Por qué se informó a las abejas de Isabel II de la muerte de la reina

La tradición de comunicar a estos insectos un deceso en la familia es un rito centenario y aparece reflejado en obras literarias y artísticas

John Chapple, presidente de London Beekeepers Association y apicultor de las colmenas reales, fotografiado en 2008.SIMON DAWSON (bloomberg)

De todas las ceremonias que han rodeado las largas exequias de Isabel II, que terminan este lunes con el funeral de Estado, la más extraña pudo parecer el momento en el que el responsable de las colmenas de la reina, John Chapple, informó del deceso a las abejas de la soberana, fallecida el pasado 8 de septiembre a los 96 años. Este rito, ...

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De todas las ceremonias que han rodeado las largas exequias de Isabel II, que terminan este lunes con el funeral de Estado, la más extraña pudo parecer el momento en el que el responsable de las colmenas de la reina, John Chapple, informó del deceso a las abejas de la soberana, fallecida el pasado 8 de septiembre a los 96 años. Este rito, que reveló el Daily Mail, consistió en acercarse a cada colmena en Clarence House y Buckingham Palace y pronunciar la siguiente frase: “El ama ha muerto, pero no te vayas. Tu amo será un buen amo para ti”. Y luego envolverlas con un lazo negro. Sin embargo, se trata de un ritual que no es en absoluto exótico: es una tradición profundamente arraigada en todo el mundo.

En Ofrenda a la tormenta, una novela de la autora española Dolores Redondo, se recoge la siguiente escena: “En Baztán, cuando alguien moría, la señora de la casa iba al campo hasta el lugar donde tenían las colmenas, y mediante una fórmula mágica les comunicaba a las abejas la pérdida y necesidad de que hicieran más cera para los cirios que debían alumbrar al difunto durante el velatorio y el funeral”. En su clásico Huckleberry Finn, Mark Twain relata lo siguiente: “Si un hombre tenía una colmena y se moría ese hombre, había que decírselo a las abejas antes de que volviera a salir el sol a la mañana siguiente, porque si no se ponían enfermas, dejaban de trabajar y se morían”.

Un cuadro del pintor naturalista británico Charles Napier Hemy (1841-1917) muestra a una viuda y a su hijo recorriendo las colmenas para comunicar la noticia a los insectos. Se titula precisamente Telling the bees. Incluso se puede ver en YouTube una película holandesa de 1926 en la que un señor se acerca de forma ceremoniosa, con su pipa entre los dientes, a sus colmenas para explicarles a las abejas una desgracia familiar.

Cuadro de Charles Napier Hemy 'Telling the bees' (1897).

El blog Mieladictos, coordinado y escrito por el apicultor Alberto Colina, recoge muchas más muestras de una tradición que viajó desde Europa hasta América y de la que existen numerosos testimonios. “Las abejas siempre han estado ligadas al momento de la muerte”, explica Dolores Redondo, que relata que la escena que recreaba en su novela procede de la tradición oral del valle. Allí las palabras que se pronuncian son “Erliak, erliak Gaur hil da etxeko nausia Erliak, erliak, Eta behar da elizan argia”, que se pueden traducir como: “Abejas, abejas, hoy la dueña de la casa ha muerto. Abejas, abejas, necesitamos cera en la iglesia”.

“Cuando escribí la trilogía, me sorprendió la cantidad de ritos similares que existían en numerosos lugares del mundo”, relata la escritora navarra. “Existe, por ejemplo, una tradición en Galicia que relaciona el zumbido de las abejas con la liberación del alma después de la muerte”, prosigue. Cuando se velaba el muerto, había un momento en el que todos los que estaban en la casa subían a la habitación donde estaba el finado e imitaban el zumbido para facilitar el tránsito al otro mundo.

Eva Crane, una erudita británica que se pasó la vida estudiando las abejas y la apicultura, dedica el sexto capítulo de su clásico, El libro de la miel (Fondo de Cultura Económica, aunque desgraciadamente agotado), a estas ceremonias. El título es ‘Contárselo a las abejas’. “Uno de los resultados de la secularización de las abejas”, escribe esta estudiosa fallecida en 2007, “parece haber sido el aumento de su consideración en el ámbito familiar. De hecho, son consideradas como parte de la familia. El rito de ‘contar a las abejas’ una muerte u otro acontecimiento familiar es uno de los más recordados de todas las costumbres relacionadas con las abejas y la miel”.

Detalle de una abeja en Maintal (Alemania).ARNE DEDERT (AFP)

En su libro, Crane sitúa las primeras huellas de este rito en el siglo XVI, concretamente en un pasaje del erudito alemán Joachim Gamerarius (1500-74): “¿Quién creería sin superstición (si la experiencia no lo hiciera creíble) que lo más común es que todas las abejas mueran en sus colmenas si el dueño o la dueña de la casa mueren por casualidad, a menos que las colmenas sean trasladadas inmediatamente a otro lugar? Y, sin embargo, sé que esto ha sucedido a personas que no están manchadas por la superstición”.

El folclorista británico Mark Norman publicó un libro titulado precisamente así: Telling the Bees and Other Customs: The Folklore of Rural Crafts (Contar a las abejas y otras costumbres: el folclore de las tradiciones rurales). Su explicación coincide con la de Crane: aunque algunos estudiosos argumentan que se remonta a la mitología celta, que creía en la relación entre las abejas y el alma —ahí engancharía con las tradiciones gallegas— sostiene que empieza a hacerse habitual en los siglos XVIII y XIX.

“Encontramos indicios de que se generalizó tanto en América como en Europa en aquellos tiempos”, escribe Norman. “Estaba bien documentada en Nueva Inglaterra, por lo que pudo haber viajado hasta América con los colonos. La comunicación de una muerte a las abejas se hacía colmena por colmena. El apicultor golpeaba primero la colmena antes de transmitir la noticia de la muerte, y la colmena se cubría también con un paño negro o una pieza similar durante el periodo de luto. En algunos lugares, se cantaba a las abejas en lugar de hablarles. Se consideraba de muy mala suerte ignorar a las abejas y no comunicarles una muerte u otro acontecimiento familiar importante. No hacerlo significaba que las abejas abandonarían la colmena o perecerían”.

Se trata de una tradición que, como demostró la muerte de la reina, no ha desaparecido totalmente, por lo menos en el Reino Unido. Stephen Fleming, apicultor y codirector del magazine BeeCraft, la principal publicación del sector en el Reino Unido, explicó a The New York Times que había realizado una ceremonia similar cuando falleció un amigo suyo. “Creo que es algo que le hubiese gustado”. Sin embargo, el apicultor Alberto Colina explica que en España sí se ha ido borrando: “He realizado una consulta rápida telefónica entre apicultores de la Comunidad Valenciana, La Rioja y País Vasco, y no son conscientes de que se siga celebrando la despedida de las abejas. Sí me dicen que han oído hablar de despedida de abejas en la zona de Las Hurdes, en Extremadura. Por Castilla y León, tampoco conozco nada. Por lo que parece, hoy nos preocupamos más por el precio de la miel y por mantener a las abejas sanas”.

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