El año en el que Jon Rahm se hizo grande
El golfista vasco ha vivido de todo en 2021: la paternidad, la victoria en el US Open, perderse los Juegos por covid y asentarse en el número uno mundial
“Es la primera vez en mi vida que no quiero ver un palo de golf”. Cuánto, y qué intenso, ha tenido que pasar en este 2021 para que Jon Rahm, alguien que se define como “un enfermo” de su deporte, un joven de 27 años que devora su historia y sus mitos, que adora competir, haya acabado tan saturado. La respuesta habla por sí sola: el nacimiento de su primer hijo, la muerte por coronavirus de un amigo, la conquista de su primer grande, dos contagios por covid, la renuncia obligada a...
“Es la primera vez en mi vida que no quiero ver un palo de golf”. Cuánto, y qué intenso, ha tenido que pasar en este 2021 para que Jon Rahm, alguien que se define como “un enfermo” de su deporte, un joven de 27 años que devora su historia y sus mitos, que adora competir, haya acabado tan saturado. La respuesta habla por sí sola: el nacimiento de su primer hijo, la muerte por coronavirus de un amigo, la conquista de su primer grande, dos contagios por covid, la renuncia obligada a los Juegos Olímpicos, una derrota en la Ryder, la consolidación como número uno mundial, un abrumador seguimiento cuando ha jugado en España... Incluso para un golfista con una mente de acero como la del vasco de Barrika, el cóctel de emociones ha tenido demasiados ingredientes.
Rahm dijo basta después de no pasar el corte en el Masters de Valderrama a mediados de octubre. En casa, Rahm no fue Rahm, el majestuoso jugador que ha puesto en fila a la corte de estrellas estadounidenses en su propio terreno. Cuando llegó a España para disputar en dos semanas seguidas el Open nacional y el torneo andaluz, el chico descubrió el impacto de sus logros. Cuando salía del hotel a comer un pincho de tortilla y algo de jamón, el hombre que se fue a América siendo un adolescente que no sabía hablar inglés se sorprendió a su regreso al ver su cara por toda Madrid. Sobre todo le impresionó una enorme lona con su imagen que cubría la fachada de un edificio. Miles de personas acudieron a verle al Open, y aunque Rahm respondió de arranque con su juego, luego se desplomó, en la capital y en Valderrama. “La mente no me ha dado para más”, aceptó.
Hasta que se le fundieron los plomos, Rahm no se había bajado de la noria en todo el año. El 3 de abril nació Kepa Cahill, el primer hijo de Jon y su mujer, Kelley. Fue el día en que su Athletic perdió la final de Copa contra la Real Sociedad. Y en vísperas del Masters de Augusta, el grande que marca la cadena sucesiva del golf español: Seve, Olazabal, Sergio García... Pese a llegar sin apenas entrenamiento, el vasco fue quinto. Otro puesto de honor en la búsqueda de la chaqueta verde, aunque esta vez algo había cambiado para siempre. Rahm ya competía como papá. Su orden de prioridades había cambiado.
Lo notó cuando poco después, a principios de junio, tuvo que retirarse cuando estaba a punto de ganar el Memorial Tournament, el torneo de Jack Nicklaus, tras dar positivo por covid. Se le escapó un título que ya rozaba, líder con una gran ventaja, y tuvo que aislarse. Tanto como ese éxito esfumado le dolió no estar presente cuando sus padres conocieron a su nieto, aunque ya entonces asumió el mazazo con aplomo: “Esta es una de esas cosas que pasan en la vida, uno de esos momentos en los que la forma en que respondemos a un revés nos define como personas”.
