Jon Rahm: “Estoy muy confiado para ganar el Masters”
El vasco, que jugará las dos primeras rondas con DeChambeau, llega a Augusta con las mejores sensaciones y tras ser número uno mundial
Cada primavera, cuando brota el Masters de Augusta, el golf celebra el cumpleaños de Severiano Ballesteros, el mago que nació un 9 de abril de 1957, que un 13 de abril de hace 40 años ganó su primera chaqueta verde, que un 11 de abril tres temporadas después repitió triunfo. Ese recuerdo especial se ha esfumado este año a las puertas del Masters que comienza este jueves. Ya no es el cálido abril para revivir a Seve y sus hazañas, sino noviembre...
Cada primavera, cuando brota el Masters de Augusta, el golf celebra el cumpleaños de Severiano Ballesteros, el mago que nació un 9 de abril de 1957, que un 13 de abril de hace 40 años ganó su primera chaqueta verde, que un 11 de abril tres temporadas después repitió triunfo. Ese recuerdo especial se ha esfumado este año a las puertas del Masters que comienza este jueves. Ya no es el cálido abril para revivir a Seve y sus hazañas, sino noviembre, y como un guiño de Augusta al golf español que tanto goza en este campo, y quién sabe si una coincidencia del destino, el que cumple años es Jon Rahm, que este martes celebró los 26. “Aita [su padre] ya me lo dijo, que cada año era el cumpleaños de Seve, y Sergio ganó cuando él hubiera cumplido los 60 [en 2017], y ojalá que eso me dé suerte ahora. Es un punto extra de motivación. Hay tal historia española de campeones aquí, con tres ídolos míos [Ballesteros, Olazabal y García], que me encantaría poder añadir mi nombre a esa lista y que sea la sexta chaqueta verde para España ahora que es el 40 aniversario de la primera de Seve”, explicó Rahm. Seve, siempre Seve presente en su memoria y en su carrera.
Ganador por naturaleza, Rahm rebosa confianza en sí mismo ante el grande y el campo que mejor se ajusta a su juego. “No voy a mentir, me siento muy confiado. Espero que suceda algo especial este fin de semana”, aseguró; “he jugado bien en el pasado y he tenido buenas vueltas. El domingo del año anterior me di opciones. Los dos últimos años he jugado tres días bien y uno mal. Tengo que eliminar ese día. Estoy cerca de ganar, estoy cómodo y a ver si soy campeón el domingo”.
Augusta es como un guante para el de Barrika (Bizkaia). Fue 27º en su debut el año en el que se doctoró Sergio García, cuarto el curso siguiente y noveno la temporada pasada, a solo tres golpes de Tiger Woods (-10 por -13). Son 12 rondas en total y en las siete últimas ha bajado del par 72 del campo de manera consecutiva con tarjetas de 68, 65, 69, 69, 70, 71 y 68 golpes. A esa inercia de buenos resultados le suma ahora el poso de haber sido durante cuatro semanas el número uno del mundo (hoy es segundo tras Dustin Johnson), dos victorias en el zurrón (Memorial y BMW Championship) y un último torneo jugado, Zozo Championship, en el que tuvo el triunfo en dos putts finales para birdie que se escaparon por una uña. En 18 torneos puntuables para el ranking mundial disputados este 2020, el vasco ha estado entre los 10 primeros clasificados en la mitad de ellos.
La receta para Augusta ya la conoce. “Jugar siendo fiel a lo que siento y tengo en mente aunque no sea lo convencional. No voy a hacer lo que es la norma porque lo sea. Si lo siento de otra forma, lo haré y punto. Quiero ser fiel a mí mismo y así mantener la confianza. Tengo que jugar al golf como lo siento yo”, contó ayer Rahm. “Tengo más experiencia en cómo jugar el Augusta National, pero aun así me sorprende cada vez que vengo. Siempre tengo la misma sensación que la primera vez cuando bajo por Magnolia Lane, todavía voy a tener esas mariposas en mi estómago porque es un lugar tan icónico para los golfistas”, comentó.
