Un Real Madrid en modo Champions
Los blancos regresaron del parón con 11 intensos partidos a la vista, una fórmula más parecida a la Copa de Europa que al torneo de la regularidad que tan largo se les solía hacer
La pandemia lo ha cambiado todo de sitio. LaLiga, por ejemplo. El torneo de la regularidad está a un peldaño de ser ganada por el Real Madrid en modo Champions, con esfuerzos cortos, intensos y agónicos, el método favorito de los blancos.
“Tengo que preguntar qué han comido en el confinamiento porque han venido soberbios”, comentó el entrenador del Granada, Diego Martínez, tras agobiar de lo lindo el lunes a los de Zidane. Los madridistas acumulan nueve victorias seguidas, cuando antes del ...
La pandemia lo ha cambiado todo de sitio. LaLiga, por ejemplo. El torneo de la regularidad está a un peldaño de ser ganada por el Real Madrid en modo Champions, con esfuerzos cortos, intensos y agónicos, el método favorito de los blancos.
“Tengo que preguntar qué han comido en el confinamiento porque han venido soberbios”, comentó el entrenador del Granada, Diego Martínez, tras agobiar de lo lindo el lunes a los de Zidane. Los madridistas acumulan nueve victorias seguidas, cuando antes del parón solo una vez esta temporada pudieron enlazar cinco consecutivas en Liga, una racha salpicada en medio, eso sí, por la eliminación de Copa ante la Real en casa.
En el fútbol precuarentena, el entrenador francés había conseguido que el equipo fuera más constante en los engorrosos sacrificios de cada fin de semana, que no presentara la dimisión para Navidades, como en los dos cursos precedentes, pero le faltaba un punto de regularidad. Se vio justo antes de que todo el país se recogiera en casa: ganó al Barça, recuperó el liderato y, solo una semana después, entregó la cabeza patinando en el Villamarín.
“Ese punto de reflexión del confinamiento nos vino bien para reaccionar y tomarnos súper en serio la vuelta”, reconoció Sergio Ramos sobre el césped de Los Cármenes. La interrupción devolvió un campeonato distinto, reducido a 11 partidos, 11 finales, como llevan repitiendo de forma machacona en el Madrid. Aunque nadie lo haya expresado así en Valdebebas, la Liga se había convertido en una suerte de Liga de Campeones, un formato que lo cambia todo para los blancos y que entera suma 13 encuentros.
En medio del silencio en este fútbol envasado al vacío, al conjunto de Zidane se le ha puesto cara seria. Su juego ha huido definitivamente del arrebato, una inclinación muy del Bernabéu, y ha profundizado en su perfil contenido, sin riesgos. El fallo de Casemiro en el 1-2 del Granada ha sido de las pocas excepciones. Sin grandes ligerezas atrás, el equipo menos batido de Primera (22 goles) solo ha esperado a que la calidad, su nivel físico superior a la media y el sentido de la oportunidad hicieran su trabajo arriba. “Tranquilos, que ya llegará”, salía del corrillo en la segunda pausa de hidratación contra el Getafe, la noche más cruda para los blancos en este tramo final. Y así ocurrió. Ha minimizado los errores y, cuando la moneda ha bailado de canto, siempre le ha terminado saliendo cara. Un camino que se parece bastante a la fórmula del éxito europeo.
Las estadísticas de estas nueve jornadas confirman las señales de un conjunto obsesionado con el equilibrio. Lidera, junto al Barça y al Atlético, la tabla de los más goleadores (17 tantos), es el menos batido (tres, dos menos que los azulgrana) y es el que más ha rematado a portería (58 veces, 11 más que los culés).
“Aguantar, aguantar, aguantar”
El entrenador francés, que no ha parado estas semanas con sus “finales” de invocar a su manera el partido a partido de Simeone —”siento repetirme, me canso a mí mismo”, admitió antes del Alavés—, hizo en Granada un elogio continuo del sufrimiento. Le preguntaron por la cercanía del título y él volvió una y otra vez al sacrificio. “Hicimos una primera parte enorme, pero me quedo con la segunda, con aguantar, aguantar, aguantar. El fútbol no es solo jugar, jugar, jugar”, proclamó. Agonía, equilibrio, calidad, físico y estado de gracia.
Mientras invocaba al dolor y el vértigo, Zidane ha variado constantemente el dibujo. Él siempre ha desdeñado la importancia de la táctica o, al menos, no se ha detenido mucho a explicarla. Llegó a decir el pasado diciembre que era “un estado de la mente”. Pero lo cierto es que sus cambios de esquema son frecuentes. Solo en la coronaliga ha utilizado cuatro distintos: con tres, cuatro y cinco centrocampistas (como en Granada), o con cuatro futbolistas de ataque natos, como ante el Mallorca. La buena primera parte en Los Cármenes se fabricó con el modelo de la Supercopa que, en realidad, solo le había dado resultado pleno en las semifinales frente al Valencia. Al Atlético, en la final, solo le pudo derrotar en los penaltis y, cuando repitió el molde contra los rojiblancos en Liga, debió recular en el descanso sacando dos extremos (Vinicius y Lucas) por dos medios (Isco y Kroos).
Con el francés, no obstante, la pizarra nunca parece estar por delante de los jugadores, que son los que marcan la disposición en el campo. Y ahí ZZ no ha dejado de agitar los dados. Prácticamente todos los disponibles han tenido su cuota de pantalla, incluidos el dimitido James y Bale, este último más activo en la grada que en el campo. Con el tanto de Mendy a los pies de Sierra Nevada, 21 jugadores han anotado en el torneo doméstico, cifra récord en el continente. La marca de un Madrid grupal, contenido y eficiente que, tras el parón, ha convertido una Liga en una Champions, la fórmula perfecta para ese vestuario.