La vida y la muerte
Sin dejar de ser el golfista volcánico que ha sido siempre, Rahm ha aprendido a canalizar en el campo esa tremenda energía anterior que en el pasado tenía más dificultades en controlar. El nacimiento de Kepa le ha servido además para relativizar el enfado tras una mala (o regular) vuelta de golf. Así, con esa paz interior, dio la campanada al ganar el US Open, su primer grande y a la vez la única conquista española en el abierto estadounidense. Justo cuando en el campo estaban sus padres y su hijo, justo en el campo de Torrey Pines, allí donde logró su primer torneo profesional, el Farmers Insurance Open de 2017, allí también donde se comprometió con Kelley. “Ha sido muy especial ganar con tres generaciones de Rahm en el campo”, dijo; “siempre me he creído lo que puedo conseguir. No es que sea una persona chula, es que sé de lo que soy capaz. Para los que sean como yo, que tienen esa rabia dentro, hay que ser quien eres en el campo de golf, pero que no te afecte a la persona que eres fuera. Ojalá hubiese entendido antes cómo cambiar. Ha pasado como tenía que pasar. El nacimiento de mi hijo me ha ayudado. Tengo esa rabia y esa competitividad, pero ahora soy más sereno en el campo. Un día te miras al espejo y notas el cambio. Yo no estoy orgulloso de muchas cosas que he hecho en el campo de golf, pero sin esos momentos no sería quien soy ahora”.
En el éxtasis del triunfo, Rahm se acordó de su amigo José Manuel Cortizas, periodista de El Correo fallecido en febrero por la covid a los 58 años: “Le hubiera encantado escribir esta historia”. La vida y la muerte en tan poco tiempo.
Asentado como número uno del mundo, trono en el que se ha asegurado acabar hasta final de año, la covid volvió a atacarle a punto de subir a un avión rumbo a los Juegos de Tokio. Un nuevo positivo le obligó a bajarse de un torneo que le hacía especial ilusión por el hecho de competir con España y al que otras estrellas habían renunciado por las complejidades de un calendario a rebosar. Fue el último palo, además de perder la Ryder con Europa ante Estados Unidos, antes de reventar en su vuelta a España.
El proceso de madurez de Rahm se refleja en su trabajo con su preparador mental, Joseba del Carmen. Aún manteniendo su relación, los contactos han sido este año menos frecuentes. Rahm se ha gestionado más a sí mismo. “Jon es un tipo supermaduro para su edad. Sabe lo que quiere, cuándo y cómo, y tener un hijo le ha despertado sensaciones que ha trasladado muy pronto al campo de golf”, explica Del Carmen. “Su madurez viene de hace tiempo. Confinamiento, un hijo... Tener familia impacta. Y encima todos esperaban de él que ganara un grande, que fuera el número uno. Hemos trabajado la frustración y la rabia. Jon es ganador, va a ser valiente, va a arriesgar. Ahora ha encontrado el punto y ha cuadrado todo. El ejemplo es cómo se enfrentó a dar positivo por covid, sin quejarse, dándole la vuelta desde la tranquilidad. Y todo siendo fiel a sí mismo, con carácter y con esa rabia suya. Eso lo ha usado para competir. Ha crecido mucho emocionalmente”, completa Del Carmen.
Para desconectar, a Rahm le gusta fregar los platos y los vasos temprano por la mañana. Cuanta más vajilla, mejor, cuenta. También se relaja escribiendo un diario. Las hojas de 2021 han sido las más intensas de su vida.
De la vuelta de Tiger a un Open Británico especial
Los cuatro grandes de 2021 dejaron escritas historias sorprendentes. Hideki Matsuyama se convirtió en el primer golfista asiático en ganar el Masters de Augusta y en el primer japonés con un major. Jon Rahm se hizo grande en el US Open, único español con el abierto estadounidense en su palmarés. Collin Morikawa celebró el Open Británico en su primera participación. Y el colofón llegó en el Campeonato de la PGA que Phil Mickelson abrochó a los 50 años para convertirse en el golfista de más edad en conquistar un torneo del Grand Slam. El listón está alto para un 2022 también repleto de alicientes. El primero será saber si Tiger Woods puede volver a competir al más alto nivel. Sus sueños vuelven a vestirse de verde en una posible participación en su jardín de Augusta en abril. Pero la gran cita señalada en rojo en el calendario será un Open Británico muy especial: el grande inglés cumple 150 años y lo celebrará en la mítica cuna de St. Andrews.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.