La tormenta de un americano
Pulisic anota el primer gol de un estadounidense en unas semifinales y sobresale en los mejores minutos del Chelsea
Antes de que otro temporal descargara sobre Valdebebas, al Real Madrid le cayó otro en forma de fútbol. Nada más empezar el partido, literalmente, el Chelsea inició una secuencia de arremetidas que zarandeó a los blancos. Entre sus responsables, Christian Pulisic. De repente, un americano castigando en Europa a los muchachos de Zidane con velocidad y tino.
Primero se desesperó, como todos los blue, cuando Werner desperdició una asistencia suya c...
Antes de que otro temporal descargara sobre Valdebebas, al Real Madrid le cayó otro en forma de fútbol. Nada más empezar el partido, literalmente, el Chelsea inició una secuencia de arremetidas que zarandeó a los blancos. Entre sus responsables, Christian Pulisic. De repente, un americano castigando en Europa a los muchachos de Zidane con velocidad y tino.
Primero se desesperó, como todos los blue, cuando Werner desperdició una asistencia suya con la cabeza. El alemán hizo un clásico de su temporada: fallar una ocasión que ya todos en el Di Stéfano cantaban (o lloraban). Courtois sacó el pie de balonmano para negarle el gol. La lluvia de juego de los londinenses era un hecho a esas alturas, apenas el minuto diez. La volvió a tener Werner, que no llegó por una uña a un centro. Pero a la tercera, Pulisic, de 22 años, se puso el chaqué y se tomó un lexatín para desnudar a la defensa blanca.
Primero ejecutó un desmarque de manual entre Nacho y Varane ante la pasividad del sistema defensivo local, y luego, ya solo ante el portero belga, se relajó, analizó el paisaje, esquivó al meta y espero a encontrar el hueco para embocar entre una nube de zagueros. Un alarde de tranquilidad en un momento tan claustrofóbico. Se convirtió así en el primer estadounidense en celebrar en unas semifinales de la Copa de Europa. Tuchel, puro frenesí en la banda, mascando chicle y gritando al mismo tiempo, encontró la alegría tras desesperarse con Werner.
Hasta que Benzema apareció a la media hora con el Madrid en la esquina del ring achicando agua, también literalmente, el Chelsea se apoyaba en Pulisic para impulsarse. Partiendo desde el centro, sus arrancadas en la primera parte penalizaron a unos blancos partidos y sin respuestas. Fueron los mejores minutos visitantes y ahí estaba Pulisic. Tras el descanso, con el duelo más cerrado y sin tantos espacios, el americano perdió peso hasta que fue sustituido por Ziyech.
El estadounidense, fichado por 64 millones en el invierno de 2019, pertenece a la factoría de hallazgos del Dortmund, que lo reclutó a los 16 años de Estados Unidos. Pulisic nació en Hershey, una población de poco más de 10.000 habitantes de Pensilvania, y la ascendencia croata de su padre Mark le llevó a algo tan europeo como el fútbol. Jugó en el PA Classics y en los Harrisburg City Islanders hasta que la red de ojeadores del equipo alemán lo cazó en plena adolescencia.
En la cuenca del Rhur escaló a toda velocidad por la pirámide de las categorías inferiores. Le bastó un año para estrenarse en el Westfalenstadion. En sus cuatro años en la Bundesliga sumó 19 goles y 26 asistencias en 127 encuentros, suficiente para que en 2019 el Chelsea, que venía de una sanción de no poder fichar por infringir la norma sobre traspasos internacionales de menores de 18 años, pusiera sobre la mesa 64 millones para convertirlo en ese momento en la tercera contratación más abultada de su historia, tras los españoles Kepa (80) y Morata (66). Esa campaña la acabó en Alemania y en el verano de 2019 viajó a Londres, donde este martes sumó su diana número 17 y la sexta de este curso. Ninguna más importante como su alarde de calma y técnica en Valdebebas.
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