Histórica cancelación de la Euroliga
La imposibilidad de gestionar las realidades sanitarias de los 10 países con equipos en el torneo deja desierto el palmarés de la Copa de Europa por primera vez desde su creación en 1958
“Lo hemos intentado todo para reanudar la temporada, pero ha sido imposible”, explicó Jordi Bertomeu al comunicar la decisión “más dura y triste” que le ha tocado tomar como director ejecutivo de la Euroliga. Por primera vez desde la creación de la máxima competición continental, en 1958, el título de campeón de Europa de baloncesto quedará desierto en el curso 2019- 2020. “Esta temporada todos somos perdedores”, resumió el propio Bertomeu.
Después de 74 días de resistencia y diseño de proyectos para salvar la emergencia, la Euroliga claudicó. Llegó la cancelación definitiva del curso a...
“Lo hemos intentado todo para reanudar la temporada, pero ha sido imposible”, explicó Jordi Bertomeu al comunicar la decisión “más dura y triste” que le ha tocado tomar como director ejecutivo de la Euroliga. Por primera vez desde la creación de la máxima competición continental, en 1958, el título de campeón de Europa de baloncesto quedará desierto en el curso 2019- 2020. “Esta temporada todos somos perdedores”, resumió el propio Bertomeu.
Después de 74 días de resistencia y diseño de proyectos para salvar la emergencia, la Euroliga claudicó. Llegó la cancelación definitiva del curso ante la imposibilidad de establecer una reanudación segura y abarcable en mitad de la pandemia global del coronavirus. Mientras la Bundesliga alemana obtenía hace unos días la autorización gubernamental para concluir su torneo en Múnich durante el próximo mes y la ACB concreta los plazos para hacer lo propio en España, la realidad paneuropea ha penalizado a la Euroliga. La complejidad para armonizar las desescaladas de los 10 países (España, Rusia, Turquía, Grecia, Alemania, Francia, Italia, Serbia, Israel y Lituania) que tenían equipos en liza y para reagrupar a los jugadores repartidos por todo el mundo, en condiciones de restricción de la movilidad, han condenado cualquier margen de maniobra. También quedó cancelada la Eurocup, igualmente sin campeón.
“No hemos obtenido las garantías necesarias para poder competir en julio”, prosiguió Bertomeu en sus explicaciones, en las que aclaró que descartaron seguir estirando los plazos a agosto —como ha hecho la Champions League de fútbol—, “para no invadir el calendario del curso 2020-21, obligando a retrasar su inicio y final, y creando un efecto dominó que lo complicaría todo ante la perspectiva de un verano olímpico”. Esa próxima temporada continental la disputarán los mismos 18 equipos que competían en la actual (Real Madrid, Barça, Baskonia y Valencia, por parte de España, el país con más representantes).
Realidades como la de Rusia —actualmente tercera tras Estados Unidos y Brasil en número de casos de covid-19 confirmados (más de 355.000)—, donde residen el CSKA, vigente campeón, el Khimki y el Zenit (los más reacios a la reanudación); el miedo de los jugadores a los contagios y también a las lesiones tras un parón tan prolongado; la perspectiva conservadora de algunos clubes de no arruinar definitivamente una temporada ya deficitaria con los sobrecostes que hubiera supuesto la reanudación; y la complejidad logística de la misma, con fronteras cerradas y un espacio aéreo restringido, decantaron finalmente la votación hacia la rendición. “Desde ya, empezamos a trabajar para el futuro y, juntos, volveremos más fuertes”, proclamó Bertomeu a modo de lema para el rearme.
En la antigua realidad, el domingo pasado, 24 de mayo, era el día en el que el nuevo campeón de Europa hubiera alzado el título en el espectacular Lanxess Arena de Colonia, ante los 18.518 espectadores que acogen sus gradas. Las entradas para la Final Four estaban vendidas desde que se pusieron a la venta en noviembre. Pero el coronavirus cambió los planes hasta convertirse en el responsable del primer agujero en el palmarés en 62 años de historia de la Copa de Europa.
