Guardiola y Klopp firman un triste armisticio
El nuevo clásico de la Premier descubre un City y un Liverpool desnaturalizados por precauciones y bajas, más pendientes de subsistir que de desatar el empate (1-1) bajo el aguacero de Manchester
El Liverpool y el City firmaron un armisticio en Manchester. El empate a un gol reflejó el estancamiento en que desembocó el partido que más expectación genera en Inglaterra después de una primera parte tan frenética como desordenada. Consecuencia del plan de circunstancias de ambos técnicos, pues tanto Klopp como Guardiola revisaron sus modelos históricos. Con resultados decepcionantes. El Liverpool, porque se partió con el añadido de Diogo Jota y acabó con cuatro delanteros descolgados; y el City porque ni así encontró fluidez en la circulación del balón, bloqueado en la salida por su propio...
El Liverpool y el City firmaron un armisticio en Manchester. El empate a un gol reflejó el estancamiento en que desembocó el partido que más expectación genera en Inglaterra después de una primera parte tan frenética como desordenada. Consecuencia del plan de circunstancias de ambos técnicos, pues tanto Klopp como Guardiola revisaron sus modelos históricos. Con resultados decepcionantes. El Liverpool, porque se partió con el añadido de Diogo Jota y acabó con cuatro delanteros descolgados; y el City porque ni así encontró fluidez en la circulación del balón, bloqueado en la salida por su propio ingenio defensivo, el doble pivote Rodri-Gundogan.
Mermado por las bajas de Thiago y Fabinho, y tal vez obligado por la sorprendente producción goleadora de Jota, a Klopp no se le ocurrió nada mejor que desmontar el 4-3-3 para situar a Jota de enganche. La puesta en escena fue imponente porque el City sufrió para salir de la primera presión que le hizo el cuarteto de Salah, Firmino, Jota y Mané. Pero una vez superada esta línea, los seis de atrás se vieron demasiado solos para contener las maniobras que dirigió De Bruyne. Las acciones se precipitaron en un ida y vuelta descontrolado.
Más pendiente de evitar las transiciones de su rival que de explotar los flancos de Henderson y Wijnaldun, el City no acababa de desplegarse cuando recibió el primer golpe. El gol del Liverpool fue consecuencia de un penalti muy poco justificable. Mané recibió de espaldas a la portería en el lateral del área con toda la defensa del City formada atrás. Se giró como si fuera de goma y con un golpe de cintura dejó clavado a Walker. Ofuscado, el lateral inglés le derribó sin contemplar que su oponente no tenía margen de tiro. Rodri y Ederson le tapaban todos los ángulos. Salah convirtió el penalti.
Con Rodri cubierto por Firmino, y con Gundogan atrás en plan vigilante, el City perdió presencia en el mediocampo y se encontró desconectado en todas sus vías de salida. Los centrales no encontraban el pase, y arriba Sterling, Jesús y Ferran Torres no rascaban bola. Solo a la media hora de partido el Liverpool aflojó el ritmo. Descolgados sus cuatro atacantes por falta de combustible, se produjo un desequilibrio en el mediocampo. Fue entonces que Walker encontró a De Bruyne, que se arrimó al área sin que Henderson pudiera alcanzarle y asistió rápido a Gabriel Jesús. Un movimiento de distracción de Gundogan arrastrando a Matip completó la obra de sincronización antes de que Jesús ganara la posición a Alexander-Arnold, controlara y punteara la pelota a la red. El 1-1 fue lo más bonito que ofreció el partido.
Desarbolado el Liverpool en otro contragolpe, Joe Gómez paró con la mano un centro de De Bruyne y el VAR decretó penalti. Tal vez distraído por los guantazos de Alisson, De Bruyne lo tiró fuera y así se fueron los dos equipos al descanso. Bajo un aguacero que quitaba las pocas ganas de jugar que tenían.
“Lo importante es no perder”
El regreso fue sombrío. Desnaturalizados, en busca de su identidad perdida, el Liverpool y el City se fueron quedando sin energía. La lesión muscular de Alexander-Arnold, sustituido por el infranqueable Milner, resumió el carácter doliente de los restos del nuevo clásico del fútbol inglés. El reparto de puntos tuvo aroma de armisticio. Le sirve al Liverpool, que suma 17 y se iguala al Tottenham, ambos a uno del Leicester, que es el líder. No le sirve al City, que languidece en la 11ª posición de la tabla, junto con el Villa y el Arsenal.
“Cuando no puedes ganarle a un rival como el Liverpool en 80-85 minutos, lo importante es no perder”, sentenció Guardiola en la televisión inglesa, después del partido.
“El resultado no es bueno para nosotros”, lamentó Gabriel Jesús en Sky. “Pero es bueno para ellos. Aunque sean los campeones, no podemos dejarnos estos puntos”.
Klopp y Guardiola aprovecharon sus entrevistas televisivas para hacer frente común. Los dos reclamaron a la Premier que legalice las cinco sustituciones, tal y como se permiten en las demás ligas europeas para desahogar las plantillas de la compresión del calendario generada por la pandemia de coronavirus. “Ahí tienen, ahora se ha lesionado Trent Alexander-Arnold, un internacional inglés”, señaló Guardiola; “pero como aquí nos creemos más especiales, no protegemos a los jugadores como en las demás ligas”.
Le preguntaron a Guardiola que si creía que los jugadores estaban cansados, entonces por qué contra el Liverpool solo había realizado una sustitución (Silva por Torres). “Porque soy el mánager, y soy yo quien debe decidir", respondió, visiblemente molesto. "La norma me debe permitir esa posibilidad. Si no hago los cambios es mi problema”.