El Elche resiste ante la ambición del Huesca
La falta de gol del conjunto de Míchel le priva de la victoria frente al muro de un equipo ilicitano en construcción
La personalidad de los equipos la marcan los entrenadores que aspiran a que sus grupos se asemejen a lo que en su día fueron como jugadores. Míchel fue un fino interior con una zurda de seda que hizo una carrera humilde, la mayor parte en su Rayo Vallecano, sin renunciar nunca al hedonismo. Es lo que pretende y lo que está consiguiendo como técnico. En el Huesca, así en Segunda como en Primera, lo está inculcando y llevando a término. En el Martínez Valero, el equipo oscense hizo todo lo que estuvo en su mano para ganar con solvencia el partido. Y le faltó la salsa del fútbol: el gol. No lo en...
La personalidad de los equipos la marcan los entrenadores que aspiran a que sus grupos se asemejen a lo que en su día fueron como jugadores. Míchel fue un fino interior con una zurda de seda que hizo una carrera humilde, la mayor parte en su Rayo Vallecano, sin renunciar nunca al hedonismo. Es lo que pretende y lo que está consiguiendo como técnico. En el Huesca, así en Segunda como en Primera, lo está inculcando y llevando a término. En el Martínez Valero, el equipo oscense hizo todo lo que estuvo en su mano para ganar con solvencia el partido. Y le faltó la salsa del fútbol: el gol. No lo encontró en la ciudad de las palmeras. El Elche, por su parte, apenas lo buscó y agradeció la igualada. Cuatro empates, con dos goles a favor, suman los de Michel, escaso botín para sus sensaciones y méritos en este inicio de curso.
El Huesca no parece un recién ascendido que defiende el escudo de un humilde. Juega con alegría y ambición, convencido de que puede conquistar el esférico, ser protagonista, tutear a cualquier rival sin importar su enjundia ni el escenario. Lo intentó en La Cerámica y lo consiguió en Mestalla, sacando dos meritorios empates. Y ante el Atlético también dio la cara. En el Martínez Valero, el Huesca también se propuso ser consecuente con su romántica intención ante un adversario a medio construir y con un entrenador nuevo. El Elche, mientras se forma, discute los partidos a través del esfuerzo y la resistencia. En Ipurua le valió el plan consiguiendo sus tres primeros puntos.
Tuvo el Huesca un arranque de partido brillante, lleno de intención, elaborando con sentido el ataque con un dinámico Ferreiro partiendo desde el costado derecho poniendo en problemas a un replegado Elche, al que le costaba avanzar hacia la portería de Andrés Fernández. En el marco contrario, Edgar Badía sí tuvo mucho trabajo, aliviado ante las ayudas constantes de sus defensores, bendiciendo a Gonzalo Verdú por interponer su pierna derecha para abortar un tiro a quemarropa de Rafa Mir. El primer periodo tuvo claro color azulgrana, pero el marcador quedó inédito.
Tras el descanso, entendió Almirón que el Elche debía discutir el balón al Huesca, que con contener no era suficiente. Los ilicitanos amagaron con dar un pase adelante. Insuficiente, en todo, caso, para amenazar. Apenas lo intentaron salvo con un disparo postrero de Lucas Boyé. Y el Huesca siguió a lo suyo. Mikel Rico, en el área chica y con Badía batido, no acertó a empujar a gol una gran asistencia de Galán. A Rafa Mir se le marchó desviado un remate de cabeza. Juan Carlos no acertó entre los tres palos sin entender por qué. Y Ferreiro se topó con Badía. El Huesca lo tuvo todo menos el gol. El Elche tuvo poco. Y el premio, un punto, fue el mismo para los dos.