Bernardo Silva activa la trituradora de Guardiola
El volante del City protagoniza el vendaval que desmonta al Sporting antes del descanso (0-4) y deja prácticamente sentenciada la eliminatoria
Como la Thermomix, el Manchester City amasó, cortó, picó, mezcló y coció a fuego lento al Sporting de Portugal. Al público del Alvalade, engalanado para la ocasión, no le quedó más remedio que comerse el sapo, sentarse y esperar a que transcurriera la hora de luto que sucedió al 0-4 del primer tiempo. Una tormenta de acciones fulgurantes, casi todas definidas con éxito, casi todas presididas por el pequeño Bernardo Silva, jugador gigantesco, más grande que nunca de visita a la ciudad de su nacimiento y al campo del rival por partida doble en su condición de benfiquista de cuna.
El Sport...
Como la Thermomix, el Manchester City amasó, cortó, picó, mezcló y coció a fuego lento al Sporting de Portugal. Al público del Alvalade, engalanado para la ocasión, no le quedó más remedio que comerse el sapo, sentarse y esperar a que transcurriera la hora de luto que sucedió al 0-4 del primer tiempo. Una tormenta de acciones fulgurantes, casi todas definidas con éxito, casi todas presididas por el pequeño Bernardo Silva, jugador gigantesco, más grande que nunca de visita a la ciudad de su nacimiento y al campo del rival por partida doble en su condición de benfiquista de cuna.
El Sporting venía de ganar la Liga portuguesa por primera vez en 19 años. El pase a los octavos de la Champions suponía la consolidación de un proyecto nuevo. La fiesta, sin embargo, apenas se prolongó por espacio de siete minutos. Fue lo que se demoró el City en meter el primero tras una jugada que define la identidad del equipo de Guardiola.
El partido todavía no tenía dueño. Los equipos se tomaban las medidas cuando el City hiló una jugada aparentemente trivial que escondía un tesoro. Un procedimiento de una sutileza y una complejidad hoy en día inigualables. Mahrez amenazó con desbordar pegado a la raya derecha, jugó para De Bruyne en el medio y el belga abrió a su izquierda. Por allí se asomó Cancelo, el lateral, que sincronizado con Bernardo Silva le lanzó un balón al espacio por el carril del extremo. El lisboeta, que partió de la posición de interior, osciló en el filo del fuera de juego y rompió al vacío. Si su desmarque desestabilizó a toda la defensa, su pase al punto de penalti fue objeto del remate a bocajarro de Foden, el falso nueve. Adán sacó la mano y el rechace acabó en De Bruyne, que se había sumado a la avalancha hasta pisar la raya de fondo. Esta vez, el centro encontró a Mahrez y acabó en gol.
Sin delantero centro natural, el City ha hecho de la movilidad y el sentido del tiempo de sus interiores la herramienta de profundizar más potente del fútbol. Las carreras de De Bruyne y Bernardo Silva hacia el área rival parecen expresiones de una intuición superior. Son mucho más. Son la culminación de un trabajo exhaustivo de sincronización que ha durado años y que en Lisboa alcanzó una suerte de apoteosis.
El armazón del Sporting, sus tres centrales, sus dos pivotes, sus laterales laboriosos, se descompuso con estrépito a cada desmarque de los volantes visitantes. A los zagueros locales les resultó imposible tomar las marcas y el atinado Palhinha no supo a quién seguir según Sterling se alejaba de su zona para ir al mediocampo y en el espacio que abandonaba se colaba Bernardo Silva.
Pivotes agotados
El 0-2 prolongó la confusión del Sporting a la salida de un córner que el propio Bernardo Silva empalmó de aire, tras un despeje de la defensa. Para entonces, desde las tribunas de Alvalade se elevaba el Hey Jude, himno oficioso de los hinchas del City. Los hinchas expedicionarios no se bajaron de la nube. Si el Sporting escarbó en algún resquicio para equilibrar el marcador, tras algún error en la circulación visitante, la respuesta impecable, enérgica, de Laporte y Dias, descompuso cualquier posibilidad de rehabilitación.
Agotados de tanto meneo, Palhinha y Matheus Nunes, los pivotes del Sporting no llegaban a las basculaciones cuando De Bruyne tuvo tiempo de enviar un balón muy ventajoso a Mahrez. Dos filigranas del argelino habilitaron a Foden, que se coló por detrás del rígido Coates para meter el 0-3. Había transcurrido media hora y la eliminatoria comenzaba a resolverse definitivamente. Bernardo Silva se encargó de disipar dudas cuando hizo el 0-4 tras otro pase y otro desmarque de Sterling, autor de la asistencia.
El propio Sterling, tras el descanso, apuntó el 0-5 de un trámite cuyo segundo capítulo, el que se reserva para Manchester, parece totalmente innecesario.
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