El toro de Madrid, un problema
Álvaro Lorenzo da la vuelta al ruedo en un festejo muy desigual, en el que se lidiaron reses de cuatro hierros
La corrida se anunció como un “mano a mano” entre tres toros de Los Bayones y tres de El Vellosino. A los pocos días, Plaza 1 dijo que los primeros no se podrían lidiar por razones sanitarias y que serían sustituidos por otros de Las Ramblas. Al final, tras los preceptivos reconocimientos veterinarios, el asunto ha quedado en tres reses de El Vellosino, dos de Lagunajanda y uno de Martín Lorca, lo que...
La corrida se anunció como un “mano a mano” entre tres toros de Los Bayones y tres de El Vellosino. A los pocos días, Plaza 1 dijo que los primeros no se podrían lidiar por razones sanitarias y que serían sustituidos por otros de Las Ramblas. Al final, tras los preceptivos reconocimientos veterinarios, el asunto ha quedado en tres reses de El Vellosino, dos de Lagunajanda y uno de Martín Lorca, lo que toda la vida se ha considerado una “limpieza de corrales”; pero faltaba la guinda: el segundo de El Vellosino fue devuelto y el sobrero perteneció al hierro de Las Ramblas.
En fin, un baile impropio de la que se considera la primera plaza del mundo; dicho de otro modo: la empresa de Madrid tiene un serio problema con el toro.
El pasado 16 de junio, el empresario Rafael García Garrido afirmaba en este periódico que es muy difícil encontrar toros con el trapío suficiente para esta plaza. Hombre, será difícil encontrarlos para las exigentes figuras del momento, pero sorprende sobremanera que persista el problema para un cartel veraniego como el de este domingo. Recuérdese que la Unión de Criadores de Toros de Lidia, la asociación de primera, integra a 350 ganaderías, y las cuatro restantes a 750, que hacen un total de 1.100 ganaderías bravas existentes en nuestro país.
Cuesta creer que no sea posible encontrar una corrida completa en el campo. Y la situación exige una explicación por parte de la empresa, que está dejando su credibilidad por los suelos. No hay razón aparente para que el 2 de julio salgan al ruedo reses de cuatro hierros distintos, y si existe, la afición tiene derecho a saber cuál es, más allá de culpar a la pandemia.
Y los toros que se lidiaron no facilitaron la labor de una terna necesitada de triunfos. Bien presentados en general, los seis, a excepción del lidiado en tercer lugar, sin cara, impropio de esta plaza (otro misterio que merece una explicación), muy desiguales en los caballos y sosos, descastados, sin raza ni fortaleza en el tercio final. Solo se salvó de la quema el quinto, de Martín Lorca, que embistió al caballo con la cara alta, acudió en banderillas y embistió en la muleta con aceptable condición, sin que permitiera echar las campanas al vuelo. Tampoco las echó su lidiador, Álvaro Lorenzo, que se lució a medias en una faena sin gran convicción, con momentos airosos con la mano diestra, y destacó de verdad en tres pases de pecho largos de pitón a rabo. Se le pidió la oreja, pero su labor, falta de rotundidad, solo fue premiada con una justa vuelta al ruedo. Lorenzo lidió el tercero en un ambiente hostil, pues ese toro de El Vellosino carecía del trapío exigible, y fue protestado desde que salió al ruedo. Soso y deslucido, además, la faena no pasó de discreta.
El director de lidia, José Garrido, muy decidido ante un primer animal que buscaba las tablas con desesperación, robó algunos muletazos de buena factura a un toro suelto y huidizo, y el sobrero de Las Ramblas, deslucido y que repartía derrotes, tampoco le permitió el lucimiento.
Y confirmó la alternativa José Ruiz Muñoz, sobrino nieto de Curro Romero, que ofrece una imagen poco convincente. Tiene planta torera, una gracia natural, se le atisba algo parecido al pellizco, desgrana detalles pintureros, pero también muestra una preocupante fragilidad, como si le costara un mundo dar el paso adelante y plantarse en la cara del toro. El de su confirmación, muy suelto, distraído, soso y aburrido, no le permitió más que un esbozo de lo que pudiera ser su toreo, y el sexto, dificultoso y que soltaba la cara al final de cada muletazo, pedía a gritos un torero con una disposición más alentadora.
Garrido y Lorenzo se lucieron en sendos quites por garbosas chicuelinas, y el subalterno José Chacón se entretuvo en dar dos lecciones con el capote en la lidia de los toros segundo y cuarto, reconocidas por el público asistente.
Tres ganaderías/Garrido, Lorenzo, Ruiz Muñoz
Tres toros de El Vellosino, primero, segundo (devuelto) y tercero, (este último, mal presentado), sosos y descastados; dos, de Lagunajanda, cuarto y sexto, bien presentados, mansos, nobles y sosos; y uno de Martín Lorca, el quinto, bien presentado, mansurrón y noble. Sobrero de Las Ramblas, lidiado en cuarto lugar, manso y deslucido.
José Garrido: estocada caída (ovación); media muy tendida y un descabello (algunas palmas).
Álvaro Lorenzo: dos pinchazos y estocada trasera y tendida (silencio); -aviso- estocada tendida (petición y vuelta al ruedo).
José Ruiz Muñoz: pinchazo y estocada muy trasera y baja (silencio); dos pinchazos y estocada trasera (silencio).
Plaza de Las Ventas. 2 de julio. Algo más de un cuarto de entrada (6.064 espectadores, según la empresa).