La Copa, de padres a hijos

Los Sanchís, los Busquets y los Maldini, las tres únicas dinastías que lucen el gran título europeo en sus 65 años

Carles y Sergio Busquets, en 2008. A la dercha, Manuel Sanchis y Manolo Sanchís, en 2000.LUIS MARTÍN / J. AGUILERA (AS)

Su singularidad es manifiesta. Solo tres familias, tres padres y tres hijos, pueden presumir de haber ganado la Copa de Europa. Tres estirpes de campeones y dos son españolas. De los Sanchís, Manuel padre y Manolo hijo, a los Busquets, Carlos y Sergio, y los Maldini, Cesare y Paolo.

Manuel Sanchis Martínez (Alberique, Valencia, 1938) llegó al Real Madrid en 1964 y estuvo siete temporadas. Lateral veloz, fibroso, de los que subía la banda con sentido, su imagen con las medias caídas era un clásico de la época. Además de la Sexta, ganó cuatro Ligas y una Copa. Internacional. Disputó el Mu...

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Su singularidad es manifiesta. Solo tres familias, tres padres y tres hijos, pueden presumir de haber ganado la Copa de Europa. Tres estirpes de campeones y dos son españolas. De los Sanchís, Manuel padre y Manolo hijo, a los Busquets, Carlos y Sergio, y los Maldini, Cesare y Paolo.

De la yeyé a la Séptima.

Manuel Sanchis Martínez (Alberique, Valencia, 1938) llegó al Real Madrid en 1964 y estuvo siete temporadas. Lateral veloz, fibroso, de los que subía la banda con sentido, su imagen con las medias caídas era un clásico de la época. Además de la Sexta, ganó cuatro Ligas y una Copa. Internacional. Disputó el Mundial 66 con la Selección y marcó un gol a Suiza. Falleció con 79 años en octubre de 2017.

El primogénito, Manolo Sanchís Hontiyuelo (Madrid, 1965) nació casi con la Sexta entre las manos. A los 12 años ya tenía ficha con el Real Madrid. Debutó con el primer equipo en Primera con 18 de la mano de Di Stéfano. La Champions se le resistió nada menos que 15 temporadas, pero de sus palabras se deduce que siempre estaba presente en sus oraciones.

“Fui cumpliendo años con la desesperación del madridismo por no ganar la Copa. Pasaron 32 años, los que tenía cuando conseguimos la Séptima. Desde que comencé a jugar en el primer equipo, una de las cosas que más deseaban mis padres era que yo pudiera ganarla. El día de Ámsterdam mi padre, que estaba allí, fue casi más feliz que yo. Me contaron que al acabar le entró una llorera tremenda de satisfacción y felicidad”.

Manolo tiene en la memoria sus charlas familiares en la huerta de su casa de Valencia. “Las conversaciones con mi padre casi siempre eran sobre fútbol. Él defendía su generación, yo la mía. Y cuando la cosa se ponía un poco complicada, siempre me decía: ‘Vamos a ver, ¿tú cuántas Copas de Europa tienes? Ninguna. Yo tengo una, se acabó la conversación’. Y me tocaba callarme. Cuando ganamos la Séptima decidimos sumar y los dos teníamos dos”.

En la larga espera por su Champions tuvo sus momentos de duda. Luego ganó una segunda en 2000. “Aquel Madrid mío ganó cinco Ligas consecutivas y peleábamos siempre por ella. Aquella semifinal contra el PSV (1988) generó frustración y malestar. Tuve suerte y me llegó, pero por ejemplo al Buitre, a Míchel, a Martin Vázquez, no. Hubo momentos en los que pensé que nunca llegaría mi hora. Sobre todo cuando pasas la treintena y te das cuenta de que tienes más fútbol por detrás que por delante. El día de Ámsterdam si sumamos todas las circunstancias que nos rodearon a todos yo era quien más derecho tenía a tenerla un rato más que los demás. Por el tiempo que llevaba, por la historia familiar, por la capitanía… Y solo la tuve un minuto más que los demás. No me dejaron mucho más”.

