El Sevilla, una roca, desactiva al Villarreal
Asentado en sus centrales y con el portero Bono a gran nivel, los andaluces se dejan dominar y definen al contragolpe
El Sevilla puso fin a la gran racha del Villarreal para lograr un triunfo de un gran peso específico. Los de Lopetegui supieron sufrir ante un buen rival, que le sometió en posesión y quizás en fútbol, pero que se tuvo que rendir ante la enorme competitividad del Sevilla. Los andaluces se adaptaron de forma estupenda a lo que propuso el Villarreal, tapando a los de Emery todos los caminos del gol. El partido de los centrales del Sevilla, Koundé y Diego Carlos, fue espectacular, así como el trabajo en la presión de un ...
El Sevilla puso fin a la gran racha del Villarreal para lograr un triunfo de un gran peso específico. Los de Lopetegui supieron sufrir ante un buen rival, que le sometió en posesión y quizás en fútbol, pero que se tuvo que rendir ante la enorme competitividad del Sevilla. Los andaluces se adaptaron de forma estupenda a lo que propuso el Villarreal, tapando a los de Emery todos los caminos del gol. El partido de los centrales del Sevilla, Koundé y Diego Carlos, fue espectacular, así como el trabajo en la presión de un grupo que vivió del robo y el contragolpe para lograr una victoria importante ante un rival directo como el Villarreal. Eso también es jugar al fútbol.
El mejor ejemplo de lo que ocurrió fue el segundo gol del Sevilla. Una gran cobertura de Diego Carlos a Fer Niño acabó con el balón en los pies de Trigueros. Acosado por Ocampos, el futbolista del Villarreal cedió la pelota al argentino, que envió un pase excelente a En-Nesyri para que el delantero hiciera el segundo tanto. El equipo de Emery lo intentó siempre, pero cuando superó a Diego Carlos y Koundé se encontró con el portero Bono, que hizo dos paradones a Pedraza y Samu. El Sevilla, un gran competidor, se asienta en la parte alta de la clasificación tras acabar con una racha de 18 partidos sin perder del Villarreal, incapaz de someter a un rival incansable, hecho a medida de lo que desea Lopetegui.
El regreso de Emery al Sánchez Pizjuán cuatro años después ofreció un partido claramente marcado por dos entrenadores que no desean que se les escape ningún detalle. El Sevilla y el Villarreal son dos equipos producto del trabajo de sus técnicos. Tiene más toque el conjunto amarillo, mientras que el Sevilla es una especie de acorazado que sobrevive defendiendo. Solo así puede entenderse un pleito que comenzó dominando el Villarreal, cuyo mando se interrumpió con un penalti por manos de Foyth a los ocho minutos que fue transformado por Ocampos (cuarto de la temporada).
Con ventaja en el marcador, ya se sabe cómo se las gasta el Sevilla. Su habitual repliegue, en este caso, se vio reforzado por el buen dominio del balón del Villarreal, que encerró al Sevilla en su campo. Los de Emery tocaban y tocaban, mientras que los de Lopetegui se mostraban incapaces de tener el balón. Ahogados Rakitic y Jordán, sin salida por la banda de Navas, el Sevilla, sin embargo, fue capeando el temporal gracias a la habitual solvencia de su trío mágico, el compuesto por Koundé, Diego Carlos y Fernando. También Acuña rindió a gran nivel.
Curiosamente, tanto dominio del Villarreal no se tradujo en un solo disparo a puerta de los visitantes. Es más, el que gozó de alguna ocasión en este primer tiempo fue el Sevilla. Asenjo detuvo un remate de Diego Carlos a la salida de un saque de esquina y todavía En-Nesyri no llegó de milagro a un fantástico pase de Suso al contragolpe. Tocado por el penalti del VAR, al Villarreal no le daba con los fantásticos desplazamientos y movimientos de Gerard Moreno. Le faltaba a los de Emery mordiente para plasmar en ocasiones su evidente jerarquía en el juego. Siempre mejor colocado en el campo, con ventaja en las bandas, al Villarreal le faltó remate.
El Sevilla definió el partido en una jugada iniciada en un cruce de Diego Carlos que acabó en un contragolpe de libro finalizado por En-Nesyri. Así funciona este equipo, enorme competidor, que se dejó dominar por el Villarreal para asestarle el golpe definitivo en el momento adecuado. Los visitantes, que dominaron mucho, solo crearon peligro en tres minutos mágicos, del 72 al 75, cuando surgió la figura de Bono para frustrar a Pedraza y Samu con dos intervenciones de mucho mérito. Superado ese momento de duda gracias a su portero, el Sevilla dejó correr los minutos con un enorme oficio, marca de la casa. El partido acabó sin más sobresaltos para los locales, dominadores de ese fútbol poco vistoso, pero tremendamente útil y práctico. Con centrales como Koundé y Diego Carlos, más un espíritu colectivo encomiable, el Sevilla quiere aspirar a lo máximo en este curso.