Muere Helmut Berger a los 78 años, el icónico actor de ‘La caída de los dioses’ de Visconti
El actor austriaco, definido como el “hombre más atractivo del mundo”, ayudó a derribar tabúes sexuales encarnando a personajes narcisistas y bisexuales
Helmut Berger (1944, Bad Isch, Austria), icono del cine europeo de los años sesenta y setenta que ayudó a derribar ciertos tabúes sexuales de esa época, ha muerto este jueves en Salzburgo (Viena) pocos días antes de cumplir 79 años. El austriaco fue descubierto como actor por el director italiano Luchino Visconti, del que fue amante durante años. Su vida estuvo marcada por grandes éxitos en el cine ...
Helmut Berger (1944, Bad Isch, Austria), icono del cine europeo de los años sesenta y setenta que ayudó a derribar ciertos tabúes sexuales de esa época, ha muerto este jueves en Salzburgo (Viena) pocos días antes de cumplir 79 años. El austriaco fue descubierto como actor por el director italiano Luchino Visconti, del que fue amante durante años. Su vida estuvo marcada por grandes éxitos en el cine como La caída de los dioses (1969), El retrato de Dorian Gray (1970) o Miércoles de ceniza (1973), pero también por escándalos y depresiones, sobre todo tras la muerte de Visconti en 1976. El intérprete, conocido por encarnar personajes bisexuales y narcisistas, fue un icono gay y recibió en dos ocasiones (2008 y 2010) el Premio Teddy del colectivo homosexual alemán.
Nacido en el seno de una acomodada familia de hoteleros de la región austriaca de Salzburgo, Berger aprendió inglés, francés e italiano durante estancias de estudio en París, Ginebra, Londres e Italia. En 1964, con 20 años, conoció a Visconti, que tenía 58, es decir, 38 años más que el entonces joven Berger, que soñaba con ser actor.
Gracias a su rara belleza y temperamento acusado, realizó una carrera relámpago e interpretó películas consideradas de antología, sobre todo de la mano de Visconti. Su primer gran éxito fue en La caída de los dioses (1969), dirigida por su mentor, para la que Berger fue nominado para un Globo de Oro. Le siguieron éxitos en películas como El retrato de Dorian Gray (1970), El jardín de los Finzi-Contini (1970) o Ludwig (1972). En Miércoles de ceniza (1973) Berger apareció en la gran pantalla junto a mitos de Hollywood como Elizabeth Taylor y Henry Fonda.
En esa época, la revista Vogue aseguró que Helmut Berger era el hombre más atractivo del mundo. El actor personificó la ruptura de los tabúes sexuales en el cine europeo y se hizo especialmente conocido por sus retratos de personajes narcisistas y bisexuales. En su autobiografía, Ich, publicada en 1998, el actor aseguró haber tenido relaciones sexuales con decenas de famosos de la época, como Rudolf Nureyev, Britt Ekland, Ursula Andress, Nathalie Delon, Linda Blair, Jerry Hall, Bianca y Mick Jagger.
Tras la muerte de Visconti, que no solo fue su mentor y amante sino un especie de “padre sustituto”, el actor cayó en una profunda crisis, con un intento de suicido, excesos de alcohol y un estilo de vida decadente. Llegó a decir que después de su muerte no podría enamorarse nunca más. En los ochenta apenas apareció en las grandes pantallas, aunque participó en nueve episodios de la serie estadounidense Dinastía.
En 1990 actuó en la tercera entrega de El Padrino, interpretando el papel de un banquero corrupto. Unos años más tarde, en 1994, se casó con la actriz italiana Francesca Guidato, un matrimonio que duró unos 15 años. A partir de los 2000 se alejó del cine y de las televisiones para cuidar en Salzburgo de su madre anciana, que falleció en 2009. Volvió a aparecer en la vida pública en 2013 cuando fue candidato en un concurso televisivo de supervivencia en la selva australiana. En 2018, con 74 años, tuvo su debut en el teatro, al actuar en la Volksbühne de Berlín en una obra del director español Albert Serra, Liberté, donde interpretaba a un barón. Un año más tarde, anunció que debido a su delicado estado de salud, tras sufrir varias neumonías, daba por terminada su carrera como actor.
Su agente, Helmut Werner, ha dicho este jueves a la prensa local que Berger “vivió hasta el final feliz, satisfecho y de buen humor en Salzburgo”. Y concluyó con una cita del fallecido: “Viví tres vidas. Y eso en cuatro idiomas. ¡No me arrepiento de nada!”.