Luis Eduardo Aute: últimos días y el tesoro encontrado por su hijo en una casete
El vástago menor del músico rescata las últimas diez canciones del creador de ‘Al alba’ aunque, a los dos años del fallecimiento, todavía no tiene la fuerza emocional para escuchar la cinta entera
Tardó un año y medio en armarse de valor. En octubre de 2021, 18 meses después de la muerte de su padre, Miki Aute, hijo menor (35 años) del artista, se puso a la labor de organizar “las cosas de papá”. Entró al “despacho” del hogar familiar y posó su mano sobre el reproductor de casetes que utilizaba su padre para grabar lo que iba componiendo. Había una cinta dentro de la que su padre no había hablado a nadie, pero no se atrevió a escucharla. Días después regresó, respiró hondo y presionó el play. La inconfundible voz de ...
Tardó un año y medio en armarse de valor. En octubre de 2021, 18 meses después de la muerte de su padre, Miki Aute, hijo menor (35 años) del artista, se puso a la labor de organizar “las cosas de papá”. Entró al “despacho” del hogar familiar y posó su mano sobre el reproductor de casetes que utilizaba su padre para grabar lo que iba componiendo. Había una cinta dentro de la que su padre no había hablado a nadie, pero no se atrevió a escucharla. Días después regresó, respiró hondo y presionó el play. La inconfundible voz de Luis Eduardo Aute comenzó a sonar, adornada por una guitarra. Solo consiguió reproducir dos canciones de las diez de que consta la vetusta grabación. La emoción le impidió seguir adelante. “Todavía no he encontrado fuerzas para escuchar la cinta entera”, asume Miki, sentado en una terraza de Madrid mientras fuma un cigarrillo de liar. Ese magnetofón (sin el tesoro de la cinta inédita) se encuentra entre lo que se va a exhibir a lo largo del mes de mayo en la sede de la SGAE, en el centro de la capital, en una exposición que contará con charlas, actuaciones, exhibiciones de pinturas y recuerdos de un artista poliédrico que cuando le empujaban a que se definiera decía: “Yo no soy ni músico ni pintor ni poeta ni cineasta. Soy un curioso”.
Luis Eduardo Aute sufrió un infarto de miocardio en agosto de 2016. Ocurrió en su casa de Madrid, después del que fue su último concierto, en Huelva. El artista ingresó inmediatamente en un hospital y vivió dos angustiosos meses en coma. Lo superó y pasó los siguientes cuatro años en su casa madrileña, arropado por su familia (su esposa, María del Carmen Rosado Marichu, y los tres hijos de la pareja) y recibiendo visitas de amigos, músicos, poetas, pintores... Tuvo que abandonar su amado tabaco y sus vasitos de whisky y ginebra. En los mejores momentos de su convalecencia pidió unos pinceles y trabajó en lienzos. “Son cuadros un poco surrealistas, ese tipo de caras y expresiones que él solía pintar. Retratos extraños, jugando mucho con los colores, con los contrastes. A mí me encantan. Tengo uno en mi casa colgado. Después de lo que le pasó y consiguió pintar así… Yo pensaba: ‘Cómo es posible”, comenta su hijo.
En 2018 visionó la grabación del concierto homenaje en un abarrotado madrileño WiZink Center, ¡Ánimo, animal!. Un dato del que ahora nos enteramos por boca de su hijo, así que esta vez sí se cumplió la justicia poética y el homenajeado disfrutó en vida del calor de los compañeros de profesión y del público, aunque fuera en diferido. En aquel recital cantaron sus temas Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez, Ismael Serrano, Rozalén o Dani Martín. Aute lo vio en su casa, días después, en vídeo. “Y lloró, vaya si lloró”, informa ahora su hijo.
