Lydia Valentín: “Hay que ser mentalmente fuerte para lo que vendrá”
La tres veces medallista olímpica en halterofilia no pone fecha a su retirada y confía en ser la abanderada de España
El confinamiento y los Juegos en 2021 se añaden a los asteriscos necesarios para comprender el valor y la excelencia del currículo de Lydia Valentín. La campeona olímpica de Londres 2012 no recibió la medalla de oro hasta siete años después y tuvo que esperar casi una década para disfrutar de la plata en Pekín 2008 debido a las trampas de sus rivales halterófilas. Cosas del dopaje que asola y distorsiona su dep...
El confinamiento y los Juegos en 2021 se añaden a los asteriscos necesarios para comprender el valor y la excelencia del currículo de Lydia Valentín. La campeona olímpica de Londres 2012 no recibió la medalla de oro hasta siete años después y tuvo que esperar casi una década para disfrutar de la plata en Pekín 2008 debido a las trampas de sus rivales halterófilas. Cosas del dopaje que asola y distorsiona su deporte, y que tanto sublevan y perjudican a los que compiten sin trampas. Ahora, Lydia tiene que mitigar los esfuerzos y retrasar su calendario. Desde el bronce de 2016 en Río, por fin recibido y celebrado en el podio como mandan los cánones, habrá tenido que esperar un lustro para disputar sus cuartos y, posiblemente, últimos Juegos.
“Sí, insinué que iban a ser mis últimos Juegos”, concede la deportista nacida hace 35 años en Ponferrada (León), “pero depende de muchos factores. Ahora no estoy pensando en la retirada. No me pongo fecha. Estoy pensando en mis cuartos Juegos y en que, ahora, falta un año más. El aplazamiento es por una causa mundial, una cuestión humanitaria. Debemos ser solidarios. No se puede ser egoísta. Fue la mejor decisión porque, además, siento que no estábamos preparando los Juegos al nivel que se necesita debido a la preocupación y la incertidumbre. Y para mí es un regalo. Trataré de disfrutar del camino. Una vez terminen los Juegos, ya veré”.
La preparación de Lydia Valentín estaba encaminada a la disputa, en abril, de los Campeonatos de Europa en Moscú, en los que debía confirmar su clasificación para Tokio. Pero tuvo que abandonar el CAR de Madrid de un día para otro, después de que un técnico diera positivo en las pruebas de la Covid-19 y poco antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma. “Mi ventaja es que estoy en casa con mi chico [Ignacio Ocaña], que a la vez es mi preparador físico. Y contamos con un gimnasio donde puedo entrenarme con normalidad y siguiendo las instrucciones que nos envía el seleccionador, Matías Fernández. No es lo mismo que en el CAR, donde estás en una burbuja, al 100% por el deporte, pero las condiciones son buenas”.
El Campeonato de Europa se aplazó y la incerteza de la reanudación de las competiciones es cada vez mayor. Pero la presión y el apremio con que se entrenaba antes de que se aplazaran los Juegos ha dado paso a una nueva estrategia. “Más que dura, soy muy exigente conmigo misma. Eres consciente de la necesidad de los entrenamientos, pero es importante saber en qué momento estás. Hay que ser mentalmente fuerte y a la vez inteligente para aprovechar y descargar física y psicológicamente porque lo que va a venir va a ser muy fuerte. Hay que dosificar para desarrollar tu potencial en el momento adecuado. Ahora mis entrenamientos son de mantenimiento. La intención no es levantar lo máximo. Eso será el año que viene o en el Europeo”.
Su casa cuenta con un patio donde puede tomar el sol y donde pudo observar días atrás la nevada que cayó en la Meseta. “Por las mañanas me entreno y estoy ocupada hasta la hora de comer. Descanso mucho más de lo normal. Hago la siesta y por la tarde, aunque nunca he sido buena en deportes de raqueta, estoy cogiéndole el tranquillo al ping-pong. Miro series y pelis. Antes también, pero me dormía. Y estoy aprovechando para leer y dedico un tiempo a la reflexión, a conocerme a mí misma”. También cocina: “Me gusta comer bien y saludable. De nada sirve un buen entrenamiento sin una buena alimentación”.
En septiembre, obtuvo la medalla de plata en el Mundial celebrado en Pattaya (Tailandia), en la categoría de 81 kilos, con un total olímpico de 246 kilos, aunque su categoría es de 75, en la que obtuvo el bronce en Río con un total de 257.
La expectativa para los Juegos de Tokio es doble en su caso. “No sé cómo se va a desarrollar finalmente, pero desde que supe que existe la opción de dos abanderados [un hombre y una mujer], sería para mí un sueño ser uno de ellos, me encantaría. Obviamente se mide por resultados y no sé cómo se va a desarrollar”. Y argumenta sus opciones: “Entiendo que Saúl [Craviotto], que tiene cuatro medallas en tres Juegos, dos de oro, sería la primera opción. Y la segunda, en chicas, sería yo con tres en tres Juegos distintos y Mireia [Belmonte], con cuatro en dos Juegos”.