Paula Badosa: “Todo lo que he sufrido me ha hecho ser quien soy”
La campeona de Indian Wells charla con EL PAÍS mientras se abre hueco entre las mejores y apuntala su crecimiento en el año de su explosión
Después del subidón, de hacer historia y de convertirse en la primera mujer española que conquista el desierto de Indian Wells (California), la voz de Paula Badosa (Nueva York, 23 años) revela que todavía sigue en una nube. Son las tres de la madrugada para ella y está en su hotel, pero le resulta imposible conciliar el sueño. “No hay manera…”, introduce en la conversación con EL PAÍS, que acota el sinuoso recorrido de una de las revelaciones del año en el circuito femenino, retrocediendo de manera inevitable a esa ...
Después del subidón, de hacer historia y de convertirse en la primera mujer española que conquista el desierto de Indian Wells (California), la voz de Paula Badosa (Nueva York, 23 años) revela que todavía sigue en una nube. Son las tres de la madrugada para ella y está en su hotel, pero le resulta imposible conciliar el sueño. “No hay manera…”, introduce en la conversación con EL PAÍS, que acota el sinuoso recorrido de una de las revelaciones del año en el circuito femenino, retrocediendo de manera inevitable a esa crisis emocional que la marcó después de triunfar como júnior en Roland Garros, hace seis años: talento precoz, éxito repentino, expectativas. Y de ahí a la depresión. Una carrera a punto de truncarse. Sorteado el bache, va haciéndose un hueco entre las mejores y consolida la reconstrucción.
Pregunta. ¿Es ya verdaderamente consciente de lo que ha conseguido?
Respuesta. Aún necesito unas cuantas horas más para procesar todo esto, pero voy asimilándolo. Es un sueño, lo que siempre quise, así que estoy disfrutándolo. Sé cuánto me ha costado llegar hasta aquí y todo lo que he tenido que pasar, y me imagino que conforme avancen los días comprenderé mejor lo que he hecho.
P. Para aquellos que la descubren ahora, ¿cómo se describiría?
R. Creo que soy una luchadora, una persona valiente que ha peleado mucho para conseguir lo que quería y que siempre ha intentado perseguir sus sueños, pasara lo que pasara. He pasado por muchos momentos complicados en mi vida, pero ese espíritu de lucha siempre ha estado ahí, nunca lo he perdido; siempre pensé que podía ganar un torneo tan importante como este o un Grand Slam, y eso me ha mantenido en la lucha y me ha permitido que conserve la ilusión.
P. Estos días hablaba de la felicidad como clave de su éxito, pero ¿en qué consiste un concepto tan abstracto como la felicidad para usted?
R. Es muy complicado. Muchas veces te preguntan si eres feliz, y pienso que al final la felicidad son momentos. Por mi experiencia, puedo decir que he encontrado esa estabilidad y esa paz que te permiten disfrutar del día a día, y estar a gusto contigo misma y con tu equipo de trabajo, con aquellos que te rodean. Yo lo he conseguido, y para mí ese es un buen resumen de la felicidad.
P. Después de vencer a Azarenka dejó el siguiente mensaje: “No dejes que nadie te diga que no puedes lograr algo”. ¿Tenía alguna cuenta pendiente?
R. Totalmente, es una forma de reivindicarme. A todos nos ha pasado en algún momento de nuestras vidas que a nuestro alrededor hay gente que no cree en ti o que te dice que no eres capaz de hacer algo, que no te ayuda, y esas frases se te quedan grabadas, sobre todo cuando eres más joven. Yo las tengo en la cabeza y, cuando ganas algo así, demuestras a todos aquellos que te lo decían que estaban equivocados.
P. Pero ¿cuántas veces le dijeron que no sería capaz?
R. Alguna que otra. Me sucedió al principio de mi carrera y, especialmente, cuando las cosas no me iban bien. Ahí muy poca gente cree en ti, y precisamente esos son los momentos en los que más necesitas el apoyo.
P. Ha ascendido 69 puestos en 10 meses y es la 11ª del mundo. Sin embargo, ¿necesitaba un título así para cerrar el círculo?
R. Sí, porque he cumplido un sueño. He ganado un Masters 1000 al que, además, le llaman el quinto Grand Slam, así que obviamente estoy feliz. Era un objetivo y lo he conseguido, y a la vez me refuerza en la idea de que puedo continuar ganando cosas importantes y competir a estos niveles. Es un paso, pero debo seguir.
P. Hace dos años sufrió depresión y ansiedad, e incluso sopesó dejar el tenis. Dice que el proceso le hizo más fuerte. Rebobinando, ¿cambiaría el guion?
