Diego Ventura, 25 años en la cima del rejoneo: “A veces, me he sentido muy solo”
El torero a caballo vuelve mañana a Las Ventas, de donde ha salido 17 veces por la Puerta Grande
Aunque Diego Antonio Espiritu Santo Ventura había nacido en Lisboa en 1982, se considera sevillano, pues siendo un bebé lo trasladaron a La Puebla del Río, donde descubrió el mundo.
Cuenta que en su infancia solo tuvo dos amigos, el toro y el caballo. Vivía con su familia en la finca de los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta, con quienes su padre trabajaba, y allí se fraguó su vocación.
Hoy, Diego Ventura es una figura indiscutible del rejoneo, con una hoja de servicios apabullante por sus reiterados triunf...
Aunque Diego Antonio Espiritu Santo Ventura había nacido en Lisboa en 1982, se considera sevillano, pues siendo un bebé lo trasladaron a La Puebla del Río, donde descubrió el mundo.
Cuenta que en su infancia solo tuvo dos amigos, el toro y el caballo. Vivía con su familia en la finca de los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta, con quienes su padre trabajaba, y allí se fraguó su vocación.
Hoy, Diego Ventura es una figura indiscutible del rejoneo, con una hoja de servicios apabullante por sus reiterados triunfos en Madrid, Sevilla y en aquellas otras plazas principales donde no está vetado.
Esta temporada celebra los primeros 25 años de una carrera que aún se le presume larga, pues con 16 tomó la alternativa y hoy, cuando ya ha entrado en la década de los 40, se le ve en plena forma.
Mañana hace el paseíllo en la Feria de San Isidro después de su paso por La Maestranza, donde no estuvo acertado con el rejón de muerte, y la Feria de Jerez, donde el pasado domingo se encerró con seis toros y cortó seis orejas y un rabo.
Está claro que Ventura está contagiado del virus enfermizo del toro y el caballo, porque para ellos vive con una pasión inusitada, a ellos dedica en exclusiva las horas del día, y con ellos ha conseguido el éxito, el reconocimiento y el máximo respeto.
“Hay que perseguir el triunfo porque es lo que da sentido a mi vida”
Unos días antes de hacer el paseíllo en Las Ventas repasa su trayectoria y confiesa su íntima satisfacción por todo lo conseguido “a pesar de las tremendas dificultades que supone iniciarte en esta profesión sin dinero para comprar caballos”, asegura, “y las muchas trabas que me he encontrado a lo largo de mi carrera para desarrollarme como profesional”.
Tomó la alternativa el 13 de septiembre de 1998 en Utiel (Valencia) siendo un niño, y afirma que el suceso se produjo de manera improvisada e imprevista.
“Acudí con mi padre, que toreaba esa tarde, y yo estaba anunciado para lidiar dos novillos”, cuenta Ventura. “Pero en los corrales había seis toros y la autoridad me prohibió participar en el festejo, y apuntó que la única posibilidad de hacerlo es que tomara la alternativa allí mismo, y así lo hicimos. Mi padre me cedió los trastos y pude participar en la corrida como rejoneador de alternativa”.
Recuerda la dureza de los primeros años por las plazas del llamado Valle del Terror (pueblos de Ávila, Madrid y Toledo) en las que se tuvo que enfrentar a toros cinqueños con una cuadra de caballos con escasa preparación y torería.
En junio del año 2000 debutó en Las Ventas, y otra vez la casualidad se le apareció en la vida. “Diodoro Canorea, empresario de La Maestranza, quiso que me apoderara un nieto suyo, y consiguió mi contratación en Madrid en sustitución de Fermín Bohórquez, que estaba lesionado. Otra ocasión importante en mi carrera que no estaba prevista, como había sucedido con la alternativa”.
Canorea falleció antes de la presentación madrileña de Ventura, pero en el ruedo venteño comenzó a fraguarse el destino de un torero a caballo que empezaba a hacer del éxito su filosofía de vida.
“La necesidad del triunfo es fundamental para estar en este mundo”, afirma Ventura. “Hay que perseguirlo porque es lo que da sentido a tu vida; sin él no merecen la pena el esfuerzo y el sacrificio constantes”.
