Estadio grande, ande o no ande
La remodelación de los campos o la construcción de nuevos recintos busca tener más palcos privados que ofrecen una rentabilidad muy superior a la venta de entradas
Mudarse de estadio o remozarlo de arriba a abajo puede ser cuestión de vida o muerte. Hay ejemplos de todo tipo. En la Liga, el Athletic ha construido un San Mamés de nueva planta y el Atlético de Madrid se ha trasladado al Metropolitano sin inmutarse: el Athletic sigue presumiendo más de hinchada que de palmarés y el Atlético hasta gana la Liga. En sentido contrario, el nuevo estadio del Valencia lleva 15 años en el limbo. El Espanyol, entre Pinto y Valdemoro, pasó primero del céntrico Sarrià al aislamiento en Montjuïc y luego al extrarradio de Barcelona, donde, por cierto, parece feliz.
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Mudarse de estadio o remozarlo de arriba a abajo puede ser cuestión de vida o muerte. Hay ejemplos de todo tipo. En la Liga, el Athletic ha construido un San Mamés de nueva planta y el Atlético de Madrid se ha trasladado al Metropolitano sin inmutarse: el Athletic sigue presumiendo más de hinchada que de palmarés y el Atlético hasta gana la Liga. En sentido contrario, el nuevo estadio del Valencia lleva 15 años en el limbo. El Espanyol, entre Pinto y Valdemoro, pasó primero del céntrico Sarrià al aislamiento en Montjuïc y luego al extrarradio de Barcelona, donde, por cierto, parece feliz.
Los dos grandes del fútbol español han elegido vías opuestas. El Real Madrid ya no compra tantos galácticos (o sea: ahorra para el nuevo Bernabéu) y ha tenido el golpe de suerte de que el exilio en Valdebebas coincidiera con los estadios vacíos por la covid. El Barcelona, en cambio, desperdició en salarios y en fichajes absurdos los años de vacas gordas y planea ahora doblar su endeudamiento (otros 1.500 millones de euros) para la renovación de un Camp Nou tan fotogénico como siempre pero tan en la ruina como el club. Si se aprueban esos planes, el Barça puede llegar a tener una deuda cercana al 400% de sus ingresos anuales. Por poner un ejemplo, la deuda pública de España, pandemia mediante, es del 122% del PIB...
Las mudanzas han deparado suerte desigual también en la Premier. El Arsenal vive un estancamiento perenne desde que en 2006 abandonó Highbury por el Emirates. El Tottenham tiene el estadio más moderno de la Premier pero su futuro inmediato parece tan triste como el de sus rivales del Norte de Londres. La paradoja es el West Ham, cuyos seguidores se enlutaron por Upton Park pero este año son el equipo de moda en el remozado estadio Olímpico de Londres, donde en noviembre mordió el polvo el Liverpool y este fin de semana le ha tocado al Chelsea, que el sábado llegó como líder y hoy es tercero.
La incertidumbre marca a otro equipo londinense, el Chelsea. Tras años de vacilaciones, el club decidió por fin transformar Stamford Bridge (40.834 asientos) en un nuevo estadio para 60.000 espectadores. Pero llegó una crisis política entre Reino Unido y Rusia. Y el Gobierno británico, que hasta entonces solo tenía parabienes para los oligarcas rusos, descubrió de repente que su dinero olía a podrido. Y a Roman Abramovich, el dueño del Chelsea, le negó la renovación del permiso de residencia. Él, que ahora entra y sale del país con pasaporte israelí en lugar de ruso, paralizó de inmediato los planes de un nuevo estadio.
También atraviesa problemas políticos el plan del Everton de cerrar el vetusto Goodison Park (39.414 asientos) y construir un nuevo estadio de casi 53.000 localidades en el muelle de Bramley-Moore. El club ha decidido seguir adelante con el proyecto a pesar de que la Unesco lo citó como una de las razones para retirar a Liverpool su condición de ciudad Patrimonio de la Humanidad.
La construcción de nuevos estadios o la remodelación de los actuales no tiene solo como objetivo aumentar su capacidad, sino tener más palcos privados que ofrecen una rentabilidad muy superior a la venta de entradas o abonos. Los palcos los alquilan millonarios, pero sobre todo empresas que quieren agasajar a invitados a los que impresionar con la experiencia no solo de ver un partido de fútbol desde un lugar privilegiado, sino de comer, beber y hablar de negocios o de la vida.
El Liverpool ya ha empezado las obras para aumentar las 53.395 localidades de Anfield a 60.000. Los Wolves quieren ampliar Molineux de 31.700 a 50.000. El Crystal Palace tiene permiso para que Selhurst Park crezca de 25.486 a 34.000. El Aston Villa ya puede transformar Villa Park de 42.785 a 50.000. El Leeds United tiene planes para ampliar Elland Road de 37.890 a 55.000. El City, en cambio, ha pospuesto su proyecto de expandir Etihad de 55.000 a 61.000 espectadores.
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