Reunidos primero en junta ejecutiva los 11 clubes con licencia A (Madrid, Barça y Baskonia entre ellos), y después en asamblea, con la incorporación de los siete restantes, los 18 equipos descartaron todos los protocolos de actuación y escenarios posibles para la reanudación de la temporada. Belgrado, la apuesta lituana con Kaunas y Vilna, Atenas, Liubliana, Berlín y la propia Colonia se había postulado como sedes. El reto marcado hace un mes era completar las seis jornadas restantes de la liga regular (54 partidos) y culminar la temporada con una Final a Ocho a partido único, todo en sede única, a puerta cerrada y en formato de concentración durante cinco semanas. Nada de eso tendrá lugar.
El sábado, los capitanes de los equipos y los más veteranos de la competición asistieron a la reunión telemática entre la ELPA (la Asociación de Jugadores Europeos) y los representantes de la Euroliga. En la cita, los jugadores apostaron de forma unánime por la cancelación de la temporada que fue certificada por los clubes. “Muchos jugadores expresaron su preocupación por el corto periodo de tiempo que tenían para prepararse y alcanzar el nivel necesario. Tenían argumentos muy consistentes y sólidos”, reconoció Bertomeu.
El director ejecutivo de la Euroliga reconoció que la crisis conllevará reajustes en el futuro inmediato. “Es muy pronto para hacer una evaluación sobre el impacto financiero de la covid-19 en nuestros clubes. Pero nuestro punto de vista sobre todas las normativas, incluido el Fair Play financiero, es que se tienen que adaptar a la nueva realidad. Trabajaremos en todos los ámbitos para garantizar la sostenibilidad del sistema. Todo será revisado para adaptarlo a la nueva situación”, desarrolló Bertomeu. Clubes como el CSKA ya han anunciado un recorte presupuestario del 30% para la próxima campaña. “Nos enfrentamos a una catástrofe financiera que nadie sabe cuándo terminará”, apuntó en abril Nikos Lepeniotis, director general del Olympiacos, cuando la cancelación se intuía inevitable. “Es la mejor decisión que podíamos tomar por el bien del baloncesto”, señaló este lunes Bertomeu.
La globalización del torneo ha convertido la reanudación en un proyecto inabarcable. El 12 de marzo, cuando tras el positivo de Trey Thompkins se suspendió la competición, el Efes de Larkin lideraba la tabla con 24 victorias y cuatro derrotas, por delante del Real Madrid y del Barça (22-6 cada uno). Llegaba lo mejor, pero estalló la pandemia. El palmarés de campeones de Europa que inauguró en 1958 el ASK Riga se verá interrumpido por primera vez desde entonces. En 2020, el coronavirus se impuso al baloncesto continental. “Hemos vivido una situación excepcional en la que ha habido que anteponer la salud de las personas a cualquier otra circunstancia. Pero esto no es un fin, sino un nuevo comienzo. La próxima Euroliga será la mejor de siempre”, cerró Bertomeu.
Los jugadores recibirán el 80% de sus contratos
En la misma reunión en la que hace un mes la Euroliga trazó la última hoja de ruta en busca de una reanudación imposible, se establecieron los reajustes salariales derivados de la crisis. El acuerdo marco alcanzado entre los 18 clubes de la competición y el sindicato europeo de jugadores (ELPA) recogía un pacto de mínimos. Si se reanudaba la temporada, los contratos quedaban prorrogados hasta el 31 de julio, un mes más de lo habitual, y los jugadores hubieran cobrado el 85% de su salario base, que debían recibir íntegramente a fecha de 15 de agosto. Y si, como ha sucedido finalmente, la suspensión era definitiva, los contratos anuales se considerarán terminados y los multianuales mantendrán su tramo de vinculación marcado. Con la cancelación, los jugadores recibirán el 80% de lo firmado para la presente campaña. El mayor impacto vendrá a partir de la próxima temporada, con recortes presupuestarios y revisiones a la baja de los contratos. Las pérdidas se han disparado. El trimestre que quedaba por disputarse supone para los clubes el 50% de ingresos, porque es el periodo en el que se concentran los partidos decisivos del curso, los playoffs, las finales y la mayor entrada de patrocinadores.