Jutglà raja al Atlético
El menudo delantero catalán lidera con una asistencia y un gol el destrozo del Brujas al equipo de Simeone (2-0), que no tuvo contundencia ni en las áreas ni con la pelota
”Jutglà, Jutglà”, retumbaba agudo en el graderío del estadio Jan Breydel de Brujas. El menudo delantero captado al Barcelona destrozó al Atlético con dos finas acciones que comprometen mucho la clasificación del equipo de Simeone y casi le descartan para liderar el grupo a nada que el equipo belga sume una victoria y un empate. Dirá esa corriente llamada cholismo, no sin razón, que la contundencia en las dos áreas dio la victoria al Brujas. Pero entre ambas áreas también exist...
”Jutglà, Jutglà”, retumbaba agudo en el graderío del estadio Jan Breydel de Brujas. El menudo delantero captado al Barcelona destrozó al Atlético con dos finas acciones que comprometen mucho la clasificación del equipo de Simeone y casi le descartan para liderar el grupo a nada que el equipo belga sume una victoria y un empate. Dirá esa corriente llamada cholismo, no sin razón, que la contundencia en las dos áreas dio la victoria al Brujas. Pero entre ambas áreas también existe otra contundencia, la de la pelota, la de pasarla bien y en eso, los futbolistas de Simeone dejaron mucho que desear durante varios tramos del encuentro. Al Atlético no le dio con diez minutos potables en los que pudo ponerse por delante en el marcador. Fue castigado por sus errores en las dos áreas, pero también porque fue un horror con la pelota, a la que la propuesta de su entrenador quiere poco y esta vez, además, mal.
En la jerarquía barrial ochentera, vestir con los colores de Holanda implicaba tener un manejo de la pelota cuando menos pintón para evitar escarnios burlones. Nada que ver con lo que ofrecieron los futbolistas de Simeone en el arranque del partido. Un aluvión de malos pases y pelotas perdidas que le entregaron al Brujas el gobierno del juego. Atrevido, respetando la misma historia con la que su hinchada acude entusiasmada a las noches europeas, el campeón belga comenzó al son de los bailes de cintura del canadiense Buchanan. A Reinildo le tocó digerirlos y a Oblak escuchar el silbido de sus centros que no encontraron rematador.
Plantado con un equipo corto en campo propio, en guardia para castigar cualquier despiste, el Atlético capeó como pudo la salida imponente del Brujas, que convirtió su presión en persecuciones individuales que atoraban a su encogido rival.
Tardó el equipo de Simeone en estabilizarse y en acomodarse a la posición de Griezmann como interior derecho. La segunda titularidad del galo en lo que va de curso fue a costa de Saúl y la de Carrasco de Cunha, que había presentado su candidatura a mantener la titularidad en Sevilla. El estado de forma del belga cuestiona si la oportunidad le llegó por jugar en tierra. El equipo no está para permitirse ser gestionado por su entrenador con ese tipo de guiños.
Fue Griezmann el que entendió que había que hacer circular la pelota de lado a lado para desmontar la presión del Brujas y encontrarle alguna debilidad. De la primera retahíla de pases decentes logró apurar el Atlético a Mignolet con un disparo de Carrasco. Y de descubrir que a la espalda del larguirucho Sylia había un desierto, primero Griezmann y después Morata exigieron a Mignolet. La del goleador español fue un mano a mano ganado por el meta belga. El alzamiento del Atlético se quebró con la lesión muscular de Marcos Llorente, reemplazado por Correa. Reapareció el Brujas e inició su estelar noche Jutglà. Hasta el momento había interve nido poco. Su primera aparición fue para colarse entre Savic y Giménez con una pared. Sentó a Molina y escorado, le devolvió el pase a Sowach para que lo empujara a puerta vacía.
La pegada que no había tenido el Atlético, la tuvo el Brujas, que se fue al descanso con ventaja en el marcador y la sensación de haber sido más ambicioso en su propuesta. El intervalo deparó otra mala noticia. Los futbolistas de Simeone se rompen día tras día. Giménez recayó de sus molestias musculares. Su enésima lesión obligó al técnico argentino a dar entrada a Kondogbia y devolver a Witsel al centro de la defensa. La confianza en Hermoso y Felipe parece estar bajo mínimos. Dio igual, Jutglà volvió a rajar a la defensa del Atlético por el centro con una volea a la que Oblak respondió con una mano prodigiosa. No perdonó a la segunda. Otra cuchillada en el eje defensivo del Atlético. Otro tuya-mía, este muy de fútbol-sala en el que Buchanan le dejó la pelota de cara para que batiera a Oblak por un rincón.
Picado en el orgullo y en la necesidad, Griezmann lideró el intento del Atlético de meterse de nuevo en el partido. Un penalti cometido sobre Cunha pudo abrir el duelo. Como aquel que tuvo en la final de la Champions de Milan lo tiró a romper y el destino fue el mismo, el larguero. No era el día del equipo Simeone, que dejó a João Félix para los diez minutos finales como último cambio. Demasiado tarde. El desastre se había producido antes.
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