Finalmente valora su casi exclusiva situación. “Que solo haya tres familias habla de lo difícil que es la circunstancia, y es para sentirte muy especial. No solo por haber tenido la misma profesión de tu padre, que no es tan sencillo, y que los hijos tengan el mismo nivel; también porque ha sido en el mismo club y luego porque hay que ganarla. A mi padre y a mí fue una de las cosas que más nos llenó de orgullo familiar. Nos hacía muy felices. En nuestro caso disfrutábamos de las dos. Y eso solo hay tres familias que lo pueden decir”.

Los Busquets, cuatro de cinco.

El Barcelona tiene cinco Champions. En cuatro de ellas el apellido Busquets está presente. Lucen más las tres del hijo, de Sergio, 2009, 2011 y 2015, y sus 113 partidos en sus 12 participaciones, pero la del padre, Carles, tiene el sabor y el valor de ser la primera. No disputó ningún partido aquel curso del 92 y siempre estuvo a la sombra de un indiscutible Zubizarreta, pero formaba parte de la plantilla y en casi todos los partidos de la Copa de Europa estuvo en el banquillo.

Carles Busquets (Barcelona, 1967) sí jugó el año antes la final de la Recopa del 91 por estar sancionado Zubi. El Manchester United ganó con dos goles de Hughes. Su debut en la Champions no llega hasta dos años después de ganarla en Wembley ante la Sampdoria (1-0). Fue el 14 de septiembre de 1994 contra el Galatasaray. En total, en su carrera, disputó nueve partidos en esta competición.

Julio Salinas, compañero, en aquel Barça del 92, guarda un grato recuerdo de Carles. “Lo llevaba bien para no jugar nunca. Asumió su rol. Asimiló que Zubi era el titularísimo. Él a sí mismo se consideraba un afortunado. Su carrera no tiene nada que ver con la del hijo, que es uno de los mejores futbolistas del mundo en su puesto. Carles era un portero normal. Sabía lo que había. Incluso que le podían fichar a alguien y dejar de ser suplente. Era un tipo tranquilo, campechano. No se metía en nada. Un tío de equipo. De no abrir nunca la boca. No era inquieto como podía ser yo. Si ves a su hijo ahora, así era él entonces. Le llegó la oportunidad cuando se fue Zubi. Jugaba bien el balón. Dominaba el juego de posición. Llamó la atención por el pantalón largo, marcó una tendencia”.

Maldini, saga de capitanes.

El apellido Maldini manda en seis de las siete Copas de Europa del Milan. Cesare, con 31 años, era el capitán de la primera del Milan en Wembley, en 1963, tras derrotar al Benfica (2-1). Era el primer título para un club de su país y por tanto él fue el primer italiano en levantar el trofeo. Lo hizo con una sola mano. Antes había perdido otra final contra el Real Madrid en 1958 en Bruselas.

Paolo vino al mundo cinco años después del gran éxito paterno y con 21 años, en 1989, en el Camp Nou contra el Steaua (4-0) consiguió su primera Orejona. Después llegarían otras cuatro: 1990, 94, 2003 y 2007. En la cuarta, en Mánchester contra la Juventus 40 años después, también llevó el brazalete, como su padre. “Ya no es el hijo de Cesare, ahora yo me he convertido en el padre de Paolo”, comentó el progenitor al ver a su hijo levantar el trofeo.

Cesare y Paolo Maldini, con la selección italiana en 1998 .Mark Sandten (Bongarts/Getty Images)

A pesar de sus cinco entorchados, a uno del mítico Paco Gento, el ahora ejecutivo del Milan considera que en su carrera ha tenido mala suerte. “Soy el jugador más perdedor de la historia. Gané cinco Copas de Europa, pero perdí tres finales, una Supercopa europea, tres finales de la Intercontinental, una final del Mundial, una del Europeo…”. Olvida que además de las cinco Champions ganó otros 20 títulos.

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