‘Todo va a mejorar’, el último alegato de Almudena Grandes por la libertad
La escritora, fallecida en noviembre de 2021, dejó una novela en la que imaginó los efectos de la pandemia en una España distópica. El libro llega el martes a las librerías
Dieciocho días después de que se decretase el estado de alarma que confinó a todos los españoles en sus casas, Almudena Grandes abrió el 1 abril de 2020 un nuevo cuaderno y arrancó lo que acabó siendo Todo va a mejorar. La novela póstuma de la escritora madrileña llega a las librerías el martes 11 de octubre, —cuando se acerca el primer aniversario de su fallecimiento, el 27 de noviembre pasado— con un escueto último capítulo y unas notas f...
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Dieciocho días después de que se decretase el estado de alarma que confinó a todos los españoles en sus casas, Almudena Grandes abrió el 1 abril de 2020 un nuevo cuaderno y arrancó lo que acabó siendo Todo va a mejorar. La novela póstuma de la escritora madrileña llega a las librerías el martes 11 de octubre, —cuando se acerca el primer aniversario de su fallecimiento, el 27 de noviembre pasado— con un escueto último capítulo y unas notas finales de su viudo, el poeta, escritor y director del Instituto Cervantes. En esas cinco últimas páginas, Luis García Montero explica el proceso del libro, cómo trabajó en él Grandes, y su contribución final tras su fallecimiento para acabar de contar la historia, según el plan cuidadosamente detallado por la novelista en sus cuadernos, algo que hacía con cada uno de sus libros.
La pandemia está en la primera línea de esta nueva novela en la que la escritora se volcó con la misma pasión y entusiasmo que con sus libros anteriores, aunque esta vez se proyectó al futuro e imaginó una trama de ciencia ficción peligrosamente cercana. Están los aplausos, los sucesivos encierros y restricciones, los chivatazos, la regularización y control de viajes y traslados, la obligatoriedad de animarse y ser felices —casi como obligación nacional— la separación forzosa de familias. Pero también un nuevo cuerpo de agentes de seguridad del Estado compuesto por porteros de discoteca, una división de psicólogos espías o un férreo impulso del aumento de natalidad, limitando el acceso a los anticonceptivos de las mujeres jóvenes a partir de los 32 años. “Para entender el presente, Almudena decidió ir al pasado en las novelas de los Episodios de una guerra interminable, y con este libro pensó en imaginar un futuro alegóricamente y señalar dos posibles peligros. Por un lado, que los cuidados fuesen un ataque a la libertad. Por otro, que se desarrollase una economía imperativa que convirtiera la sociedad en una gran empresa, en un gigantesco supermercado”, explicaba García Montero la mañana del jueves en Madrid.
El mundo vivía en 2020 un momento extraño como si se tratase de una realidad distópica, y esa incertidumbre y miedo pusieron la imaginación de la novelista en marcha. “Le gustaba leer novelas de misterio y ciencia ficción, especialmente El cuento de la criada de Margaret Atwood, un libro que lleva décadas recomendando”, explicaba Luis García Montero. “La crisis de 2008 también le hizo interrumpir los Episodios y escribió Los besos en el pan. Esta vez pasó algo parecido, y escribió sobre lo que estaba pasando e imaginó la manipulación de buenas ideas”.
Durante los meses más duros de la pandemia, él acudía a la sede del Instituto Cervantes y Grandes se quedaba en su domicilio. La promoción de La madre de Frankenstein, la quinta entrega de su serie de novelas sobre la Guerra Civil y la posguerra en España que había sido presentada en febrero de 2020 se vio abruptamente interrumpida por la covid. “La gira se tuvo que cancelar, pero seguimos haciendo encuentros por las redes y entrevistas y clubs de lectura”, recordaba esta semana su editor en Tusquets, Juan Cerezo, y añadía que la tirada inicial de esa novela de 120.000 ejemplares se ha multiplicado este año hasta los 300.000 incluyendo la edición de bolsillo.
