“Me han hecho un ERTE y no cobro nada”
El fútbol no profesional agoniza entre la precariedad contractual y los debates de cómo acabar sus competiciones con la dificultad de cumplir el protocolo sanitario
Mientras el fútbol profesional se dispone a reanudar su actividad, amparado en un minucioso protocolo de protección para evitar el contagio de la covid-19, el fútbol modesto languidece entre debates. Discusiones sobre cómo concluir los campeonatos, la dificultad de garantizar la salud de los futbolistas ante un hipotético regreso y la precarieda...
Mientras el fútbol profesional se dispone a reanudar su actividad, amparado en un minucioso protocolo de protección para evitar el contagio de la covid-19, el fútbol modesto languidece entre debates. Discusiones sobre cómo concluir los campeonatos, la dificultad de garantizar la salud de los futbolistas ante un hipotético regreso y la precariedad contractual que padecen muchos de los jugadores de Segunda B y la gran mayoría de Tercera División. Los casos de futbolistas cuyos clubes han ejecutado un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) y no están cobrando la correspondiente prestación por desempleo, al no estar dados de alta en la Seguridad Social, se amontonan en los despachos de los dos sindicatos, AFE y Futbolistas On. “Tengo un contrato privado de 6.000 euros al año y no cobro nada del ERTE al no estar dado de alta en la Seguridad Social. El sindicato dice que puedo reclamar, pero no lo voy a hacer porque no considero ético cobrar por un trabajo que no estoy haciendo. Lo que sí pedimos es que se regulen la Segunda B y la Tercera División con unos mínimos. Los contratos, sobre todo en Tercera, suelen ser de un año y por rendimiento”, denuncia un futbolista del grupo VII de la Tercera madrileña.
La pandemia ha destapado las miserias de estas dos categorías. En Segunda B (80 equipos), prevalecen las dudas de que sea viable cumplir con las condiciones que exige el protocolo de Sanidad para intentar el regreso a la actividad. En Tercera División (364 equipos) la mayoría de las fuentes consultadas dan por “imposible” el retorno. “Si en Primera y en Segunda es ya muy complicado la vuelta, qué nos van a pedir a los jugadores de Tercera”, se pregunta un veterano futbolista de la comunidad valenciana que describe el estado del fútbol aficionado a través de su propia trayectoria: “He jugado en todas las categorías, fui subiendo peldaños hasta Primera. A medida que se acerca el final de la carrera vas bajando de categoría y te aproximas a los equipos de tu tierra. Y en ese descenso de categorías te das cuenta de que en 20 años apenas han cambiado cosas. El convenio colectivo en Segunda B es del año 89, especificado en peseta y habla hasta de la mili. En uno de mis últimos contratos en Segunda B me habían hecho una cotización muy baja, y cuando fui a arreglar los papeles del paro solo podía percibir 280 euros, por lo que desistí de gastar tiempo de la prestación para cobrar tan poco”. El vetusto convenio ha tenido actualizaciones por parte de AFE y ahora, tras denunciarlo Futbolistas On, está pendiente de que el SIMA cree una mesa negociadora.
La Segunda B es una categoría semiprofesional en la que los clubes están obligados a tener diez fichas con alta en la Seguridad Social. “Para cubrir el cupo, los equipos buscan jugadores que ya están dados de alta y así evitan tener que darlos ellos”, lamenta un exjugador de Segunda B que ahora trata de dar sus últimos coletazos en Tercera. En un documento elaborado por 30 clubes de Segunda B al que ha tenido acceso este periódico, en el que solicitan la reducción de la división para hacerla más atractiva y rentable, se admite “que es una categoría donde por desgracia hay demasiados clubes pagando a sus trabajadores una parte de su salario sin declarar. Los famosos pagos en B es competencia desleal entre los clubes, pero poco denunciado y perseguido, debido a que los equipos dicen utilizarlo para sobrevivir”. En el texto también hay una advertencia a corto plazo: “Esta práctica, aparte de que se debería perseguir con mayor intensidad, entendemos que se va a incrementar, dado que los clubes buscarán reducir sus costes, y por desgracia esta es una de las vías que se utiliza”. El citado documento también hace referencia a las pérdidas que sufrirá con esta situación el fútbol no profesional, que rondarán desde un 25% hasta un 60%. La puerta cerrada estrangulará a los clubes porque los abonos y el taquillaje son la principal fuente de ingresos.
Ante la gravedad de la crisis, ya el pasado 14 de abril la Federación Española, como organizadora del fútbol aficionado, planteó la suspensión de todas las competiciones sin descensos y reservó una ventana para los ascensos mediante un playoff exprés.
Un decreto como escudo
Esta propuesta, según admiten presidentes de territoriales y clubes, estuvo muy condicionada por la imposibilidad de cumplir con el protocolo sanitario debido a su elevado coste y la falta de infraestructuras. El anuncio generó un enjambre de quejas y propuestas según los intereses de cada club. Ahora mismo, se manejan otras opciones más la del playoff exprés; dar por finiquitada por adelantado las ligas sin descensos pero sí con ascensos, siendo los actuales líderes de cada grupo los que subirían; o declarar nula la temporada, sin ascensos ni descensos.
En los últimos días ha cobrado fuerza que la solución que tome la Federación estará respaldada por el Consejo Superior de Deportes (CSD), mediante un Real Decreto o una orden ministerial que evite las demandas de los clubes perjudicados. La Federación tuvo que desmentir la semana pasada que ya hubiera adoptado una solución y que el decreto estuviera listo. Presidentes de territoriales y clubes consultados confirman que la solución vía decreto está encima de la mesa. Y desde el CSD admiten que, en algún momento, tendrán que intervenir.