Martina Navratilova: “Lucho para que la mujer tenga más poder”
La leyenda de la raqueta charla con EL PAÍS sobre la evolución del tenis femenino, activismo y el papel de los deportistas como embajadores de los derechos sociales
Es de madrugada en España y al otro lado de la pantalla, Martina Navratilova (Praga, 65 años) canturrea el Alejandro de Lady Gaga cuando inicia la conversación nocturna con EL PAÍS. Habla la leyenda desde Guadalajara, México, donde ejerce estos días de embajadora de las Akron WTA Finals (Copa de Maestras) en las que compiten las ocho mejores jugadoras del curso. Se expresan las tres Navratilovas: la coleccionista de trofeos, la analista de la actualidad y, por supuesto, ...
Es de madrugada en España y al otro lado de la pantalla, Martina Navratilova (Praga, 65 años) canturrea el Alejandro de Lady Gaga cuando inicia la conversación nocturna con EL PAÍS. Habla la leyenda desde Guadalajara, México, donde ejerce estos días de embajadora de las Akron WTA Finals (Copa de Maestras) en las que compiten las ocho mejores jugadoras del curso. Se expresan las tres Navratilovas: la coleccionista de trofeos, la analista de la actualidad y, por supuesto, la activista incombustible que ha sonrojado en más de una ocasión a Donald Trump.
Pregunta. Posee todos los récords en la Copa de Maestras: títulos (8), finales (14), partidos ganados (60) y participaciones (21). ¿Con qué recuerdo se queda?
Respuesta. Supongo que tendría que hablar del último partido que jugué en el Madison Square Garden contra Gabriela Sabatini. Ese año era un formato diferente y perdí contra ella. Fue mi último partido. Virginia Slims [una marca estadounidense de cigarrillos] me regaló una Harley Davidson, pero no podía arrancarla porque iba en contra de las reglas. La moto no tenía gasolina, pero la tuve durante mucho tiempo. Perdí contra Sabatini en la primera ronda y fue un poco embarazoso, porque esperaba ganar. Pero dije: si Gabi juega así ganará el torneo. Y lo ganó, así que me sentí un poco mejor después.
P. ¿Y algún otro episodio más?
R. También recuerdo algunas de esas finales a cinco sets. Creo que gané un par y perdí un par, aunque no estoy segura de cuántas jugué; creo que fueron tres y fue divertido. Y luego la otra que recuerdo fue deprimente, en 1990. Estaba entrenando, pero tenía las rodillas mal. Cuando gané en Wimbledon llevaba una cinta adhesiva en la rodilla. Necesitaba operarme, pero esperaba poder terminar el torneo porque estaba jugando muy bien. La rodilla me falló cuando estaba entrenando y estrellé la raqueta. Mi amiga que estaba allí la recogió y pude jugar; de hecho, me fui directamente a Denver en avión y me operé las dos rodillas durante el torneo. Así que eso fue deprimente. Pero pude volver y jugar de nuevo.
El tenis femenino está abriendo camino en la lucha por la igualdad de las mujeres en todas partes
P. Jugar en el Madison siempre es diferente, ¿no?
R. El Garden era especial. Había grandes multitudes y estaba en Nueva York. Iba más allá del tenis. Había mucha historia allí, con el hockey y el baloncesto, por supuesto, y también combates de boxeo, y luego todas las superestrellas del mundo del espectáculo que actuaron allí. Pusieron mi nombre en el techo e izaron la bandera cuando me retiré. Fue muy bonito estar allí.
P. ¿Alguna vez llegó a sentirse invencible?
R. ¡Claro que sí! En un momento dado [de 1983 a 1984] tuve una racha de 54 partidos ganados, perdí dos y luego [en 1984] gané 74 seguidos. Fueron como ciento treinta y pico partidos que gané, así que sí. No me sentía invencible, era invencible. Tiene gracia tener esa sensación de que, pase lo que pase, vas a ganar el partido. De alguna manera vas a encontrar la manera de ganar. Y es una sensación agradable cuando sigues entrenándote y sigues siendo recompensada con la victoria. Se vuelve más difícil cuando haces todo el trabajo duro y no ganas, pero tuve la suerte de que eso no ocurriera muy a menudo. Tuve esa buena racha durante algunos años; en tres años, perdí seis partidos. Así que el promedio es de dos perdidos al año, lo cual está bastante bien.
