Benzema es una época
Este jugador de 34 años que llegó al Madrid hace 13, siendo un crío, pasó por Stamford Bridge como Ronaldo pasó por Old Trafford hace casi dos décadas: dejando una vida escrita
Karim Benzema, un jugador fuera de serie, empezó a callar a Stamford Bridge cuando en su primera jugada descerrajó un taconazo limpio que hizo desaparecer a media plantilla del Chelsea, los que le perseguían y los que le miraban, y después de eso echó la manta sobre el público, lo durmió a cabezazos y, cuando ya la afición de Londres soñaba con él, le empezó a cantar la nana de los porteros, aquellos a los que aterroriza psicológicamente cuando se dirige a ellos, a veces con educación, para pedirles la cartera. ...
Karim Benzema, un jugador fuera de serie, empezó a callar a Stamford Bridge cuando en su primera jugada descerrajó un taconazo limpio que hizo desaparecer a media plantilla del Chelsea, los que le perseguían y los que le miraban, y después de eso echó la manta sobre el público, lo durmió a cabezazos y, cuando ya la afición de Londres soñaba con él, le empezó a cantar la nana de los porteros, aquellos a los que aterroriza psicológicamente cuando se dirige a ellos, a veces con educación, para pedirles la cartera. Fue una exhibición monstruosa, otra más, del delantero más determinante del fútbol mundial. Años y años mandando callar a parte de su afición en su propio estadio para terminar, recompensado, durmiendo a las aficiones contrarias.
Tiene 34 años y dosifica de tal manera su juego que de cada balón saca el último oro líquido de la Champions, la perversión habitual del Madrid. Del taconazo construyó una ocasión clarísima que Vinicius estrelló en el palo. El primer gol lo inventó de la nada, mandando correr al brasileño y rematando el centro con la puntería de los niños que juegan con un arma. Fue una obra maestra de seducción entre el maestro y el discípulo. Empiezan a jugar sin mirarse, a golear de memoria. Juegan con la ubicación en tiempo real puesta: no la del presente, sino la que les dice dónde va a estar cada uno dentro de tres segundos.
En el segundo gol se asomó Modric, que siempre termina descorriendo las cortinas en el borde del área, para poner un balón en el aire que Benzema colocó en maniobra milagrosa en un palo imposible que pareció poner alguien allí para que el 9 ajustase el tiro. Lo hizo porque no le quedaba más remedio. Este jugador de 34 años que llegó al Madrid hace 13, siendo un crío, está jugando como si una especie de designio divino le colocase en el lugar de la trama con el que los narradores desatascan la acción y levantan la historia para convertirla en leyenda. Se le ha buscado en todos estos años una definición para saber de qué jugaba, para quién jugaba y qué dorsal debería llevar; dilema resuelto: es una época. Una época impresionante del Madrid que empezó en 2009 con el primer desembarco de estrellas; sólo queda él en la alineación titular y no como cualquier cosa: como el mejor del planeta en su puesto. Firma en un mes dos tripletes consecutivos ante el PSG y el Chelsea en Champions League.
Pudo marcar el tercero al final de la primera parte, pero una pisada del defensa le desequilibró el disparo. Lo marcó más tarde, nada más empezar la segunda, cuando ya estaba dormido hasta el portero. Dejó ruta marcada en Londres, donde los fanáticos siguen siglos después el pasatiempo de buscar los escenarios de Jack el Destripador. En Stamford Bridge pueden organizar otra. Por aquí, donde nunca habían ganado los blancos, pasó Karim Benzema. Como Ronaldo pasó por Old Trafford hace casi veinte años. El nuevo Ronaldo, le dijeron cuando llegó. Pero era el viejo Benzema. Toda una época.
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