Simeone, otro plan sin rematar
El entrenador del Atlético volvió a plantear en Champions un partido defensivo, bajo un esquema 1-5-5-0, ante la superioridad del City con la pelota
El lunes, bajo una fina lluvia, los jugadores del Manchester City saltaron a uno de los campos de entrenamiento del complejo anexo al Etihad Stadium para realizar la última sesión preparatoria antes de enfrentarse al Atlético. No hubo un jugador de Guardiola que no pisara la hierba con un balón entre sus botas. Allí apareció lozano Phil Foden, haciendo virguerías, mientras Juanma Lillo, segundo del técnico catalán, invitaba a Riyad Mahrez a ser más preciso en los desplazamientos largos. Un par de horas más tarde, los fu...
El lunes, bajo una fina lluvia, los jugadores del Manchester City saltaron a uno de los campos de entrenamiento del complejo anexo al Etihad Stadium para realizar la última sesión preparatoria antes de enfrentarse al Atlético. No hubo un jugador de Guardiola que no pisara la hierba con un balón entre sus botas. Allí apareció lozano Phil Foden, haciendo virguerías, mientras Juanma Lillo, segundo del técnico catalán, invitaba a Riyad Mahrez a ser más preciso en los desplazamientos largos. Un par de horas más tarde, los futbolistas de Diego Pablo Simeone comparecieron en el Etihad y las conversaciones entre ellos presidieron los primeros minutos del entrenamiento.
Esas dos secuencias de la previa anticiparon lo que terminó por deparar el encuentro. Dos equipos que parecieron jugar a un deporte diferente por cómo se desenvolvieron con la herramienta que lo nuclea, la pelota. El City la quiso, el Atlético solo la pretendió para buscar contragolpes que apenas encontró. El plan de Simeone fue bien ejecutado en defensa, pero en ataque se quedó sin rematar. Ni un disparo a puerta registraron los rojiblancos. Como en el entrenamiento previo, el partido dejó imágenes reveladoras como ver a Koke como el futbolista más adelantado, a Felipe ejercer de punta de lanza en una conducción hasta el medio del campo sin nadie que le acompañara o al central Stones llevar la pelota hasta la frontal del área de Oblak sin que nadie le saliese al paso.
Cuando el austriaco Karl Rapan inventó para el Servette suizo el verrouj (cerrojo en francés) a mediados de los años 30 del siglo pasado, lo hizo imbuido por la inferioridad que detectó en el amateurismo de sus futbolistas frente a equipos técnicamente superiores. El martes, de alguna manera, Simeone entregó a sus jugadores a la superioridad del City cuando, pasados los primeros veinte minutos, ordenó a João Félix y a Griezmann que retrasaran sus posiciones para ocupar los flancos a la altura de Marcos Llorente, Koke y Kondogbia. Un par de incursiones de Cancelo por la derecha hicieron saltar el chivato a Simeone de que había llegado la hora de redoblar su defensivo plan. Por la mañana, el preparador argentino había decidido que Vrsaljko ocupara el carril derecho para que Marcos Llorente jugara en el centro del campo. Esto le permitió ordenar esa doble línea de cinco por delante de Oblak que tantas críticas ha levantado en Inglaterra –del tipo “futbol parásito”– y que tanto le costó desmontar al City.
“Jugar contra dos líneas de cinco es muy difícil encontrar espacios, yo recomendaría a todos los que nos digan algo en este partido que lo intenten en el campo de entrenamiento. La forma en que jugamos fue buena, porque no regalamos nada. Mantuvimos la calma y la paciencia. Tratas de buscar espacios, pero pierdes balones porque son muy compactos”, analizó De Bruyne, autor del gol a los 70 minutos en la primera jugada en la que su equipo pudo encontrar una rendija. La acción fue un palo para Simeone, que había detectado que el City comenzaba a desesperarse y desordenar su ataque, lo que favorecía las contras. Por ello, diez minutos antes había introducido a De Paul, Correa y Cunha. Fue su decisión más ofensiva de la noche, aunque no le resultó.
El 1-6-4-0 de Bucarest
No es la primera vez que Simeone plantea un partido de eliminatoria de Champions bajos esos términos de inferioridad. Lo hizo el curso pasado en el partido de ida de los octavos con el Chelsea, disputado en Bucarest como local por las restricciones del Covid-19. Si en el Etihad su pizarra admitió un 1-5-5-0 como táctica, en el estadio nacional de la capital rumana utilizó un 1-6-4-0. En ambos casos, al plan defensivo le faltó remate. Lo mismo le sucedió en Turín hace tres temporadas, cuando jugó a defender el 2-0 logrado en la ida y fue pasado por encima por la Juventus de Cristiano (3-0).
Ya en la previa, Simeone también había admitido la superioridad del City. “Tienen mejores jugadores que nosotros”, advirtió. Desde esa superioridad individual del equipo de Guardiola, el Cholo legitimó el cerrojo que diseñó para mantener viva la eliminatoria con vistas al encuentro de vuelta del próximo miércoles en el Metropolitano. El principal temor del técnico y de sus futbolistas ante la visita a un equipo tan sofisticado ofensivamente era regresar con una diferencia de goles abultada. Por ello, entre la expedición rojiblanca reinaba cierto alivio por sobrevivir a un rival al que creían capaz de endosarles un resultado insalvable en el encuentro de vuelta. Las apelaciones a que el ambiente del Metroplitano y un mejor juego ofensivo pueden darle la vuelta a la eliminatoria son predominantes en el Atlético. Todos saben que es la única manera de hacer bueno el trabajo defensivo realizado en Mánchester.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.