P. Como jugadora era muy exigente consigo misma. ¿Era algo innato o lo aprendió?
R. ¿Qué si es algo innato? Siempre he trabajado duro. Empecé por mi cuenta, pero no sabía realmente lo que estaba haciendo, así que una vez que conseguí un entrenador y un preparador físico empecé a entrenar más duro y de forma más eficiente. Y luego tuve a un entrenador que me ayudó con mi técnica y estrategia, pero era una autodidacta. Sentía motivación, pero también escogía a entrenadores que se sentían motivados. No habría tenido a un entrenador perezoso. Necesitas tener ese tipo de intercambio de pasión, emoción y respeto, y tuve eso con todos mis técnicos. Tuve muy buena relación con ellos y creo que, bueno, estoy segura, gracias a eso gané muchas más veces de las que habría ganado si no hubiera tenido un entrenador.
P. Se habla del nivel actual de las jugadoras y de los vaivenes en el tenis femenino, con una campeona nueva cada semana. ¿Eso es bueno o malo?
R. Cuando Chris Evert y yo estábamos en casi todas las finales, y teníamos la mejor rivalidad del mundo… Jugamos la una contra la otra 80 veces y la gente decía entonces que el tenis femenino era muy aburrido porque siempre era Chris y Martina, y que en el lado de los hombres nunca se sabía quién iba a estar en la final porque había mucha más profundidad en el tenis masculino. Ahora dicen que es genial tener a Rafa y a Roger en cada final, pero es aburrido con las mujeres porque nunca se sabe quién va a estar en la final. Y piensas, ¿queeeé? Ahora es al revés, de modo que a las mujeres siempre se les juzga más duramente que a los hombres, hagan lo que hagan. Pero, en cualquier caso, sí, quizás no tengamos una superestrella todavía, aunque hay un par de ellas que están cerca. Ahora tenemos a Naomi Osaka, que para mí ya es una superestrella. Tal vez no haya jugadoras que hayan ganado tanto como Chris y yo, pero están en camino. Serena Williams, por supuesto, es una gran estrella, pero no está jugando más y los años no perdonan.
P. Pero, ¿no sería necesario generar una rivalidad?
R. Creo que el tenis femenino está muy bien, porque tenemos a varias superestrellas en potencia, muchas. Algunas de ellas están aquí en las finales de la WTA, y todo está más nivelado. Hay mucha más profundidad en el tenis femenino. También hay más profundidad en el tenis masculino que hace 20 ó 30 años, pero ha habido tres hombres que han sido capaces de llegar a la cima, mientras que solo Serena ha llegado a lo más alto, la verdad, y quizás Venus segunda, siguiéndola de cerca. Justine Henin se retiró demasiado pronto para mi gusto, pero se retiró.
Siempre fui una rebelde. Si la norma tiene sentido, la sigo y si no lo tiene, la rompo. Está en mi ADN
P. ¿Qué opina de las jugadoras actuales?
R. Están Muguruza y Azarenka, que han ganado un par de grandes torneos, o Angelique Kerber y Halep, pero no acaban de saltar al siguiente nivel. Todas son buenas jugadoras, pero no han alcanzado ese nivel superior. Pero todo es cíclico. Alguien va a ser número uno. Ash Barty es la número uno ahora, dos años seguidos, y es una gran embajadora del deporte. Y en general, creo que el deporte está en buena forma porque tenemos una nueva hornada, con Raducanu, Swiatek, Leylah Fernández y Badosa, dándolo todo aquí… Krejcikova en el Abierto de Francia que surge de la nada, y es la número tres del mundo. Tenemos a estas estrellas fugaces. Veremos si pueden mantener ese nivel, pero creo que el tenis femenino en general está en muy buena forma porque el potencial es fenomenal y es real. Y todas juegan muy buen tenis.
P. ¿Considera que en su época había más talento?
R. No lo sé. Creo que si Chris y yo jugáramos ahora, estaríamos en la cima como entonces. Tal vez jugaríamos de una forma un poco diferente, pero seguiríamos siendo constantes y llegaríamos a las finales la mayoría de las veces, creo, o a las semifinales como solíamos hacer, pero definitivamente es más competitivo ahora. Te exige mucho más tiempo. A los jugadores se les trata como a reyes, la verdad, mucho más que a nosotros. Pero, en general, creo que es una época diferente. Es muy difícil comparar generaciones y épocas.
P. Usted es una reconocida activista, ¿de dónde nace ese inconformismo, de su educación?
R. ¿El inconformismo? Cuando creces en un país comunista, tienes que comportarte de cierta manera. Esa es parte de la razón por la que dejé ese régimen, porque no podía lidiar con eso, así que siempre fui un poco rebelde, aunque no soy rebelde solo por ser rebelde. Si la norma tiene sentido, la sigo y si no lo tiene, la rompo. Soy una persona muy lógica y también una persona que se guía por la justicia. Creo que soy una inconformista y digo lo que pienso. Lucho por la justicia para todos, independientemente de lo que sean. Veo el color, veo el género, veo la orientación sexual, veo la religión, lo veo y lo respeto, pero juzgo a la persona por lo que es como ser humano y no por otra cosa. Seguiré luchando por los desvalidos el resto de mi vida. Soy así, está en mi ADN. No puedo evitarlo.
