‘CODA’: cine independiente sobre sordomudos felices
No tengo la sensación de haber perdido el rato con esta película de buenos sentimientos. Pero me parece una exageración que la hayan incluido en los Oscar
El título original de esta película avalada con el sello del cine independiente es CODA (siglas de Child Of Deaf Adults; traducible como “hijo de padres sordos”). Pero constato que el imaginativo subtítulo con el que la van a estrenar en España es Los sonidos del silencio. Fue el nombre que le puso Paul Simon hace más de 50 años a una canción inmortal. Es permanentemente lírica, evocadora, enigmática, triste, muy hermosa. No encuentro esas sensaciones mientras contemplo esa historia empeñada en ser amable, con la amenaza de edulcorar a los personajes y la situación que atraviesan, en la que prevés lo que va a ocurrir en cada secuencia y el que el final va a ser convenientemente feliz. Aunque recurra a los tópicos, está amablemente contada, posee un tono creíble, los intérpretes desprenden naturalidad aunque sean pintorescos. En fin, deseas que a esta familia en las que tres de sus miembros son sordomudos, con las limitaciones que puede implicar esta discapacidad (no sé si me expreso correctamente), sigan queriéndose mucho, siendo felices y comiendo perdices. Mejor dicho, degustando pescado, que es su medio de vida y pueden zampárselo en su máxima frescura.
CODA es el remake estadounidense de una película francesa que no he visto y viene avalada por la cantidad de premios que le fueron otorgados en el festival de Sundance. No he estado nunca allí, pero tampoco he tenido la menor gana de hacerlo. Es la meca del cine independiente. Y me he tragado cuantiosas peliculitas inútiles, o pretenciosas, o destinadas inmediatamente al olvido que presumen de militar en esa etiqueta tan adorada por la crítica. Por supuesto, también existe gente con talento y algo sólido que contar, que comenzó su carrera afiliándose a ese tipo de cine que presume de absoluta libertad creativa. Los mejores suelen acabar triunfando en el corrompido y mercantilista Hollywood, al que tanto despreciaban inicialmente.
¿Y qué me narra esta película que ya me la sé desde el principio, a pesar de su independencia? Pues el problema afectivo y las dudas de una chica con amor y dotes para el canto para continuar viviendo con sus sordomudos padres y hermano, traduciéndoles ante el resto del mundo, ayudándoles en sus negocios, compartiendo la alegría que les supone estar juntos, o escapar de allí para comprobar si su capacidad artística es real y puede ganarse la vida con ella. También acompañada del chaval obsesionado en que sean pareja amorosa y que posee las mismas aficiones melómanas que ella. Está dirigida por Sian Heder, señora de la que desconozco su trabajo anterior. Tiene la cualidad de despertarte más de una sonrisa con una historia sobre la que planean los tópicos. Y vuelvo a encontrarme con una actriz tan vitalista y capaz llamada Marlee Matlin, aquella mujer sordomuda que consiguió un Oscar muy justo con su interpretación en Hijos de un dios menor.
No tengo la sensación de haber perdido el rato con esta película especializada en buenos sentimientos. Pero me parece una exageración que la hayan incluido en la selección de las mejores películas del año que compiten al Oscar. Desde hace bastante tiempo, Hollywood, siempre tan pendiente de lo que le conviene a su mercado, señala a una película del cine independiente para que opte a los galardones más preciados en la cinematografía más poderosa. Así están cubiertos en su vocación democrática, en su paternalista respaldo a todo tipo de cine. Este año le ha tocado a la simpática CODA. La cuota ya está cubierta. Pero tengo razonables dudas de que se lleve la parte del león.
CODA: los sonidos del silencio
Dirección: Sian Heder.
Intérpretes: Emilia Jones, Marlee Matlin, Troy Kotsur, Daniel Durant, Eugenio Derbez.
Género: drama. EE UU, 2021.
Duración: 111 minutos.
Estreno: 18 de febrero.
Babelia
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