Más pleitos que goles en la Liga femenina

El coronavirus clausura una temporada accidentada que arrancó muy optimista tras el Mundial y termina lastrada por el ruido y las guerras internas pese a la firma histórica del convenio colectivo

La barcelonista Oshoala (c), entre las atléticas Tounkara (i) y Robles, en Liga.Alberto Estévez (EL PAÍS)

El fútbol femenino no fue el masculino y a la Liga ya le pusieron el candado a falta de ocho jornadas. La pandemia coronó un curso muy accidentado que dejó un sentimiento general de insatisfacción, lejos de la ola de optimismo con la que arrancó en septiembre empujado por el viento de cola del último Mundial. Ni siquiera la ...

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El fútbol femenino no fue el masculino y a la Liga ya le pusieron el candado a falta de ocho jornadas. La pandemia coronó un curso muy accidentado que dejó un sentimiento general de insatisfacción, lejos de la ola de optimismo con la que arrancó en septiembre empujado por el viento de cola del último Mundial. Ni siquiera la firma del ansiado convenio colectivo -el gran icono de este universo en expansión, un logro social que trasciende su ámbito puramente deportivo-, evitó un regusto agridulce, acentuado a última hora por la crisis sanitaria y el miedo a un horizonte incierto.

Los ojos estuvieron durante muchos meses más pendientes de los pleitos de los despachos que del balón. Por la agria negociación entre la patronal y los sindicatos, con una huelga mediante, y por la réplica que se abrió en este mundo de la guerra feroz entre Tebas (LaLiga) y Rubiales (Federación). Y, cuando al fin el texto laboral se presentó con todo el boato en el Congreso de los Diputados, tampoco entonces llegó la calma.

Un trimestre después, el convenio, el primero en una liga femenina europea, no está todavía publicado en el BOE y, por lo tanto, no es plenamente vinculante, según el Ministerio de Trabajo. UGT impugnó un artículo que la situación de Estado de Alarma ha impedido resolver. Y además, recientemente, uno de los sindicatos firmantes ha amenazado con llevar a la justicia el apartado que regula los derechos de formación de las jugadoras sub-23.

Una ácida secuencia de litigios ha desviado la atención del césped y las futbolistas a menudo han sido más noticia por sus demandas laborales que por los goles. Las jugadoras siguieron conquistando estadios notables (la selección en Riazor, con récord de 10.444 espectadores; o la final de la Copa que debía haber ido a la Rosaleda) y se creó un nuevo torneo (la Supercopa). Sin embargo, el conflicto burocrático le fue ganando espacio a la pelota, hubo menos visibilidad televisiva de la esperada y el dominio aplastante del Barça (campeón de Liga) tampoco ayudó a retener la atención.

Ruido sin fin en un sector que ahora también deberá hacer frente a las consecuencias económicas de la Covid-19. “Los efectos son devastadores. Esta temporada dejaremos de percibir unos 400.000 euros, casi la mitad de nuestro presupuesto”, alerta Sergio Batista, el presidente del Granadilla, uno de los cuatro clubes de Primera considerados independientes. Ellos son los más vulnerables ante un huracán de estas dimensiones por no pertenecer a una entidad con un equipo masculino. “El próximo año reduciremos plantilla. Tendremos 18 jugadoras y tiraremos del filial, que está en Segunda”, añade el dirigente. Una medida que otros conjuntos seguirán, según confiesan bajo anonimato.

“Los efectos son devastadores, vamos a reducir la plantilla”, confiesa el presidente del Granadilla, uno de los clubes más afectados por la pandemia

“Nosotros cerramos un patrocinio con una empresa importante tres días antes del Estado de Alarma y ahora está congelado”, reconocen en el Madrid CFF. Sin taquillas importantes, este tipo de clubes se alimentan, principalmente, de los sponsor propios, la aportación de Iberdrola, las subvenciones públicas y la televisión. Y este cuarto concepto también ha abierto un boquete en 12 de los 16 conjuntos de la máxima categoría, los que tienen un acuerdo con Mediapro (Barça, Athletic, Tacón y Madrid CFF cedieron sus derechos a la Federación a cambio de una cifra muy superior, medio millón de euros anuales). La productora no pagará la parte proporcional a los partidos que no ha podido emitir debido a la pandemia. En cifras globales, unos 600.000 euros.

Y, por otro lado, nadie da certezas sobre los 100.000 euros extra por campaña que Mediapro acordó abonar a 11 de sus clubes y que resultaron decisivos para que pudiera firmarse el convenio. La empresa dirigida por Jaume Roures no aclara si los desembolsará este curso (la cantidad estaba vinculada a la Copa, cuyo desenlace está aplazado), aunque la patronal confía en que sí. “Esperemos que tarde o temprano lleguen”, afirma, casi implorando, el presidente del Logroño, Iván Antoñanzas, que hace cuentas también con los 70.000 euros que le falta por ingresar de los patrocinadores y la ayuda anual de 110.000 de la Comunidad que le debería llegar en breve.

El nuevo melón de la batalla televisiva

Nuevas preocupaciones mientras en los sótanos han continuado las fricciones a cuenta la televisión y el convenio. Ni siquiera se había enviado al Ministerio de Trabajo el texto laboral cuando UGT, que se descolgó del acuerdo en la última tarde, impugnó el apartado que detalla quiénes podrán renegociarlo, ya que, al no tener representación en los vestuarios, se quedaría fuera. Casi tres meses después, no hay resolución -en la Administración ha quedado aparcado todo lo que no tenga que ver con el coronavirus-, el convenio no ha podido ser publicado en el BOE y, según el Gobierno, su contenido aún no es vinculante. La patronal replica que sí es ya aplicable y que, en todo caso, los clubes han empezado a pagar de acuerdo a los sueldos mínimos pactados (16.000 euros para jornada completa y 12.000 para parcial).

Trabajo no ha podido resolver la impugnación de UGT y el convenio aún no está publicado en el BOE tres meses después de firmarse

Sin solucionar este asunto, ha surgido otro incendio, quizás más importante. El convenio permite a las entidades fijar una cláusula por las jugadoras sub-23 que terminan contrato. La cuestión es que no establece máximos y algunos clubes están pidiendo hasta 500.000 euros, una cifra muy desproporcionada para lo que mueve el fútbol femenino. Uno de los sindicatos, Futbolistas ON, que reconoce su error por haber firmado el texto con esta cláusula, reclama que se modifique para marcar un tope y que se anule su aplicación este año (hay 17 jugadoras implicadas). Asegura que llevarán el tema a la justicia si es preciso. La patronal no rechaza un cambio, pero discrepa del método propuesto. Un lío a las puertas del mercado de fichajes.

Y, por último, la televisión, el campo de batalla donde Tebas y Rubiales han llevado su guerra al femenino. El presidente de la Federación consiguió hace tres semanas, con la mediación del Consejo Superior de Deportes, quedarse con la venta centralizada de los derechos televisivos de la Liga. Si desea ejecutarla ya, desde la próxima temporada, está obligado a pactar con Mediapro, que tiene contratos con 12 clubes, o todo desembocará en un nuevo choque entre estos dos enemigos declarados. La división en dos bloques audiovisuales (Mediapro y Federación) ha lastrado este curso la visibilidad del torneo, con encuentros decisivos (Atlético-Barça, por ejemplo) sin emitirse. Un año confuso e insatisfactorio cuando todo apuntaba a la felicidad en un cuerpo aún joven.

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