El drama de Chimy Ávila: se rompe el otro ligamento cruzado
El futbolista argentino de Osasuna se disponía a regresar a la competición oficial tras la grave lesión del pasado enero en la rodilla izquierda y ahora es baja de la derecha
El pasado 26 de agosto, Chimy Ávila se volvió a sentir futbolista en Anduva, frente al Mirandés. Jagoba Arrasate, entrenador de Osasuna, le dio la alternativa después de siete meses de baja por la rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda, una lesión que frustró su posible fichaje por el Barça en el pasado mercado de invierno. Chimy pudo disfrutar durante media hora. “Es una sensación muy linda”, aseguraba. “He trabajado duro para que llegara este momento”.
Sin embargo, apenas dos semanas después, la fatalidad. Durante el entrenamiento de este miércoles en Tajonar, de cara al...
El pasado 26 de agosto, Chimy Ávila se volvió a sentir futbolista en Anduva, frente al Mirandés. Jagoba Arrasate, entrenador de Osasuna, le dio la alternativa después de siete meses de baja por la rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda, una lesión que frustró su posible fichaje por el Barça en el pasado mercado de invierno. Chimy pudo disfrutar durante media hora. “Es una sensación muy linda”, aseguraba. “He trabajado duro para que llegara este momento”.
Sin embargo, apenas dos semanas después, la fatalidad. Durante el entrenamiento de este miércoles en Tajonar, de cara al primer partido de LaLiga contra el Cádiz en el Carranza, el delantero argentino, después de un lance con su compañero Aridane, se tumbó en el césped con evidentes síntomas de dolor y sujetándose la rodilla derecha. Las primeras impresiones de los médicos de Osasuna que le atendieron ya eran pesimistas, y después de la exploración en la Clínica Universidad de Navarra se confirmaron plenamente. Chimy padece una rotura del ligamento anterior de la rodilla derecha. Cuando avanzaba en la recuperación total de la lesión en la rodilla izquierda, vuelve a caer lesionado.
“Viene un año muy hermoso”, auguraba el delantero osasunista, de 26 años, pero sus planes no se cumplirán. Probablemente, se perderá la temporada completa. “Es otra batalla que la vida me pone y superaré una vez más”, apuntaba a través de su cuenta de Instagram, una vez que conoció el alcance de la lesión. “Mientras más difícil se haga el camino, Dios multiplicará mis fuerzas y mientras más fuertes sean los desafíos, más grandes serán mis victorias”, aseguraba.
El 24 de enero pasado, Ezequiel Ávila salió en camilla, en el minuto 67, durante el partido frente al Levante en El Sadar. Trataba de presionar a Vezo cuando la pierna izquierda se le quedó clavada en el césped. Fue atendido allí mismo, se levantó y trató de caminar hasta la banda, pero sintió que la rodilla no le respondía y tuvo que tumbarse de nuevo hasta que las asistencias le trasladaron al vestuario. Esta vez, Chimy salió por su propio pie del césped, pero con la sensación de que tendrá que permanecer varios meses en rehabilitación, después de la intervención quirúrgica a la que será sometido en los próximos días.
Ávila llegó a Osasuna procedente del Huesca, donde había jugado cedido por el San Lorenzo de Almagro, que le vendió sus derechos al club navarro por 2,7 millones de euros. Hasta su lesión se había convertido en el jugador más determinante del equipo, con nueve goles, y un carácter batallador que conectó enseguida con la afición osasunista, que le había convertido en un emblema.
La doble rotura de ligamento es otro duro obstáculo en la carrera de un futbolista de orígenes muy modestos y con una historia de superación detrás. Chimy Ávila estuvo a punto de dejar el fútbol cuando su hija, con una infección respiratoria grave, durante la que sufrió dos paradas cardíacas, estuvo ingresada en un hospital: “Estuve desde los 18 hasta los 20 años sin jugar al fútbol. Fui padre y mi hija enfermó sin tener yo dinero. No podíamos mantenerla y estuvo internada en una clínica sin seguro social y había que pagar”. Ávila trabajó en varios oficios hasta que San Lorenzo de Almagro apostó por él: “Estaba a punto de tirar por la opción fácil en un barrio de mucha delincuencia y mala vida”. El fútbol le salvó, y ahora le pone otra dura prueba.