El ‘blues’ del ciclismo español en el Arco del Triunfo
Por tercer año consecutivo, el envejecido ciclismo español es más espectador que actor en una carrera que dominan los jóvenes fenómenos
La vista de la Torre Eiffel iluminada y el Arco del Triunfo y su banderón como decorado del podio de los Campos Elíseos lleva al ciclismo español, un año más, y van seis, antes a los dominios de la elegía de un triste lamentar, un blues del obelisco de la place Concorde, y un estribillo repetido, esto es lo que hay, que a los de la épica de una atronadora batalla resuelta con éxito.
Nadie llega con ganas de Hemingway y fiesta al final del Tour de Francia, sino pensando en regresos, aviones, palizas hacia ...
La vista de la Torre Eiffel iluminada y el Arco del Triunfo y su banderón como decorado del podio de los Campos Elíseos lleva al ciclismo español, un año más, y van seis, antes a los dominios de la elegía de un triste lamentar, un blues del obelisco de la place Concorde, y un estribillo repetido, esto es lo que hay, que a los de la épica de una atronadora batalla resuelta con éxito.
Nadie llega con ganas de Hemingway y fiesta al final del Tour de Francia, sino pensando en regresos, aviones, palizas hacia Tokio, y olvido. “Es lo que hay”, dice Eusebio Unzue, responsable del Movistar, el único conjunto español en un Tour en el que este año ni ha podido ganar la habitual general por equipos. “Es cuestión de rachas. Llevamos varios Tours que parece que los españoles vamos de espectadores porque estamos tan bien acostumbrados que un poco nos parece nada. Y no somos los únicos, mira otros clásicos de toda la vida como Italia o Francia cómo están…”
Se cumplen seis años de la última vez que un español subió al podio del Tour. Fue Alejandro Valverde en el Tour de 2015 en el que el líder de su Movistar, Nairo Quintana, quedó segundo a poco más de un minuto del ganador, el Chris Froome de su segundo Tour. Aquel año, además, Purito Rodríguez ganó dos etapas y Rubén Plaza, una. Desde entonces: victorias de etapa en 2016 (Ion Izagirre) y 2018 (Omar Fraile) y dos españoles o uno en el top ten cada año: Valverde (6º) y Purito (7º) en 2016; Landa (4º) y Alberto Contador (9º) en 2017; Landa (7º), en 2018; Landa (6º) y Valverde (9º), en 2019; Landa (4º) y Enric Mas (5º), en 2020, y Mas (6º) y Pello Bilbao (9º), en 2021. Ion Izagirre e Imanol Erviti terminaron segundos en una fuga; Valverde, segundo en Andorra; Mas, cuarto en Luz Ardiden, e Iván García Cortina, cuarto en un sprint. Eso fue todo. Así se pasaron repechos, contrarrelojes, llanura, media y alta montaña, fugas y peleas.
“Pero sigo confiando en la progresión de Enric Mas año a año”, dice Unzue, que ha visto cómo se quedaba un poco por el proceso otro de sus grandes proyectos, el de Marc Soler, que deja el equipo para irse a otro en el que deba asumir menos responsabilidades. “Me ha gustado más este sexto de Mas que el quinto del año pasado. Aquí ha sido debido a dos días malos, alergia, calor, pero demostró en Luz Ardiden que su sitio es ahí, más cerquita de un podio que me ha parecido menos difícil que otros años”.
El mundo cambia, el Tour acelera y el ciclismo español envejece. “Hasta que llegue un relevo no nos queda otra que tirar de la dignidad de algunos veteranos, de Valverde (41 años), Ion Izagirre (32), Landa (31)…”, dice Unzue. “Y de Mas (26), que sigue creciendo, claro”.
Cuatro exganadores de la grande boucle partieron de Brest hace tres semanas. Tres, los más viejos, desearon quizás no haberlo hecho. Vincenzo Nibali (36 años, ganador del 14) se retiró antes de llegar al Ventoux y a los Pirineos; Geraint Thomas (35 años, ganador del 18), terminó el 42º, a más de dos horas del ganador tras un Tour de mula laboriosa para su jefe, Richard Carapaz (28 años, tercero), y Chris Froome (36 años, cuatro Tours, 13, 15, 16 y 17), terminó en el top ten, noveno por la cola, a 4h 12m, en su lucha por el farolillo rojo del Tractor Tim Declercq, del que se quedó a 44 minutos. El cuarto es Tadej Pogacar.
“Pogacar y los nuevos ciclistas tan precoces son fenómenos, son la excepción”, dice Unzue, quizás sin percatarse de que en estos tiempos la excepción es la normalidad en el mundo que le rodea.
Hay también excepción española, pero tiene aún 18 años, y habrá que esperar un poco más a que crezca. Se llama Juan Ayuso, el gran dominador de la categoría sub 23 mundial —ganó el Giro de Italia de su edad con la misma superioridad que la exhibida por Pogacar en el Tour, y será favorito el próximo mes del Tour del Porvenir— y se llaman también Igor Arrieta, Raúl García y Carlos Rodríguez, los mejores juveniles entre 2018 y 2020, que, saltándose la categoría sub 23 y pasando a profesionales rápido han demostrado en la práctica lo que muchos piensan de las categorías de formación del ciclismo español, que forma juveniles extraordinarios que no progresan en amateurs y se hacen profesionales normales.
“El nivel de las carreras sub 23 en España no es muy exigente, falta competencia a nivel internacional por lo que muchos equipos han decidido pasar a juveniles a profesionales porque ven que tienen ya un nivel que les permite competir en profesionales”, dice José Luis Arrieta, director del Movistar y padre de Igor, uno de los juniores de oro y profesional en el Kern Pharma. “Es el nuevo modelo”.
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