El deporte lleva mucho tiempo liderando el frente social, somos activistas de primera línea
P. Se dice que estamos más cerca de la igualdad en el deporte. ¿Es cierto o todavía estamos muy lejos y hay mucho sexismo?
R. Todo a la vez. Hemos avanzado mucho. “Hemos llegado lejos”, parafraseando el viejo eslogan de Virginia Slims, pero aún nos queda mucho camino por recorrer. El tenis femenino está abriendo camino en la lucha por la igualdad de las mujeres en todas partes, pero todavía hay demasiados países en los que las mujeres no tienen ni de lejos los mismos derechos: no pueden votar, no pueden conducir un coche, no pueden salir a correr en pantalón corto y camiseta. Las golpearían hasta hacerlas papilla… Y en la mayoría de las empresas todavía hay falta diversidad; sí, hay diversidad en todos los sectores, en el sentido de que tenemos todo tipo de religiones representadas, ya sea el presidente de un país o el primer ministro o el presidente de una empresa; el jefe de un periódico o el jefe de una empresa… Existe una gran diversificación en lo que respecta a la religión, el color, la orientación sexual. Todo eso está representado. Adivine lo que falta: mujeres. Tenemos diversidad, pero es toda del mismo sexo. La mayoría son hombres. Por eso lucho, para que haya más mujeres en puestos de poder, ya sea en la política, en los negocios o en los medios de comunicación.
P. ¿Queda mucho camino?
R. Los hombres seguirán recibiendo más atención, porque las empresas patrocinan a los hombres. En lo más alto suele haber un hombre la mayoría de las veces. Lo mismo ocurre con los medios de comunicación. En los periódicos, el redactor jefe de Deportes, el fotógrafo o el redactor siguen siendo en su mayoría hombres, por lo que es más probable que escriban sobre hombres y es más probable que den dinero a los hombres. Así que las mujeres realmente tienen que ganárselo. Así que todavía tenemos un largo camino que recorrer. Hay países, especialmente los países árabes, en los que jugar es difícil porque las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. Pero estamos intentando avanzar. Creo que el deporte lleva mucho tiempo liderando el frente social, rompiendo barreras e impulsando las cuestiones sociales. Eso es lo que estamos haciendo. Y una vez más, la igualdad en los premios de los grandes torneos… Serena Williams es una superestrella, pero los hombres siguen ganando más dinero. Lo intentamos. La WTA ha hecho un gran trabajo para las mujeres en la cancha y ha hecho un gran trabajo para las mujeres y las niñas en todo el mundo.
P. En este sentido, ¿deberían involucrarse más los deportistas? ¿Deberían hablar sobre todo tipo de cuestiones?
R. No tienen que hacerlo, pero lo hacen. La mayoría lo hace. Fíjese en Coco Gauff, que ha ido a una manifestación y ha pronunciado discursos increíbles, y ha asistido a eventos en nombre de la justicia social. Fíjese en lo que Naomi Osaka hizo hace un par de años, y de hecho fue al lugar en Minneapolis en el que George Floyd fue asesinado por el agente de policía. Deportistas que han llegado muy lejos como Mohammed Ali, la leyenda King... Los atletas han estado a la vanguardia de la justicia social. Hablamos porque queremos y hablamos porque tenemos la posibilidad de hacerlo. Y ahora con las redes sociales tienes una plataforma para hacerlo sin ningún tipo de filtro, lo cual es fantástico. Puedes publicar algo y hacer que las cosas cambien, incluso sin conocer jamás a esas personas o tener que ir tú mismo, así que el alcance es mucho mayor para todos, pero especialmente para los deportistas. Utilizan las redes sociales para el bien común. Muchos de ellos han creado sus propias organizaciones benéficas, fundaciones, etcétera. Creo que, en general, los deportistas son activistas de primera línea en todo el mundo, más que los actores o los cantantes famosos.
P. Entonces, ¿está satisfecha con la implicación?
R. Si me pregunta si podemos hacer más, desde luego. Y si me pregunta si hacemos mucho, la respuesta es sí. Fíjese en Colin Kaepernick. Perdió su trabajo porque se arrodilló mientras interpretaban el himno nacional. Es una mierda que tengas que poner tu carrera en peligro para pronunciarte sobre algo, pero él lo hizo y mi corazón está con él y con cualquiera que se la juegue de esa manera, tal vez en detrimento de su carrera. Creo que los deportistas en general ponen más de su parte que la media, en lo que se refiere a la justicia social.
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