Aciertos y algunos errores de los Goya 2023 como gala de televisión
Trasladar al principio el Goya de Honor y el homenaje a Carlos Saura fue un acierto en una ceremonia sobria que se terminó alargando hasta las tres horas y 20 minutos
Las galas de entrega de premios son un enorme reto que no siempre se logra superar con buena nota. Tienen que conjugar el hecho de ser una sucesión de abrazos, besos, agradecimientos y el día grande de los galardonados con un espectáculo apropiado para ser retransmitido por televisión. Los Goya 2023, que han proclamado gran vencedora a As bestas, optaron en su ceremonia por una versión sobria, con más aciertos que errores en su planteamiento y unos presentadores casi ausentes que alcanzó las tres horas y 20 minutos.
- Un guion con ritmo reescrito en 24 horas
La muerte de Carlos Saura solo un día antes de que se entregasen unos premios en los que él iba a recibir el Goya de Honor obligó a reorganizar la escaleta de la gala. La decisión que se tomó fue trasladar el homenaje al director al comienzo de la ceremonia. Fue una elección arriesgada, pero acertada y ganadora. De esa forma, la primera media hora se transformó en un emocionante homenaje al cineasta y uno de los mejores comienzos de los Goya que se recuerdan. También así se pudo seguir adelante con la ceremonia sin que el obligado y necesario homenaje a Saura interrumpiera el ritmo de la noche y eclipsara al resto de los ganadores.
El guion que escribieron Laura Márquez y Fernando Pérez fluyó con ritmo durante buena parte de la noche. Teniendo en cuenta que la primera media hora se dedicó al Goya de Honor, solo tardaron poco más de una hora en dar la mitad de los premios. Sin embargo, el tramo final se demoró más al contar con varios elementos, como el discurso del presidente de la Academia, que ralentizaron una gala que volvió a recuperar velocidad en la última tanda de premios, la de los galardones principales. Aun así, se terminó pasando 20 minutos de las tres horas previstas inicialmente y no cumplió con la ya habitual promesa de ser una ceremonia breve. Al menos, la petición de que los agradecimientos no duraran más de un minuto, como han recordado varios ganadores, surtió efecto y sus discursos resultaron más ligeros que en otras ocasiones.
- Dos presentadores casi ausentes
Vaya por delante que presentar los Goya es siempre un marrón. Este año, dos actores, Clara Lago y Antonio de la Torre, y no unos humoristas como ha sido frecuente en los últimos años, fueron los valientes que se atrevieron con tal tarea. Tras una brevísima aparición en el número musical inicial, ejercieron por primera vez como conductores de la ceremonia tras el homenaje a Saura. Lo hicieron con un diálogo rápido en el que se mostraron naturales y sin forzar el humor. Hasta poco después no regresó Antonio de la Torre a la pantalla para dedicar, desde el patio de butacas, algunas palabras a los directores nominados. En esos minutos echó mano de sus dotes actorales para demostrar que no hace falta recurrir a chiste tras chiste (aunque alguno cayó) para presentar una gala y también aprovechó para hacer alguna reivindicación.
Cuando ya todo Twitter se preguntaba qué habría ocurrido con Clara Lago, desaparecida de la noche, regresó a la pantalla pasadas las 0.30 para aparecer también en el patio de butacas y confirmar con su participación que la escaleta no se iba a cumplir en lo que se refiere a previsiones horarias. Ambos volverían al final para despedir la noche sin más. En definitiva, la presencia de los dos presentadores fue excesivamente escasa y no tuvo mucha justificación. Está muy bien que no quisieran robar protagonismo a los premiados, pero su participación fue tan breve que parecía que, como el año pasado, no hubiera presentadores.
- Realización sin estridencias ni grandes fallos
Frente a lo ocurrido otros años, donde es habitual que falle un autocue o que un micrófono se apague de repente, o que los sobres estén tan cerrados que no se puedan abrir, este año no se puede destacar ningún fallo grande técnico (alguno pequeño sí hubo, pero sin mayor repercusión). La realización estuvo rápida para mostrar las reacciones de los aludidos. Incluso Carlos del Amor, la voz en off de los premios en la televisión, estuvo suficientemente rápido como para comentar durante la gala una de las dudas de muchos de los espectadores: por qué el color marrón chocolate de los cabezones. Se debe al bronce reciclado que se ha utilizado en su fabricación para hacer la gala más sostenible.
- Números musicales oportunos
En lugar de interpretar las canciones nominadas a los premios, ya es casi una tradición que los Goya opten por versiones de temas conocidos para aligerar la noche y acompañar momentos emotivos. La voz y la guitarra de Manuel Carrasco con Cantares abrió la gala con la imagen de Carlos Saura de fondo, una interpretación emotiva a la que le sobró el coro de actores. El resto de las actuaciones estuvieron a la altura, destacando las versiones de Bely Basarte y Guitarricadelafuente de Me cuesta tanto olvidarte y Qué bonito durante el In Memoriam, otro de los momentos solemnes de la noche que se resolvió de forma elegante. Se agradeció que los números musicales no interrumpieran el ritmo de la gala y, al menos en la mayoría de los casos, estuvieran bien justificados.
- Escenografía elegante
El escenario del Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla (Fibes) volvía a acoger unos Goya que ya se celebraron en el mismo lugar en 2019. La ubicación ha vuelto a demostrarse apropiada para la ocasión. La sobriedad que ha dominado la gala también se reflejaba en una escenografía sencilla que no robaba protagonismo a los premiados, y un fondo en el que dominaba el negro y colores de tonalidades doradas, verdes, rojas y moradas.
Babelia
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