Iñaki y Nico Williams: “Si quieres ir rápido ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado. Eso somos nosotros”
Tras muchas vicisitudes desde que abandonara Ghana rumbo a un futuro mejor en España, la familia Williams ha cumplido un sueño, que Iñaki y Nico jueguen juntos en el Athletic. Aquí explican su historia personal al exseleccionador
Lezama crece en calidad y cantidad para el orgullo de los que la vieron nacer y expandirse y de los que ahora la disfrutan con el sueño de triunfar algún día en el Athletic. Allí, junto a las dos penúltimas perlas canteranas, los hermanos Williams, Iñaki (Bilbao, 27 años) y Nico (Pamplona, 19), se acomoda la leyenda de las leyendas, José Ángel Iribar, y los que sacan el día a día con muchas horas de ‘currelo’, como ellos dice...
Lezama crece en calidad y cantidad para el orgullo de los que la vieron nacer y expandirse y de los que ahora la disfrutan con el sueño de triunfar algún día en el Athletic. Allí, junto a las dos penúltimas perlas canteranas, los hermanos Williams, Iñaki (Bilbao, 27 años) y Nico (Pamplona, 19), se acomoda la leyenda de las leyendas, José Ángel Iribar, y los que sacan el día a día con muchas horas de ‘currelo’, como ellos dicen: Rafa Alkorta, Santi Urquiaga, el incombustible Blas Ziarreta, Ayarza, Patxi Salinas… Vicente del Bosque atiende las explicaciones del anfitrión, el presidente, Aitor Elizegi, mientras el entrenador, Marcelino García Toral, se deshace en elogios sobre las excelencias logísticas de su centro de trabajo y las joyas, Iñaki y Nico, se disponen a charlar con el exseleccionador con el mítico arco de San Mames como testigo estelar.
Vicente del Bosque. Quería tener esta charla con vosotros porque, además de vuestra dimensión futbolística, reflejáis una historia personal y humana. La sociedad necesita conocer ejemplos de superación como el de vuestra familia, y más después de veros el otro día en la Supercopa compartir con vuestra madre la felicidad del momento. Particularmente, tú, Iñaki, ofreciste una imagen impactante cuando le dijiste a Nico que se pusiera la medalla que se quitó tras ser caer con el Real Madrid.
Nico Williams. Aprendí una lección de mi hermano. No lo volveré a hacer en mi vida.
Iñaki Williams. Fue un orgullo para nosotros jugar una Supercopa a tantos kilómetros de distancia y que mi madre y mi familia pudieran estar allí, viendo a mi hermano marcar el gol de la remontada contra el Atlético que nos permitía estar en una final. Fue una emoción increíble que marcara Nico. Durante todos estos años más que de hermano mayor he tenido que ejercer mucho el rol de padre, intentando ayudarle, aconsejarle siempre, y lo he hecho encantado. Nuestro sueño fue siempre jugar juntos y vernos allí con nuestra madre, tan feliz, fue muy emocionante.
D. B. Vuestros padres, que se conocieron en un campo de refugiados, hicieron un gran sacrificio. Se conocieron en un campo de refugiados cerca de Acra, la capital de Ghana, y recorrieron todo África para tener una vida mejor y daros a vosotros también una vida mejor. María, tu madre, hizo ese viaje embarazada de ti.
I. W. Sí, y a los tres meses me tuvo. La casualidad o el destino quisieron que naciese aquí en Bilbao. Como dice ella, todo pasa por algo. No es fácil, no solo para mis padres sino para mucha gente que busca que busca un futuro mejor para sus hijos. La manera que tenemos nosotros de agradecerle lo que hicieron por nosotros es hacerles disfrutar ahora y que se sientan orgullosos de nosotros. Es como devolverles su sacrificio. Por eso la emoción de la Supercopa. Era saber de dónde veníamos y que ahora tengan trabajo, vivan bien, que toda la familia está acomodada. Nunca pensamos que podíamos llegar hasta aquí.
