Blanca Berlín: “Hay más divismo entre los fotógrafos que empiezan”
La galerista celebra 15 años desde que abrió su local en el centro de Madrid, en el que expone y vende obra de consagrados y emergentes. Cree que la facilidad para tomar instantáneas con el móvil irá en detrimento del arte de la imagen
Blanca Berlín (Madrid, 64 años) celebra en 2022 los 15 años al frente de su galería en Madrid, especializada en fotografía, una rara avis en el mercado del arte, en la que monta exposiciones y vende obra de autores consagrados y emergentes. Ella también fue fotógrafa más de veinte años, sobre todo para revistas y guías de viajes, lo que le permitió viajar por todo el mundo. Hasta el 30 de julio puede verse en su establecimiento del centro de la capital una selección de ...
Blanca Berlín (Madrid, 64 años) celebra en 2022 los 15 años al frente de su galería en Madrid, especializada en fotografía, una rara avis en el mercado del arte, en la que monta exposiciones y vende obra de autores consagrados y emergentes. Ella también fue fotógrafa más de veinte años, sobre todo para revistas y guías de viajes, lo que le permitió viajar por todo el mundo. Hasta el 30 de julio puede verse en su establecimiento del centro de la capital una selección de Carlos Pérez Siquier, como homenaje al gran fotógrafo almeriense, fallecido en septiembre, dentro del festival PHotoEspaña.
Pregunta. ¿Cómo se vive en España de vender fotografía en una galería?
Respuesta. Sufriendo mucho y, de alguna manera, sobreviviendo. En mis 15 años he notado un incremento enorme de este mercado, aunque al principio no se vendía nada. ¡Pero estamos aquí!
P. ¿Por qué colgó las cámaras?
R. El trabajo estaba muy precario, cada vez te pagaban menos y más tarde. Con la digitalización, las redacciones empezaron a enviar a redactores con cámara para que hicieran las dos funciones. Mi último trabajo fue en unas Navidades para fotografiar una fiesta de máscaras en Galicia. Lo publicaron un año después y lo cobré un año y medio después de haberlo hecho. Se intuía que aquello no iba bien.
P. Abrió su local en 2007, entonces una pionera.
R. Se me ocurrió esa feliz idea y podía haber sido un batacazo monumental porque no era galerista, no tenía ni idea de qué era el mercado, aunque tenía contactos y sabía el terreno que pisaba. Ni siquiera pensé en dejar la fotografía, al principio creí que podría compatibilizar ambos trabajos, pero fue imposible. Fui ingenua y osada, quizás tomé un camino que no estaba lleno y salió bien, ¡ante mi sorpresa!
P. ¿Qué echa en falta aquí que hay en el mercado fotográfico de otros países?
R. Hemos ido a la zaga en el arte en general. Cuando empecé, en Francia, uno de los referentes, había tradición de coleccionismo que no existía aquí. Esto era un páramo.
P. ¿Quiénes son sus compradores?
R. Que alguien entre y compre una foto es raro. Hay coleccionistas que son clientes habituales. La galería vive mucho del fondo, no tanto de las exposiciones, y luego hay profesionales con nivel adquisitivo que quieren decorar sus casas. Eso es un germen de coleccionismo.
P. ¿Qué le dice a quien quiere comprar una de sus fotos?
R. Hay coleccionistas importantes que cuando vienen le digo a mi equipo: “No os acerquéis” porque les gusta ver a solas. Otros te piden consejo porque no tienen mucha idea, pero vendemos solo lo que nos gusta. Cuando no tienes entusiasmo por una obra, se te nota.
P. ¿Cuál ha sido el peor momento de las crisis que le han tocado?
R. A mediados de 2012 no habíamos vendido nada ese año. Tomé la decisión de cerrar, pero en el verano le di vueltas, rescaté mi plan de pensiones y metí ese dinero en la galería y empecé a subir de nuevo. Fue como un premio.
P. ¿Qué busca en un fotógrafo?
R. Primero que me guste y luego doy importancia a la trayectoria. Nos llegan casi a diario ofertas para unirse a nosotros, pero si solo tienen alguna obra buena no me vale.
P. ¿Cuáles son sus favoritos?
R. Mi maestro fue Ramón Masats, con el que inauguré. De la generación de fines de los cincuenta, que fue espectacular, me parece el mejor. Luego Isabel Muñoz, los latinoamericanos Luis González Palma y Cecilia Paredes, y emergentes como Soledad Córdoba y Alberto Ros. También es importante que me gusten personalmente, pasarlo bien con ellos.
P. ¿Hay mucho divismo entre los fotógrafos?
R. Es más con la gente joven, es más habitual entre los que empiezan, que se creen que se van a comer el mundo porque han tenido un par de premios, y se equivocan. Esto es muy duro. Alguno viene con unas ínfulas…
P. ¿No le aburre tanto conceptualismo en la fotografía?
R. Cuando se cuenta algo auténtico, me interesa, pero el conceptualismo que no responde a un proyecto artístico, no. Que solo puedas entender una exposición leyendo todos los textos que acompañan las fotos, pues no…
P. ¿Tuvo que soportar desprecios por ser mujer?
R. He sido siempre profundamente feminista, pero no me gusta que me etiqueten. En mi galería quizás exponen más mujeres, pero no porque lo sean, sino porque son muy buenas.
P. Nos pasamos el día mirando fotos en el móvil y en redes sociales, ¿influye en la fotografía?
R. Va a afectar, como sucedió con el cambio al digital. Estamos en una transición que, creo, no va a ser buena para la fotografía. Esa facilidad con el móvil para hacerlas...
P. ¿Qué espera del futuro Centro Nacional de la Fotografía, en Soria?
R. Es muy necesario. Hay gente importante detrás trabajando por ello. Somos uno de los países con mejor nivel fotográfico en el mundo, a la par que EE UU, Francia, Alemania... pero no tenemos ni su internacionalización ni un centro nacional.