R. Quiero pensar que al final todo pasa por algo. Tengo 23 años y no 28, así que sigo siendo joven y todo lo que me ha ocurrido me ha ayudado a ser la persona que soy hoy. Quiero mirarlo por el lado positivo. ¿Que hubiese cambiado la forma de gestionar algunas cosas en su momento? Sí, claro, muchísimas... pero quizá hoy no sería la persona que soy. Me gusta pensar de forma positiva y, por ejemplo, si he conseguido ganar un partido como este es porque todo lo que he luchado durante estos años me ha servido para algo. Seguro que ha contribuido.
P. Cuando triunfó en Roland Garros, en 2015, le desbordaron los elogios. ¿Considera que ya está preparada para gestionar el éxito y lidiar con la élite?
R. Ahora no tengo nada que ver con la que era hace un tiempo. Llevo todo el año haciendo las cosas bien [ganó su primer título de la WTA en Belgrado y ha batido a la número uno, Ashleigh Barty, entre otros méritos] y he ido procesando correctamente cada resultado. Eso me aporta mucha tranquilidad, y aunque ahora me toquen un par de días un poco caóticos y que se salen de lo habitual, luego quiero volver rápido a la normalidad.
P. ¿Qué queda de aquella Paula que se derrumbó?
R. Por suerte, queda muy poco de ella. Queda la misma ilusión de ganar un Grand Slam, pero por lo demás queda muy poco. Al final, era una niña que estaba empezando en esto, muy inmadura y que no sabía de qué iba todo, pero ha pasado mucho tiempo y afortunadamente he mejorado en muchos aspectos, tanto desde el punto de vista tenístico como en el personal. Ha sido un todo. He mejorado tenísticamente, físicamente, mentalmente. Tengo un buen entorno y tengo una estabilidad. No es flor de un día, sino que la combinación de todo eso con mucho trabajo me ha conducido hasta donde estoy ahora.
P. Hay mucha prisa por generar figuras. ¿Teme que lo que le sucedió a usted le pueda suceder a otras jóvenes con talento?
R. Sí, por supuesto. Lo que me sucedió a mí le puede ocurrir a cualquiera, porque no es fácil manejar una situación así. Es muy difícil ser joven, tener éxito y tener tanta exposición mediática. Seguro que tendrán momentos buenos, pero también tendrán que pasar por otros duros y que superar las expectativas que se generan a tu alrededor. Es una parte del proceso.
P. También el dominio del ego. ¿Se hace muy difícil controlarlo?
R. No creo que sea una cuestión de ego. Lógicamente, es un deporte individual y los egos están ahí, pero no creo que sea necesario para triunfar. En mi caso, no me gustaría que fuera así. Debes tener la competitividad y ese deseo, pero no creo que sea lo fundamental. Por ejemplo, Azarenka es supercompetitiva, pero no tiene mucho ego y desde mi punto de vista, ese es el perfil ideal. Ella siempre ha sido una inspiración por cómo es y cómo se comporta en la pista, por la actitud que tiene. Ha ganado muchos títulos y es una grande de este deporte, y desde que yo era pequeña me fijaba mucho en ella.
P. Hace dos meses cerró su vínculo con Javier Martí, el técnico con el que se estabilizó, y dice que a veces es de romper con todo. ¿De vez en cuando es bueno hacerlo?
R. Mi carácter es así, y nunca he tenido miedo a los cambios. Los hago porque creo que vendrán cosas mejores, y en mi caso siempre ha sido así. No me gustan los cambios y si los he hecho es porque no me quedaba otra opción, pero en el instante en el que debo hacerlos no tengo miedo. Me gusta la estabilidad y la tranquilidad, ya que el tenis es lo suficientemente caótico, pero si hay posibilidades de mejorar no hay que tener miedo. Creo que voy en la buena dirección y quiero mantener esta línea.
P. La profesionalidad, el ser y vivir “como una tenista de verdad”, decía en verano.
R. Creo que estamos un poco equivocados en cuanto al concepto de profesionalidad; y ojo, yo era la primera que lo estaba. Ser profesional no significa ir a entrenar, volver a la habitación y estar encerrada 24 horas mientras piensas en el golpe que has fallado. No, eso es todo lo contrario. Yo he pensado durante toda la vida así y al final no rendía, porque el pensar así solo significa añadir más mierda a la cabeza, hablando mal. Eso te amarga.
P. Pese a ser tan esclavo, en el tenis, como en todo, también hay que tratar de pasarlo bien, ¿no?
R. Este estilo de vida es muy intenso, y si le añades cargas innecesarias lo haces todavía más complicado. Hay que encontrar un balance. Debes tener tus momentos de trabajo, que son muchas horas al día, pero también necesitas desconectar y tener tranquilidad. Es necesario pasarlo bien y reírse, y no estar pensando todo el rato en el tenis. Es lo que llevo haciendo desde hace un año y ahí es donde más he notado la diferencia.
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