D. B. ¿Les pedisteis algún día que os contaran todo lo que pasaron hasta llegar aquí?
I. W. Ellos querían un futuro mejor para sus hijos, pero no sabían que iba a ser tan duro. Venían con la ignorancia de no saber lo que les esperaba por el camino hasta llegar a Melilla. Sufrieron muchísimo y muchos de los que venían en manada se quedaron atrás en el camino, tuvieron que enterrar a gente. Por suerte, gracias a Dios, el destino quiso que gente bondadosa les ayudara.
N. W. Primero se lo contaron todo a él porque al ser mayor podía comprender mejor las cosas. Luego me lo explicaron a mí. Contarle todo eso a un niño podría no haber sido bueno. No hubiera sabido cómo administrarlo. Cuando me fui haciendo mayor ya me contaron lo que está diciendo Iñaki. Siempre tuve la curiosidad de saber cómo vinieron. Debió ser muy duro. Ahora ves por televisión a la gente que llega de fuera y te lo imaginas.
D. B. Ni ellos ni vosotros habéis tenido nunca un problema de integración en Bilbao o Pamplona, donde también vivisteis.
I. W. Nunca. Siempre fuimos una familia trabajadora y ellos nos inculcaron el trabajo, el respeto. Nosotros hemos respetado a todos, sobre todo a la gente mayor. Trabajamos con humildad.
D. B. ¿Habéis vuelto alguna vez a Ghana? ¿Tenéis allí familia?
N. W. [Los dos al unísono, con orgullo]. Sí, sí… Yo era cadete todavía, hace tres años, y tengo ganas de volver este verano.
I. W. También estuve. Allí tenemos toda la familia. Ahora mi padre está allí de vacaciones. Los dos suelen ir cuando no hay partidos importantes. Tenemos muchas ganas de volver. De allí son nuestras raíces. Mis padres son los dos de Ghana, lo que pasa es que al llegar a España un abogado les dijo que si no rompían los papeles de Ghana les podían deportar a casa. Les recomendaron que dijeran que venían de Liberia, que era un país que estaba en guerra, y entonces les darían asilo político como refugiados, como así fue. Gracias a ese señor tuvieron la oportunidad de caer en Bilbao y tenerme a mí.
D. B. Os debéis de considerar ciudadanos del mundo.
I. W. Nuestra sangre es africana, es de Ghana, pero nos hemos criado aquí y tenemos la cultura y la tradición del País Vasco y de España. La gente, por cómo nos conoce y cómo nos comportamos, sabe que somos como cualquiera de nuestros compañeros.
D. B. ¿Estáis independizados ya los dos?
N. W. No, yo todavía tengo la suerte de vivir con mi madre y espero estar muchos años más en su casa. Como en casa no se está en ningún sitio. Mi hermano se fue un poco pronto, con 20 años, a vivir solo, pero yo no tengo muchas ganas de vivir solo.
D. B. ¿Os dais cuenta de lo que significáis para toda esa gente que llega a España buscando su futuro?
I. W. Mi llegada al primer equipo abrió muchas ventanas y puertas. No se había visto nunca que un negro estuviese en el primer equipo del Athletic y ahora somos dos, y, además, hermanos. La gente de fuera que llega y la gente que vive en España empatiza con nosotros. Sabe lo que nos ha costado, sabe que nadie nos ha regalado nada y mucha gente de Bilbao se siente orgullosa de nosotros.
D. B. Vuestra madre tiene una frase en su Instagram. “Si quieres ir rápido, ve solo; si quieres ir lejos, ve acompañado”. Parece que se refiere a vosotros. Esa frase yo la pondría en la entrada de vuestra casa.
I. W. De hecho, yo la tengo tatuada en el pecho. Es un proverbio africano que me gustó mucho cuando me lo dijo y es algo que acompaña a nuestra familia. Esos somos nosotros.
N. W. Yo todavía no la llevo tatuada, pero lo haré cuando llegue el momento. Por ahora solo tengo dos tatuajes. [Muestra el antebrazo derecho] Un león grande que es mi hermano y un cachorrillo que soy yo. Ya que me cuida tanto y tal… quería hacérmelo.
