA / EFE / tve
Madrid -

La 35ª edición de los premios Goya se celebró en Málaga, pero los nominados estuvieron desperdigados por toda España. La gala empezó sobre el escenario del Teatro del Soho de Málaga con una enorme pantalla partida, la misma que ha irrumpido en nuestras vidas en forma de videollamadas por la pandemia. Antonio Banderas se dirigió de forma telemática a todos los candidatos en sus casas y en hoteles, en compañía de sus amigos, familiares, de sus animales (como los perros de Ma...

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La 35ª edición de los premios Goya se celebró en Málaga, pero los nominados estuvieron desperdigados por toda España. La gala empezó sobre el escenario del Teatro del Soho de Málaga con una enorme pantalla partida, la misma que ha irrumpido en nuestras vidas en forma de videollamadas por la pandemia. Antonio Banderas se dirigió de forma telemática a todos los candidatos en sus casas y en hoteles, en compañía de sus amigos, familiares, de sus animales (como los perros de Mabel Lozano) o solos. Todos acataron el protocolo de seguridad y el de etiqueta, porque como dijo Salvador Calvo, director de Adú, “esto es una fiesta”.

Fue la noche del cine español, pero también de los niños y de los espontáneos, esos acompañantes incapaces de contener la emoción y que le robaron plano y unos segundos de fama a los galardonados. Alejandra, la hija de Calvo, fue una de esas protagonistas. No dejó de jugar con sus padres en las primeras conexiones, aunque cuando ganó el premio a mejor dirección ya debía estar en la cama. El director vio la gala con su pareja y se puso el esmoquin que se habría puesto para la alfombra roja: “Barroso nos pidió respetar la etiqueta, crear espectáculo, así que de punta en blanco”. Su plan inicial era reunirse con todo su equipo, pero salvaron la distancia física con un chat que crearon solo para comentar la ceremonia.

La familia de Mario Casas salió en tromba cuando ganó el premio a mejor actor protagonista. Era su primera candidatura, la Academia se había acordado por fin de él. Su hermano pequeño le había puesto el primero en las quinielas desde hacía días, pero por si acaso su apuesta no se cumplía, le hizo un premio de consolación, una cabeza de Iron Man de piezas de Lego que Casas mostró a cámara a falta del Goya original que los galardonados recibirán en unos días en sus casas. Los amigos de Adam Nourou (18 años), mejor actor revelación por Adú, se olvidaron por unos segundos de la pandemia y abrazaron y gritaron con su amigo incapaz de mantener el plano fijo con su teléfono.

Salvador Calvo, el director de 'Adú', con su pareja Juan y su hija Alejandra, en su casa.Salvador Calvo, Juan Luis Arcos y su hija

Daniela Cajías hizo historia al convertirse en la primera mujer en ganar en la categoría de mejor dirección de fotografía. El equipo de Las niñas, gran triunfadora de la noche, celebró el premio con confeti en una de las salas que había reservado en el Seventy Barcelona Hotel, decorada con el cartel del filme con el título en inglés. Es la lona publicitaria que se usó en el Festival de Berlín, donde comenzó la andadura de la película. Sus acompañantes se quedaron en sus habitaciones de las que no pudieron salir por las medidas de seguridad.

Pequeños estudios televisivos

Las ubicaciones de los candidatos se convirtieron en pequeños estudios de televisión con micrófonos y técnicos de sonido para evitar cualquier fallo de conexión. La iluminación estuvo tan medida que ni el salón más pequeño desmereció al hotel más lujoso en el caso de los nominados en las categorías de mayor peso. Las conexiones con los candidatos de los premios técnicos estuvieron menos cuidadas. No escapó ni Fernando Trueba, ganador a mejor película iberoamericana por El olvido que seremos, que tuvo problemas con el sonido.

Icíar Bollaín, directora de La boda de Rosa, paró durante unas horas el rodaje de Maixabel, su nueva película, y vio la gala desde una casa en San Sebastián. Bollaín consiguió que su equipo le prestara dos luces: “Para que las ponga y salir guapísima”. Lina Badenes, de Turanga Films, productora de la película, compartió salón con su pareja. “Como salgo de cuentas el mismo día de la gala, tendremos la maleta lista por si hay que salir corriendo al hospital”, decía horas antes de la ceremonia.

En una casa rural de Burgos, Jone Laspiur recibió el premio a mejor actriz revelación por Ane. Apareció sola en plano, pero de fondo se escucharon los gritos de sus compañeros a los que miraba para dar las gracias en lugar de dirigirse a la cámara, al público. Para cuando le tocó recibir el Goya a mejor actriz protagonista a su compañera Patricia López Arnaiz ya habían aprendido la lección y la intérprete apareció rodeada del resto del equipo.

Nathalie Poza no tuvo a su lado al equipo de La boda de Rosa, sino al de Prostitución, la obra de teatro de la que salió corriendo nada más terminar la función para llegar al hotel y presenciar la ceremonia en la que recibió el premio a mejor actriz de reparto. A su lado estuvo Carmen Machi.

“La industria del cine es más que las alfombras rojas, y este año queremos poner eso de relieve”, aseguró Banderas. Cesc Gay es un claro ejemplo. El director de Sentimental dejó unas horas su nuevo rodaje para ir a casa de Marta Esteban, productora de la película. La gala le permitió salir de la reclusión a la que está sometido por las medidas de seguridad que le imponen en su nuevo proyecto. “No vivo ni en mi casa”, dijo. Alberto San Juan, protagonista de su película, consiguió el galardón a mejor actor de reparto. Fue un momento multipantalla: San Juan incapaz de reaccionar; Sergi López, competidor en la categoría, y sus aspavientos de desaprobación en tono de burla que jamás hubieran ocurrido en la platea; y Javier Cámara sonriente y feliz por su amigo y compañero de reparto en Sentimental en el sofá de casa rodeado de enormes osos de peluche. La nueva normalidad también era esto.

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