Aprendió de su padre el oficio de domador de caballos, y, poco a poco, fue modelando su propia cuadra, en permanente proceso de innovación, y que hoy la forman 20 caballos de primera línea.
“Y otros 20 potros que voy probando y domando para el futuro”, apunta Ventura. “El caballo es el capote y la muleta del rejoneador”, añade, “y debes buscar aquellos que más se acercan a tu forma de entender el toreo sin perder de vista la importancia capital de la genética del animal torero”.
En 2003 abre por vez primera la Puerta del Príncipe de La Maestranza, por donde ha salido en nueve tardes más; y en 2005 atisba a hombros la calle Alcalá de Madrid, donde ha sumado 17 salidas por la Puerta Grande y paseó un rabo en junio de 2018. Un palmarés difícilmente igualable.
“Esa es la consecuencia de la lucha permanente por el éxito del que hablaba antes”, explica el rejoneador. “Solo esa hoja de servicios justifica el sacrificio a que te somete esta profesión; son ocho o nueve horas diarias dedicadas por completo a los caballos, pero solo así se puede alcanzar la meta cada temporada”.
Ha viajado en distintos inviernos a la América taurina, donde también ha conseguido el reconocimiento de la afición. “Si el público conociera que viajar con 12 caballos a México cuesta alrededor de 300.000 euros de gastos, entre los viajes, la cuarentena a la ida y a la vuelta, los camiones, el alquiler de un rancho… Al final, te suele quedar algo de dinero y no estás parado durante el invierno, pero el esfuerzo es ímprobo”.
Diego Ventura afirma que el rejoneo actual vive “un momento dulce”. “No como hace unos años, cuando estuve a punto de tirar la toalla porque no había competencia; a veces, me he sentido muy solo”, agrega.
Asegura que jamás ha tenido un enfrentamiento personal con Pablo Hermoso de Mendoza, a quien reconoce su insuperable calidad como torero a caballo, pero ha sido determinante la decisión del rejoneador navarro de no competir con Ventura. “Sin explicaciones, ha ido dejándome de lado y desde hace años evita torear conmigo en plazas importantes”, dice Ventura.
“Hace unos años estuve a punto de tirar la toalla porque no había competencia”
Y no solo eso: esta actitud de Hermoso supone, de hecho, el veto a su compañero en los Sanfermines, donde mantiene una estrecha amistad con la Casas de Misericordia por razones de paisanaje, y en las ferias que regenta la casa Chopera, que lo apodera. De hecho, Ventura no ha debutado en plazas como Pamplona, Logroño, Salamanca, Valladolid y solo una tarde ha actuado en Bilbao.
Sevilla ha sido en los últimos años otra piedra en el camino por razones que él no se explica. No obstante, ha hecho el paseíllo en esta Feria de Abril, adonde no acudía desde 2019.
“El problema con Sevilla ha sido muy simple”, explica Ventura. “Siempre me llamaban el último, y me decían: ‘Este es nuestro planteamiento y no hay otra posibilidad’; y yo creía que merecía otro tratamiento. Y en contra de lo que se pueda pensar, me dolía mucho no estar anunciado en la Feria de Abril, pero… Este año ha sido distinto y todo han sido facilidades”.
En la reciente Feria de Abril se ha anunciado con Guillermo Hermoso, que salió a hombros por la Puerta del Príncipe. “Y yo me alegré mucho”, añade, “porque ese triunfo es bueno para el rejoneo; en otro momento, me hubiera enfadado por no haber cortado yo las orejas, pero a estas alturas me importa más el futuro de mi profesión”.
Ventura confía en que surjan jóvenes con capacidad y posibilidades económicas para que el rejoneo siga adelante, y está convencido de que la generación actual de toreros a caballo debe abrirse a otros encastes y promover la competencia para que se mantenga la emoción en el ruedo.
Diego Ventura vuelve mañana a la plaza de Las Ventas con la necesidad del triunfo como filosofía de vida para seguir en la cima del rejoneo.
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