Las nuevas dramaturgias eclosionan en los festivales internacionales

Creadores emergentes, como Juana Dolores y María Salgado junto a Fran MM Cabeza de Vaca conviven con nombres consagrados en las grandes citas del otoño teatral

La creadora Juana Dolores, en su espectáculo #JUANA DOLORES# *massa diva per a un moviment assembleari* (Juana Dolores, demasiado diva para un movimiento asambleario).

Hace ya años que los creadores teatrales vienen rompiendo fronteras en busca de nuevos lenguajes que eclosionan con otras artes escénicas: más allá del texto, aparece la danza, la música, la poesía, el baile. Pero las nuevas generaciones no dejan de investigar y llegan dispuestas a desarrollar nuevos discursos e impregnar los escenarios con sus propuestas más radicales y transgresoras. Y las grandes citas del teatro de vanguardia en España permanecen atentas a sus avances. Junto a creadores consagrados como Romeo Castellucci, Angélica Liddell, Christos Papadopoulos, Dimitris Papaioannou, Alain...

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Hace ya años que los creadores teatrales vienen rompiendo fronteras en busca de nuevos lenguajes que eclosionan con otras artes escénicas: más allá del texto, aparece la danza, la música, la poesía, el baile. Pero las nuevas generaciones no dejan de investigar y llegan dispuestas a desarrollar nuevos discursos e impregnar los escenarios con sus propuestas más radicales y transgresoras. Y las grandes citas del teatro de vanguardia en España permanecen atentas a sus avances. Junto a creadores consagrados como Romeo Castellucci, Angélica Liddell, Christos Papadopoulos, Dimitris Papaioannou, Alain Platel, Oskaras Koršunovas o Christiane Jatahy, conviven estos días en el Festival de Otoño de Madrid y el Temporada Alta de Girona figuras emergentes.

“El panorama teatral está tan falto de oportunidades como de directores y dramaturgos potentes e interesantes”. Así de clara se muestra la actriz y poeta catalana Juana Dolores, hija de andaluces emigrantes, que se declara “narcisista, que no egocéntrica, y esteta”. A sus 29 años, es uno de los nuevos rostros que han irrumpido con fuerza en la escena española. Lo prueba el hecho de que su nombre aparece tanto en la programación del Festival de Otoño como en el Temporada Alta de Girona, donde recientemente presentó su pieza audiovisual Miss Univers y su primera pieza para teatro, #Juana Dolores# *massa Diva per a un moviment assembleari* (Juana Dolores, demasiado diva para un movimiento asambleario), que ella misma califica de “elevación poética de un conflicto, nada más”.

Dolores debuta con esta pieza como dramaturga, pero también como actriz. Es un monólogo en el que interpreta la individualidad vulnerable y violenta frente a una comunidad que es el público. “Esta pieza nace del hecho de no tener nada que perder. Decidí hacer algo a mi manera. Sin un duro, pero como yo realmente quisiera. No me fiaba de nadie y por eso quería trabajar sola, acompañada de mis mejores amigos, que son los únicos que me entienden y los únicos que me preocupa que me entiendan. Toda esa inconsciencia o resignación me hizo ser aún más libre en el proceso de creación, y apostar y arriesgar de manera muy desprejuiciada”, asegura en una entrevista con este periódico por correo electrónico. Aunque la obra tiene el título en catalán se interpreta en castellano. “Mi obra no es mestiza, es andalucista 100%”, dice esta polifacética artista (practica la poesía visual y el videoarte), que ganó el premio Amadeu Oller de poesía con Bijuteria.

Pero aunque nombres como el de Juana Dolores son nuevos en estas citas, Alberto Conejero, poeta, dramaturgo y director del Festival de Otoño desde enero de 2020, no es partidario de etiquetarlos. “Hay creadores con una carrera muy sólida y otros a los que todavía les queda camino. Están en diferentes puntos de su vida profesional. Lo que está claro es que el momento es de absoluta eclosión y hay hueco para todos y, especialmente, para aquellos que utilizan unos lenguajes a los que todavía no estamos muy acostumbrados”, dice Conejero, que defiende que la obligación de un festival está en la búsqueda de esas zonas de riesgo, de emergencia y de insurgencia, un lugar fronterizo donde el teatro se confunda con otras disciplinas. “Yo, que vengo del teatro de texto, no renuncio a lo excepcional y a llevar hasta el límite todas las experiencias escénicas”, defiende el que fuera premio Nacional de Literatura Dramática en 2019 por La geometría del trigo.

Ejemplo perfecto de este universo en el que todos los materiales se unen de manera algo confusa y sin jerarquías, performance, poesía y música, es el que ofrecen María Salgado (Madrid, 1984) y Fran MM Cabeza de Vaca (Córdoba, 1976), que desde 2012 vienen trabajando juntos. La investigación está en el centro de sus proyectos, con el audiotexto como confluencia de las distintas artes. Bajo esta premisa estrenan esta semana en el Festival de Otoño el último fragmento de una trilogía de piezas escénicas que, con el título de Jinete Último Reino, es todo un viaje por la vida, desde el aprendizaje de la palabra y la relación con el lenguaje hasta la alfabetización cuando uno entra en la escuela y, después en la adolescencia, cómo se entra en la noche y el deseo como motor de emancipación política. “Es toda una invitación a escuchar, a sentir, es una apuesta por el placer, que requiere participación, donde el cuerpo en escena y la performance se imponen”, aseguran estos autores y directores, que también son los intérpretes de las tres obras. Conocen bien las dificultades y los vaivenes a los que están sometidos los nuevos creadores. Lo mismo estrenan una función en un gimnasio de un instituto de Getafe (Madrid) que saltan un día al teatro Valle-Inclán, sede del Centro Dramático Nacional; un espacio cedido por el Museo Reina Sofía o, ahora, a los Teatros del Canal. “Ir cambiando de sitios y espacios es la manera de encontrar otros públicos, que es una de nuestras principales dificultades”.

Hay una frase pintada en los muros que dan a la calle del Teatro del Barrio de Madrid que dice: “No hay entretenimiento más apasionante que la realidad”. La extremeña Olga Iglesias señala con el dedo estas palabras como manera de reafirmarse en el camino que, aunque tarde, ha emprendido de manera decidida. A sus 46 años y después de “ser una mercenaria de la vida”: encuestadora, mecanógrafa, ayudante de producción, lectora de libros para editoriales y otros oficios, se acaba de estrenar en el Festival de Otoño como actriz y autora junto a la periodista y activista Nerea Pérez de las Heras, madrileña de 39 años, con la obra ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? “Yo he llegado al teatro a una edad tardía y ahora me pregunto cuáles han sido las trabas a nivel personal, profesional y estructural que me han impedido ejercer la vida como quería con libertad. Y el teatro es el vehículo ideal porque en él todo es posible”, declara Iglesias en conversación telefónica.

El espectáculo de Pérez de las Heras, que dirige Andrea Jiménez, es todo un ajuste de cuentas con lo que somos y queríamos haber sido, con lo que uno se va callando y con lo que nunca nos atrevimos a hacer o decir. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? es un ejercicio de agitación política que juega con un formato de show televisivo, en el que Pérez de las Heras es la conductora del programa e Iglesias la invitada. “De una mirada crítica y comprometida ha surgido un espectáculo sobre una bollera obsesionada con su madre, que ha cumplido cuatro décadas sumida en la precariedad”, aseguran las creadoras, bien acostumbradas a lo que ellas llaman el teatro de guerrillas. “En el teatro están sucediendo cosas maravillosas, pero nos tienen que dejar hacerlas. Hay demasiados discursos que cuesta romper”.

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