D. B. Todos los vestuarios y de todas las épocas son muy iguales. El del Real Madrid, el Barça, el Athletic… 25 chavales que quieren jugar y solo juegan once. Al final todos se tatúan, se peinan a su manera, se dejan barba…
I. W. ¿Y de tu época a ahora, crees que los vestuarios han cambiado mucho?
D. B. Creo que no. La esencia de un vestuario no debe de cambiar. Hay que ser buenos chavales. Si sois buenos os van a seguir a muerte, juguéis mal o bien. Si no, no os van a seguir. Oye, Nico: ¿Iñaki es muy severo contigo?
N. W. Bueno…
I. W. [Risas]Cuidado con lo que dices...
N. W. Sí, sí, a veces tiene buenas enganchadas conmigo porque me quiere llevar bastante recto. Sé que es bueno que me corrija, me queda mucho todavía por aprender. Puede que lo que más valoro sea su paciencia para ayudarme y aguantarme. Sé que a veces le saco de quicio. Pero le agradezco mucho todo lo que hace por mí.
D. B. Os lleváis ocho años. ¿Te fijabas en él desde pequeño?
N. W. Sí, y además en todos los aspectos. Es verdad que fue como un padre para mí. Me venía a buscar al colegio con mi bocadillo preparado y le estoy súper agradecido de todo lo que ha hecho por mí. El otro día fue algo especial, yo no he visto sufrir tanto a mi madre como Iñaki, pero sé que lo pasaron mal en el aspecto económico y humano y verla con las lágrimas, tan superorgullosa de nosotros, fue increíble.
D. B. ¿Todavía vive el padre Iñaki Mardones, que os ayudó tanto a la llegada a Bilbao de vuestros padres y por el que Iñaki se llama Iñaki?
I. W. Sí, ahora vive en Santander. Mantenemos el contacto. Es como uno más de la familia. Siempre que necesita algo ahí estamos para lo que sea.
D. B. He leído que cuando Nico era pequeño le acompañabas a sus partidos y te metías de árbitro.
I. W. Sí, y me daban diez euritos y así me ganaba la paga del fin de semana para poder ir con los amigos al cine o donde fuese. Tuve una infancia bastante buena. No he tenido los lujos que otros podían tener, pero disfruté mucho de estar todo el día jugando con el balón y eso no se cambia por nada.
D. B. Mejor jugar en el parque que no estar todo el día jugando con las maquinitas.
I. W. Sí, sí, de acuerdo. La infancia que están viviendo ahora los chavales es totalmente distinta de la mía. A ver si leen esta entrevista y se dan cuenta de que estar encerrado en casa no vale para nada.
D. B. Iñaki, llevas 217 partidos de Liga consecutivos, que es un récord histórico.
I. W. El tiempo pasa súper rápido. Debuté contra el Córdoba y nos ganaron 0-1. Jugué de inicio y en el descanso me cambiaron…
D. B. Yo estuve cedido en el Córdoba y una vez en San Mamés nos metieron cinco.
I. W. ¿Qué recuerdos tienes del San Mamés de aquella época, era duro jugar aquí?
D. B. Siempre que venías a Bilbao te podía pasar algo parecido entre los centros de Txetxu Rojo y los remates de cabeza de Uriarte. Ya había venido de chaval con las selecciones provinciales. Además, yo de pequeño, cuando vivía en Salamanca, era del Athletic…
N. W. De mi debut me acuerdo como si fuese ayer. Fue la temporada pasada contra el Valladolid. Comenzamos los dos en el banquillo y el entrenador [Marcelino] me sacó antes que a él. Se me hizo bastante extraño. Por un momento pensé que se había equivocado. Estaba súper nervioso, tocaba un balón y no sabía ni qué hacer con él. Iñaki, desde la banda, me gritó que saliese a por todas, que intentase hacerlo bien y, sobre todo, que disfrutase del momento.