Meticulosa y aplicada planificadora, la autora de los Episodios de una guerra interminable tenía investigado y bien definido Mariano en el Bidasoa, el último libro que cerraría esa saga de seis novelas históricas. “Tenía mucho material y contaba esa novela con todo lujo de detalles, pero nunca empezaba un nuevo Episodio sin haber terminado la promoción del anterior”, explicaba Cerezo. Y en eso, se cruzó Todo va a mejorar. “Me dijo ‘voy a ver si tengo historia’. Y aunque está situado en un futuro próximo, este libro no se aleja tanto de la serie, es su mundo, sus personajes, Madrid, con resistentes, que son gente normal, con el valor suficiente para enfrentarse a lo que nadie se enfrenta, héroes modestos”, defendía el editor.
Como su admirado Galdós, Grandes aterrizaba los acontecimientos históricos en sus personajes, llenos de afectos y problemas cotidianos. “Almudena quería convertir la historia en vida”, subrayaba García Montero. Así, desde la despoblación rural hasta la híperconexión a dispositivos electrónicos, nuestra vieja y nueva normalidad va apareciendo en Todo va a mejorar. Y la novelista fabula e imagina distintos escenarios. Por ejemplo, un importante brazo de la resistencia contra el régimen que domina España se instala en Marruecos, donde una guerra ha dado como bando ganador al pueblo saharahui. “Escribió antes de la última crisis con Marruecos y ahí está la simpatía que ella siempre tuvo por esta causa. También pensó en los intentos que hubo antes de la Guerra Civil de entrar en España desde el norte de África”, aclaraba García Montero, y añadía que hay otro homenaje a esos militares y policías que en el 36 fueron leales a la República.
Últimas páginas
A finales de julio de 2020 ya llevaba 104 folios escritos, como expone el poeta en sus notas finales, y en agosto mandó los primeros capítulos a Cerezo. El 15 de octubre registró en ese mismo cuaderno, donde preparaba la novela y volcaba sus ideas y planes, la primera sesión de quimioterapia. En una revisión rutinaria en septiembre le habían detectado un cáncer. Grandes se aferró a Todo va a mejorar con un creciente sentimiento de urgencia. Siempre hablaba de sus personajes y de sus tramas, con su familia y amigos. “En casa a veces bromeábamos y decíamos que estábamos viviendo, por ejemplo, en el Madrid de 1940″, contaba su esposo. Esta vez todos le pedían que se cuidara y aparcara un poco el trabajo, pero ella insistía en que nada la hacía más feliz que seguir apasionada escribiendo esta historia.
Cerca de 70 personajes aparecen en la novela en la que un empresario, el Gran Capitán, decide tomar el control del país tras las sucesivas pandemias que asolan España. Grandes va sembrando su novela de guiños y homenajes a amigos y familiares, prestando sus nombres a los protagonistas de Todo va a mejorar y recurriendo a escenarios familiares como Becerril, el pueblo de la sierra donde pasó mucho tiempo en su infancia, o los Peñascales, la urbanización en Torrelodones donde viven una pareja de buenos amigos. El habla y las costumbres de las mujeres centroamericanas que trabajan en las casas de la nueva clase dominante que surge con el triunfo de los planes del Gran Capitán la consultó con poetas amigos, y en los detalles técnicos sobre los hackers, que crean un sistema para desconectar a la mayor parte de los ciudadanos de internet, contó con el asesoramiento de su hijo Mauro, que conoce a fondo el tema por su profesión.
Hay guiños también a un concierto de Sabina, al pueblo de Rota donde pasaba los veranos, e incluso al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, el único personaje real que aparece en la trama, rechazando entrar en el plan que le propone el Gran Capitán. “Su primera legislatura fue el gobierno con el que Almudena más se identificaba”, apuntaba García Montero. También aparecen la enfermedad y el cuidado que un hombre enamorado da a su esposa.
Quedaba un último capítulo para terminar la novela y la debilidad de Grandes era palpable cuando le pidió a García Montero que la terminara y revisaron juntos las cuatro ideas que había esbozado para el final en su cuaderno. “Almudena repasaba todo lo que llevaba escrito antes de arrancar un nuevo capítulo y yo hice lo mismo. Lo leí tres veces y tuve listo ese último capítulo a finales de mayo”, confesaba. El título que ella dejó escrito para el cierre fue La transición. “Almudena quería que el héroe comprendiese que las transiciones no se hacen sin sangre, que hay sacrificios para alcanzar la reconciliación”.