‘Lazos’, la conmoción del melodrama italiano
Daniele Luchetti sigue a toda una generación de autores de los años cincuenta y sesenta mucho más apegados al relato desbocado que a la vanguardia formal, a la pasión de los personajes que a la filigrana narrativa
Entre las etapas y movimientos cinematográficos más relevantes de la historia del cine, seguramente uno de los más olvidados por la mayoría de los cinéfilos contemporáneos sea el del arrebatado melodrama italiano de los años cincuenta, sesenta y setenta. El de autores mucho más apegados al relato desbocado que a la vanguardia formal, a la pasión de los personajes que a la filigrana narrativa. Casi nadie ve ya ni se interesa por las obras de Ettore Scola, Flore...
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Entre las etapas y movimientos cinematográficos más relevantes de la historia del cine, seguramente uno de los más olvidados por la mayoría de los cinéfilos contemporáneos sea el del arrebatado melodrama italiano de los años cincuenta, sesenta y setenta. El de autores mucho más apegados al relato desbocado que a la vanguardia formal, a la pasión de los personajes que a la filigrana narrativa. Casi nadie ve ya ni se interesa por las obras de Ettore Scola, Florestano Vancini, Antonio Pietrangeli y Valerio Zurlini, ni por la vertiente ajena a la comedia y próxima al drama sentimental y familiar de otros como Mario Monicelli, Luigi Comencini, Dino Risi, Luigi Zampa y Alberto Lattuada. Y ello a pesar de que uno de los últimos grandes éxitos populares del cine italiano en España fuese en su día La mejor juventud, de Marco Tullio Giordana, y de que a veces el cine de Luca Guadagnino ha lindado con los postulados del melodrama fogoso.
A Gabriele Mucchino, tantas veces demasiado blando y lacrimógeno, sus películas le sirvieron incluso para hacer carrera paralela en Estados Unidos, pero el que ha seguido fiel a la vehemencia sentimental en todas sus vertientes ha sido Daniele Luchetti, que hoy estrena en España la notabilísima Lazos, historia familiar de amor y rencor, desamor y venganza, adulterio y ternura, rutina y nostalgia, basada en una novela de Domenico Starnone, cuya traducción en la edición española quizá sea más explícita respecto del doble sentido del enunciado: Ataduras.
Luchetti, casi siempre sabroso en excelentes trabajos como La voz de su amo (1991), Mi hermano es hijo único (2007) y La alegría de las pequeñas cosas (2019), y que de los estrenados en España solo desbarró en La nostra vita (2010), va a por todas en Lazos. Como la vida misma, es festivo, pasional y terrible, con unos personajes fascinantes en sus imperfecciones: un periodista y escritor radiofónico egoísta, ególatra y demasiado tranquilo (“Desconfía de las personas que nunca se enfadan”), y una mujer “con tendencia a la exageración”, sempiterna manipuladora al colocar a los niños de por medio en sus peleas. Pero, como dicen también en uno de los diálogos: “Es difícil no ser desagradable cuando se está sufriendo”.
Contada en dos tiempos, con ellos de jóvenes y en la mediana edad, y ya en una época de jubilación donde todos los males se han gangrenado aún más en el hogar, Lazos cuenta una de esas historias en la que dos personas, pudiendo optar por intentar ser felices por separado, deciden ser infelices juntas. Su desestructura narrativa, combinada con el cambio de intérpretes (de jóvenes a mayores), puede crear cierta confusión durante un rato respecto de la identidad de la mujer, pero el puzle se equilibra pronto con una caja mágica que ejerce de rompecabezas y de símbolo. Luchetti, a veces tan afín a Scola, conmueve, divierte y exalta.
Lazos
Dirección: Daniele Luchetti.
Intérpretes: Alba Rohrwacher, Luigi Lo Cascio, Silvio Orlando, Laura Morante.
Género: melodrama. Italia, 2020.
Duración: 100 minutos.