“Estoy feliz”, resumió Jon Rahm poco antes de saber que durante las dos primeras jornadas jugará con la gran atracción del torneo (además de Tiger Woods), el cañonero Bryson DeChambeau. Y si lo hubiera sabido antes estaría igual de feliz y de motivado por acaparar los focos. Y como muestra de su estado de gracia, el increíble hoyo en uno este martes en el 16 haciendo rebotar la bola sobre el agua. De genio.
Solo cuando piensa en la familia que ahora no ha podido viajar debido a la pandemia se le entristece la mirada. El Masters, como para otros muchos, ya no es este año ese punto de encuentro para recargar las pilas sentimentales. “Es duro”, admitió el vizcaíno en ese cumpleaños algo apagado por la soledad del competidor, “es otro mes más sin ver a la familia. Tiene mala pinta que pueda ir a Bilbao estas Navidades. Puede que no pueda ver a la hija de mi hermano, a mi amama [abuela] y al resto de mi familia en mucho tiempo, así que espero darles una alegría”.
Sin azaleas en noviembre
Sergio García llamó a su hija Azalea, como la simbólica flor que cada abril decora Augusta, a los pocos meses de ganar el Masters de 2017. Tres años después, nada es como antes, el castellonense es baja después de dar positivo por coronavirus y ni el Masters se celebra en primavera ni hay azaleas.
La pandemia puso la temporada patas arriba, se canceló el Open Británico, y US Open, PGA y Masters cambiaron de mes. Augusta se mudó a noviembre porque se rige por un calendario tan inamovible como un ciclo lunar. El club celebra desde el 15 de mayo la llamada semana del agradecimiento, en la que sus empleados pueden disfrutar de las instalaciones con todos los privilegios. Siete días después, el 22, cierra sus puertas para cambiar de piel. En septiembre se resiembra todo el campo y el 15 de octubre se vuelve a abrir a los socios con el traje nuevo y recién planchado. Ni una pandemia mundial ha alterado un minuto el reloj de Augusta.
“El campo va a estar perfecto, como siempre”, explica el español Daniel Carretero, que trabajó como greenkeeper en esa meca de la jardinería que es el Augusta National durante dos años, entre noviembre de 2010 y otoño de 2012. “El club es para los socios, aunque el Masters le haya dado mucha fama y dinero. Para ellos, el 15 de octubre, cuando se vuelve a abrir, es un día tan importante como la semana del torneo. El campo está igual los siete meses que está abierto, no cambia nada”.
O casi nada. “La diferencia va a ser estética, de la jardinería más que del campo en sí. No habrá azaleas, porque florecen en primavera, y se van a ver colores más ocres y rojizos que blancos”, cuenta Carretero, orgulloso de haber formado parte de ese pequeño ejército de jardineros que hacen de Augusta un museo al aire libre: 45 personas se dedican “a lo verde”, los greens, las calles, y otras 45 cuidan de los pinos, las flores... Cuatro sensores controlan en cada hoyo la temperatura y la humedad para decidir el riego necesario, y un sistema de tuberías permite calentar o enfriar los greens con agua. El crecimiento de la hierba se controla midiendo su nivel de nitrógeno, y el paso por la peluquería es constante: cuatro cortes por la mañana y dos por la tarde, de lunes a domingo.
“La filosofía del Masters es la de la continua mejora. Cada años revisan mil veces las imágenes en televisión del torneo para descubrir un fallo, desde el papel de un sándwich hasta que se vea un camino. La estética es primordial”, explica Carretero.
La mudanza en el calendario afectará también a los horarios. Los dos primeros días habrá salidas desde dos tees para aprovechar las horas de luz, menos ahora que en abril, y el domingo la jornada acabará por la mañana. Mandan las televisiones. CBS, que retransmitirá esa ronda, emite por la tarde el fútbol americano. Otro cambio más en el Masters más extraño.