El Camino de Santiago, ficción y realidad
Una reciente novela suscita varios interrogantes sobre la vida del apóstol que inspira una ruta que pisan decenas de miles de personas cada año y cuya festividad anual se celebra este domingo
Hubo niños que crecieron con Santiago el apóstol a sus espaldas. ¡Las veces que se les preguntó sobre el color del caballo blanco de Santiago! ¿Negro? La cuestión parecía tan extravagante como averiguar a dónde va la luz cuando se apaga. Peor era el Santiago que mataba moros, el Matamoros, que, enardecido sobre un corcel blanco, se aparece para vencer a los musulmanes en una supuesta batalla de Clavijo. Y los milagros, las leyendas del patrón de España, cuya festividad se celebra este domingo, 25 de julio. Santiago y la madre de Jesús, María, todavía viva, se encuentran en España al menos tres...
Hubo niños que crecieron con Santiago el apóstol a sus espaldas. ¡Las veces que se les preguntó sobre el color del caballo blanco de Santiago! ¿Negro? La cuestión parecía tan extravagante como averiguar a dónde va la luz cuando se apaga. Peor era el Santiago que mataba moros, el Matamoros, que, enardecido sobre un corcel blanco, se aparece para vencer a los musulmanes en una supuesta batalla de Clavijo. Y los milagros, las leyendas del patrón de España, cuya festividad se celebra este domingo, 25 de julio. Santiago y la madre de Jesús, María, todavía viva, se encuentran en España al menos tres veces, una de ellas en Zaragoza, de ahí la Virgen del Pilar. Santiago está en decenas de ficciones nacionales. Sancho Panza se asombra en El Quijote por el grito ”¡Santiago y cierra, España!” ¿Está España abierta y es menester cerrarla?, pregunta a Don Quijote. Valle-Inclán lo ve de otra manera en Luces de bohemia, donde el modernista Dorio de Gádex propone abrir España a la libertad y el progreso. También usan el grito El Guerrero del Antifaz y El Capitán Trueno.
Además, están las novelas. Jesús Bastante presenta estos días Santiago en el fin del mundo (La Esfera de los Libros). Se muestra como una novela histórica. Lo es, pero también un relato sobre el (imposible) camino que el apóstol emprende en Carthago Nova (la Cartagena actual), lo lleva a Granada, Málaga, Cádiz, Sevilla (por la Vía de la Plata), Mérida, Cáceres, Lusitania hasta Braga, Galicia, Finesterre… y, de ahí, el regreso por la ruta del Camino Francés hasta Jerusalén, donde, acusado de hereje, fue degollado por orden de Herodes Agripa. ¿Cuándo? El novelista, ensayista y periodista sitúa a Santiago en la Hispania del año 41 de nuestra era, dominada por los romanos, y años después de que muriera el nazareno Jesús, crucificado en Jerusalén por revoltoso. Se decía hijo de Dios, hacía parábolas y anunciaba el Reino para muy pronto. Lo que vino fue la secta de los cristianos. Uno de ellos, Santiago, ha llegado a España en misión evangelizadora. Apenas logra bautizar a una decena de fieles.
¿Vino Santiago a España? ¿Son sus huesos los que se guardan en la catedral de Compostela? Una bula del papa León XIII autentificó en 1884 unos restos como de Santiago, frente a interpretaciones muy variadas, de los mitos que colocan allí a la reina Lupa, a la maledicencia del mismísimo Lutero asegurando que lo que está enterrado en Compostela es un perro.
¿Y si el apóstol Santiago nunca estuvo en España? En un gesto insólito, Bastante cierra la novela con un titulado Desmentido histórico de Nieves Concostrina. El Darth Vader hispano. Imaginen por dónde va Concostrina, que, aparte de otras cosas, es vicepresidenta de la Fundación Inquietarte y miembro del pInstituto Quevedo del Humor. Empieza en que Santiago fue preferido como patrón de España, en lugar de Teresa de Ávila, la gran mística, una mujer real, frente a un visitante ficticio. “Las únicas verdades sobre Santiago las cuenta Jesús Bastante en este libro y son todas mentira”, escribe. Ni vino a España, ni mató moros, ni tuvo caballos blancos, ni irrumpió en la batalla de Clavijo porque no hubo tal batalla…
Bastante, que ya ha escrito otras novelas antes (se puede destacar Cisma, de 2008), avisa que la historia se escribe con el propósito de narrar, no de ser verdad. En esa idea ha construido una ficción basada casi en su totalidad en mitos, leyendas y escritos conservados sobre la presencia de Santiago en Hispania. Verdad o mito, lo cierto es que se trata de relatos que son ya cultura en gran parte de Europa. “A veces, las leyendas se convierten en fecunda realidad. Y Santiago en Compostela, como la Virgen del Pilar en Zaragoza, cumple la máxima de todo contador de historias: ‘Si no existieran, habría que inventarlas”. Santiago existe en el Camino (y sus caminos), y en los millones de pasos que lo han recorrido a lo largo de los siglos.
El escritor une con esta novela su nombre a una lista en la que destacan Gonzalo Torrente Ballester (Santiago de Rosalía Castro, Planeta, 1989); Matilde Asensi (Iacobus, La Esfera de los Libros. 2018; Jesús Torbado (El peregrino, EDB Ficción. 2008) y Fernando Sánchez Dragó (Historia mágica del Camino de Santiago, Planeta, 1999). Y presenta a Santiago como el discípulo más valiente del fundador cristiano. Es él quien se atreve a ir donde nadie nunca fue: al final del mundo (Finisterrae), donde decían que las aguas se cortaban y aparecía el abismo.