Muguruza y Badosa, espejos de futuro
Como en su día Arantxa y Conchita, pueden ser referentes que muestren el camino hacia el éxito a las nuevas generaciones e impulsen el tenis
El tenis femenino español nos ha acostumbrado a creer que la victoria es posible. Hemos crecido con una mentalidad ganadora, apoyada en grandes referentes que nos han mostrado el camino. Las alegrías profesionales hacen que sea uno de los deportes más practicados en España, con una tradición bien arraigada en gran parte de los rincones del país.
Los éxitos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, iconos visibles en el tiempo moderno, fueron espejo para futuras gene...
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El tenis femenino español nos ha acostumbrado a creer que la victoria es posible. Hemos crecido con una mentalidad ganadora, apoyada en grandes referentes que nos han mostrado el camino. Las alegrías profesionales hacen que sea uno de los deportes más practicados en España, con una tradición bien arraigada en gran parte de los rincones del país.
Los éxitos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, iconos visibles en el tiempo moderno, fueron espejo para futuras generaciones. El poder de inspiración que tiene un atleta en la mente de los jóvenes es algo imparable. Gracias a ellas, el deporte obtuvo mucha popularidad, cada vez más tenistas veían posible dar el salto a la élite y se dispararon las licencias. A principios de los años 90, con ambas en activo, se alcanzó la mayor cifra histórica con más de 120.000 federados en España.
Sus triunfos en los Grand Slams, su presencia como número uno y dos del circuito WTA en modalidad individual y de dobles, medallas olímpicas y triunfos grupales como los cinco títulos de Copa Federación forjaron una cercanía enorme hacia nuestro deporte. Su esfuerzo ha sido un pilar fundamental para que posteriormente hayamos tenido más campeonas en las grandes figuras de Vivi Ruano, Anabel Medina o Garbiñe Muguruza.
Es importante ver los hechos atendiendo al contexto. Esta semana nos despertamos con dos tenistas españolas en el top-10 mundial, horas después de ver a dos de nuestras raquetas en el WTA Finals que cierra la temporada. Este torneo reúne a las ocho mejores tenistas y parejas del año, un estatus que se han ganado Garbiñe Muguruza y Paula Badosa en 2021. Ambas han hecho historia para el tenis español, representando a nuestro país y dejando el listón bien alto para los próximos años.
Aquí me gustaría puntualizar un detalle. Cuando la gente me habla de Garbiñe, suele destacarme su irregularidad en los campeonatos. Pero ella ha ganado títulos y jugado finales de Grand Slam, ha logrado ser maestra y ha alcanzado el número uno, quizá el hito que exige un mayor rendimiento sostenido en nuestro deporte. Eso no se consigue con una irregularidad profesional, sino con trabajo diario, constancia y un esfuerzo permanente.
Si Garbiñe es irregular, ¿qué seremos las demás tenistas? Es una de las mejores jugadoras de esta era y haremos bien en valorarlo a tiempo. Me gustaría que se empezara a reconocer todo lo que ha conseguido. No nos arrepintamos y se lo reconozcamos cuando termine su carrera, solamente cuando nos invada la nostalgia de lo vivido.
Otra figura que sigue los pasos de las grandes referentes es Paula Badosa. Este año ha demostrado su gran potencial, haciéndose un hueco entre las mejores del mundo. Su inmenso título en Indian Wells, su ascenso hasta el número ocho y el cierre de año en el top-10 le sitúan como uno de los nombres del momento. No tengamos prisa ni le exijamos cosas que todavía no tocan. Pongamos en valor cada paso y respetemos el camino del atleta. Estoy segura de que puede dar muchas alegrías al deporte español.
Conozco bien a ambas y me tranquiliza la ética de trabajo que siempre han transmitido. Ojalá consigan muchos éxitos en los próximos años, pongan al tenis español en buen lugar y, sobre todo, sepan disfrutar del camino. La meta siempre es importante, pero en el proceso están las experiencias y el aprendizaje. Son logros tan valiosos y duraderos como cualquier trofeo.
Me siento muy orgullosa de haber compartido grandes momentos a su lado. La responsabilidad que ahora tienen es un precioso regalo a su talento y su trabajo. Porque ya han conseguido algo muy valioso para las futuras generaciones: convertirse en el espejo al que un día miraron.
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