Fueron cosas que disfrutó los últimos días de su vida. También realizó alguna salida vacacional. Pero la mayoría del tiempo estuvo en casa, donde, según cuenta Miki, realizaba comentarios irónicos sobre la actualidad política. “Le llamaba la atención el surrealismo de la actualidad, las cosas tan raras que pasaban, definiendo la situación como un circo. Tenía un gran escepticismo ante todo”. La salud se empecinó en abandonarle a comienzos de 2020. Su estado era muy delicado y sufrió una insuficiencia respiratoria el 4 de abril que terminó con una vida intensa de 76 años. “No fue covid. Fue por las secuelas del infarto de 2016. Pero resultó extraño, porque ocurrió en pleno pico de la pandemia y organizar todo con las restricciones fue doloroso, como me imagino que le pasaría a muchos familiares de fallecidos por esa época”, apunta Miki.
La grabación inédita que ahora ha encontrado su hijo se registró justo antes del infarto. Aute canta en falsete, una técnica que practicaba a modo de susurro, para no alterar la convivencia con el resto de la familia. Utilizaba cintas de casete que regrababa una y otra vez, según se le ocurrían las melodías y las ideas. Hablamos de casetes con los que crecieron varias generaciones, que grababan canciones de la radio o de cinta a cinta, sistemas nada sofisticados. “Estabas por la casa y se oía muy bajita la guitarra, la voz en falsete y el sonido del magnetofón cuando lo apagaba y encendía: tac, tac. Me he criado con ese hilo musical y lo tengo muy metido. Voy escuchando la cinta poco a poco porque si no entro en barrena emocional”, apunta Miki. Su madre, Marichu, 76 años, ni se acerca a este material, hoy tan valioso para los aficionados al cantautor. “Ella está todavía muy sensible. No puede ni ver fotos suyas”, informa Miki, que es realizador de vídeos y trabajó con su padre en discos y películas.
Luis Eduardo y Marichu estuvieron juntos 52 años. Se casaron en 1968 y ya nunca se separaron. Ella fue la inspiración de una carrera que el artista dedicó al romanticismo y a ensalzar la belleza. Todavía existe la creencia de que Al alba fue una composición inspirada en los últimos fusilamientos del franquismo, cuando se trata de una canción de amor a Marichu. Una más. “Además de ser su musa, mi madre también era su contacto con la realidad. Mi padre vivía en su mundo artístico. Pasaba toda la mañana trabajando en la creación, descansaba para comer y luego se encerraba otra vez hasta la noche. No paraba. Y ella era su conexión con el mundo físico, además de su compañera. Tuvieron sus altibajos, claro, pero es que estuvieron juntos tanto tiempo… Yo lo pienso y me da vértigo”, dice Miki con una sonrisa.
La mañana misma de la charla con este periódico, Miki ha encontrado entre las cajas de su padre un librito de un verde desgastado de Robert Louis Stevenson, Oraciones de Vailima y Sermón de Navidad. Ha decidido exponerlo en la muestra de la SGAE porque su madre le ha dicho: “Es el único libro que tuvo siempre en su mesilla de noche”. Si se abre se pueden leer notas tomadas a boli y a lápiz del propio Aute. Una es el teléfono (fijo) del productor de cine Andrés Vicente Gómez. Otra, este poema/reflexión: “Y yo me pregunto, ¿por qué me pregunto preguntas que se preguntan?”.
Entre el material hallado por Miki hay manuscritos, cosas que había dejado a medias. Una nota: “Llamar a Pepe Caballero”. Esa conversación con el escritor José Manuel Caballero Bonald que nunca se produjo y que arropa una coincidencia nefasta: el poeta falleció en mayo de 2021, 13 meses después que Aute. También dibujos de cuando el artista era un niño de ocho o nueve años. También el original (de 1962) beso, la famosa silueta del perfil de una persona que luego siempre utilizó para firmar sus autógrafos. Con las diez canciones inéditas del casete la idea es publicar un disco. La opción es que otros artistas cojan esos bocetos y los reinterpreten. “También se puede editar en crudo, con la voz en falsete”, apunta.
Miki afirma que el duelo por la muerte de su padre continúa. Y así será siempre, amortiguado lógicamente por el paso del tiempo, pero siempre latente y presente cuando suenen esos hermosos versos de La belleza, una de sus canciones más emblemáticas: “Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo, ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada la belleza”.