I. W. ¿Y tú, Vicente, te acuerdas el día que debutaste en el Madrid?
D. B. Lo tengo muy oscuro. Fue en Granada. Entonces no existía el Castilla, como ahora vosotros tenéis el Bilbao Athletic. Cuando salíamos de juveniles nos mandaban cedidos. A mí, al Castellón y al Córdoba. Ya había jugado en Primera antes de llegar al primer equipo del Madrid. Lo que sí tuve la intención de ser futbolista desde que me fui de Salamanca con 16 años. No fue fácil para un tío que no había salido nunca de casa jugar en el Real Madrid, pero el club se comportó siempre muy bien conmigo en lo personal y en lo futbolístico. Aguanté once años como jugador profesional. Vosotros tenéis que estar como mínimo 15 años en el Athletic… salvo que os venga un equipo inglés y os lleve.
I. W. Como en casa, en ningún lado. Al final lo personal es lo más importante.
D. B. ¿Sois conscientes de lo que significáis para el Athletic?
I. W. Sí. El club nos ha ayudado muchísimo, nos ha hecho crecer como personas y como futbolistas y nosotros hemos ayudado al club en gran medida a globalizarlo dentro de la sociedad y hacer ver que los jugadores de raza negra pueden jugar en el Athletic. Estar nosotros aquí es representar lo que es África y ver que la gente se siente orgullosa de nosotros va a hacer que los chavales que están entrenándose en categorías inferiores piensen también que pueden jugar.
D. B. Iñaki, debutaste en la selección en 2016 contra Bosnia en Suiza. Sustituiste a Nolito.
I. W. Gracias a ti… que me llevaste. Casi metí un gol. Chuté, la sacó el portero y el rechace lo metió Pedrito. ¿Y por qué no me llevaste más? [Risas]
D. B. Quizá fuéramos un poco inmovilistas...
N. W. ¿Qué se siente al ganar un Mundial?
D. B. Cuando marcó Iniesta hice un gesto con los puños y siempre pienso que me excedí en la celebración. Que tenía que haber sido más prudente... Pero bueno, el jueves jugáis contra el Real Madrid en la Copa del Rey. Habéis perdido tres partidos consecutivos con ellos. ¿Cómo lo veis?
N. W. Hombre, es el Real Madrid. Será difícil ganarles, pero creo que a la cuarta va a ser la vencida.
Velocidad, técnica y “flojitos” de cabeza
Llega el momento de hablar de fútbol. Del uno y del otro. De sus cualidades y defectos. Cuando Vicente del Bosque pregunta si tienen muchas virtudes en común, Iñaki se adelanta. “Algo que nos caracteriza en el campo es la velocidad. Los dos estamos bien dotados e intentamos aprovecharlo. Técnicamente creo que Nico está más capacitado que yo. Él tiene mucha confianza con las dos piernas, le da igual una que otra. Yo estoy mejorando todavía con la izquierda”.
Nico se confiesa diestro mentiroso, aunque metiera el gol de la Supercopa con la izquierda. “Cuando encaro me da igual salir para un lado que para el otro. Tengo que darle las gracias a Iñaki porque cuando era pequeño me decía que utilizara mucho la izquierda y practiqué mucho. En el campo cuando jugamos juntos tengo la sensación de que nos entendemos muy bien. Cuando le veo con espacios sé dónde le tengo que dar el balón y sé cómo se mueve”.
Iñaki confiesa que ahora tiene una doble personalidad. “Su llegada al primer equipo me ha beneficiado. Tengo la sensación de que quiero hacerlo bien, pero también quiero que lo haga él. Sufro por él. Le priorizo antes que a mí. Estoy muy pendiente de él. Aprende rápido. Ha jugado todos los partidos esta temporada”.
Del Bosque les pregunta por el regate. Iñaki salta como un león. “Yo lo tengo mejor en carrera y él en distancias cortas”. Nico intuye la siguiente pregunta. “De cabeza somos bastante flojitos los dos… pero me ganas. Tengo que practicar”.
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