5.500 flores para soplar las 100 velas de Lola Flores
Flamencos y miles de vecinos de Jerez de la Frontera se unen en una fiesta popular para celebrar el centenario del nacimiento de la Faraona, que abre el año de actividades
Lola Flores, vestida de azul y enjoyada, abre el cierro del balcón y, mirando a cámara entre gitanillas, espeta: “Nací un domingo a las 12 en punto de la mañana, abajo mi padre tenía un bar que se llamaba La fe de Pedro Flores y había unos clientes que tenían un acordeón y mientras yo nací ellos tocaban la Marcha Real”. Palabra (en hemeroteca) de La Faraona. Habrá que creerla, ya saben por otra perla suya que ella nunca mentía, lo que decía se hacía verdad. Y aquí están miles de personas en una cálida mañana de enero de Jerez de la Frontera escuchando justo la misma voz de la folclórica...
Lola Flores, vestida de azul y enjoyada, abre el cierro del balcón y, mirando a cámara entre gitanillas, espeta: “Nací un domingo a las 12 en punto de la mañana, abajo mi padre tenía un bar que se llamaba La fe de Pedro Flores y había unos clientes que tenían un acordeón y mientras yo nací ellos tocaban la Marcha Real”. Palabra (en hemeroteca) de La Faraona. Habrá que creerla, ya saben por otra perla suya que ella nunca mentía, lo que decía se hacía verdad. Y aquí están miles de personas en una cálida mañana de enero de Jerez de la Frontera escuchando justo la misma voz de la folclórica, la misma marcha y a la misma hora, pero 100 años después. Ella ya no está para contarlo o, al menos, físicamente, porque por la plaza de Belén no hay dudas de que está “más viva que nunca”, como ha asegurado la alcaldesa Mamen Sánchez.
Casi 3.000 personas ―según estimaciones de la Policía Local― se reunieron este mediodía justo al costado del que será el futuro Centro de Interpretación de Lola Flores para festejar con flamenco y muchas flores el pistoletazo oficial del año del centenario de su nacimiento. No fueron tantos jerezanos como en la boda de Lolita (5.000, según las crónicas de la prensa rosa del momento), pero aquí el archiconocido “si me queréis, irse” era al revés. El Ayuntamiento intentó reunir a la mayor cantidad posible de personas que quisieran y admirasen a la folclórica y eso que ya solo los más mayores podían presumir de haberla conocido con vida. Era el caso de Antuan de Castro, acostumbrado a seguirla allá por donde iba cuando él era un joven bailarín y ella una artista consagrada: “No era la que mejor cantaba, pero era la mejor artista. Hacía de todo, era una mezcla impresionante”. A su lado, la bailaora Angelita Gómez, asentía: “Fue una adelantada a su tiempo”.
5.500 claveles rojos colgaban de un enorme domo, colocado en el centro de la plaza y surcado por miles de hilos del mismo color para recrear la figura de Lola en danza. Era la evocación a flores y flecos en forma de instalación artística efímera firmada por Javier Varela, de Florenea, que sirvió como punto de partida del homenaje. Fue colocar la alcaldesa el último clavel y empezar el espectáculo. Al toque de las campanas de la catedral le siguió la grabación del acordeón con la Marcha Real. Para entonces, el auditorio de la plaza ya estaba lleno, la mayoría pensando en La Faraona, otros por el espectáculo y alguno que otro pendiente de las gitanillas listas para regalar. “¡Queda inaugurado el Año Lola!”, exclamó la regidora justo al arranque del espectáculo. Todo era tan ecléctico, popular y entrópico que es probable que a Lola le hubiese gustado. Ya lo dijo: “Soy del pueblo y nunca he querido ser marquesa”.
Para la mayoría de los congregados, Lola es la que felicita cada año, copa de cava y boa al ristre, en ese vídeo que recibe decenas de veces por WhatsApp. La que dijo que el “brillo de los ojos no se opera”, que “se puede hacer de todo en la vida, te puedes fumar un porro un día y no pasa nada, pero con método”. La que sentó en una mesa de entrevistas a un grupo de mujeres transexuales para decir orgullosa que las admiraba. Todo eso ocurrió hace más de 30 años, pero suena actual, posible y necesario hoy en día. Y quizás por eso la Flores está tan viva que no necesite muchas presentaciones entre los más jóvenes. El cantaor Fernando Soto era tan solo un niño de 10 años cuando ella murió. “Pero es mi maestra, mi musa. Sin haberla conocido, me inspiró todo”, explicó el artista poco antes de subirse al escenario.
Él fue uno de los encargados de recordar a los presentes que, más allá del personaje total que era, Flores era cante y baile. Junto a Soto, Macarena de Jerez, Mara Rey o Lucía Aliaño protagonizaron un completo repaso musical por una artista global capaz de marcarse una suerte de proto hip hop en Como me las maravillaría yo —los niños de la fundación para la integración social Alalá se atrevieron solo con una estrofa porque cantar aquello de “yo tenía un arcón que tenía tronchi tronchito pencajo y pencajito, detrás de la pica un grajo detrás de la graja una tinaja con veinticinco mujeres y una raja” tiene su aquel― a la profundidad sobrecogedora de Réquiem por García Lorca, interpretado por Soto. Hubo más cante, en un espectáculo que fue de menos a más, pero también muestras de ese baile medidamente anárquico y pasional. Ahí estuvo Rey —con broma incluida al bajar del escenario al exclamar “pero el pendiente no lo quiero perder”— entregada cantando Te lo regalo, oda al despecho musical creado mucho antes del shakirazo que ahora convulsiona la escena musical.
El telón de fondo de tanta fiesta estaba en la Nave del Aceite, el futuro centro de interpretación que abrirá en primavera y del que, por ahora, da señas la alcaldesa Sánchez: “Era su principal deseo y será en su año”. No será en su casa natal de la calle del Sol, como ella pidió con esa humildad tan teatral en la misma grabación en la que contó como nació, pero sí será “pequeñito y entrañable”, como quería. Más que el tamaño, el reto será contener al genio dentro de la lámpara, condensar la esencia del personaje en un espacio que pretende ser un punto de encuentro que sea capaz de dar respuesta al porqué del magnetismo del personaje, como ya han anunciado sus creadores.
Pero eso será más adelante, en los siguientes meses de un año que promete ser intenso y al que se están sumando distintas instituciones culturales del país. Por ahora, Jerez abrió boca con una fiesta más ciudadana y familiar que otra cosa. Está por ver cómo se materializa en lo cultural y académico el año Lola jerezano. El reto es enorme. A fin de cuentas, ella hizo tan grande, poliédrico y magnético a su propio personaje que cuando la persona murió, Lola Flores siguió estando ahí. Ya (también) lo dejó dicho: “Tengo más fuerza que Chernóbil”. Pues eso.