Xabi Alonso disfruta de una goleada en su estreno en Leverkusen
El debut del técnico guipuzcoano en el Bayer acaba con su nuevo equipo fuera de los puestos de descenso que ocupaba tras haber ganado un partido de ocho en la Bundesliga. El Bayern se deja un empate ante el Dortmund en la última jugada del partido
“Desde el control tienen que pasar muchas cosas. Y generar el control requiere mucho trabajo”, marca como pauta Xabi Alonso, al que desde la perspectiva de su clarividencia como futbolista se le aguarda ahora como técnico en la élite. La expectativa se dispara en torno a un tipo que estuvo a las órdenes de Toshack, Luis Aragonés, Del Bosque, Benítez, Mourinho, An...
“Desde el control tienen que pasar muchas cosas. Y generar el control requiere mucho trabajo”, marca como pauta Xabi Alonso, al que desde la perspectiva de su clarividencia como futbolista se le aguarda ahora como técnico en la élite. La expectativa se dispara en torno a un tipo que estuvo a las órdenes de Toshack, Luis Aragonés, Del Bosque, Benítez, Mourinho, Ancelotti o Guardiola y que se embebió desde el fútbol norteño de los campos guipuzcoanos hasta llegar a leer el juego con una sofisticación que invita al Bayer Leverkusen a justificar su fichaje por su pátina de “modernidad”. El carisma de Alonso explica que buena parte de la mirada futbolera de este sábado estuviese puesta sobre el BayArena en un duelo de clásicos venidos a menos: el Bayer Leverkusen, que había ganado un partido de ocho en la Bundesliga, goleó (4-0) al Schalke 04, que a pesar de su heráldica a día de hoy es un flojo recién ascendido. El estreno fue un bálsamo para el nuevo entrenador.
Todo quedó sentenciado en tres cuartos de hora, o más bien en diez minutos, los que sirvieron para culminar la primera parte y empezar la segunda. Fue cuando el Bayer, dominador hasta entonces sin más profundidad que la que le dabe el hiperactivo Frimpong en el flanco derecho, encontró el camino de la portería rival. Maduró el partido el equipo de Leverkusen, que se armó sobre unos cimientos de tres centrales con mando para conducir la pelota y buscar superioridades desde el fondo, y encontró el triunfo cuando activó a sus talentos interiores, Diaby y Hudson-Odoi. El 3-4-2-1, con dos mediocentros y dos interiores, se modulaba sin balón con cinco hombres en la línea defensiva. El caso es que el Schalke tampoco les obligó mucho a activar ese plan. Diaby y Frimpong, dos veces, dejaron encarrilada con sus goles un triunfo que rubricó Paulinho sobre la hora.
“Estamos contentos. En apenas dos días no teníamos mucho tiempo, pero los jugadores entendieron lo que queremos y cómo queremos jugar e hicieron un partido muy completo”, valoró al final Alonso, que llega a Leverkusen con Sebas Parrilla, un técnico con el que se acopló cuando en el verano de 2018 se puso al frente del Infantil A del Real Madrid para concretar su habilitación como entrenador. Parrilla, con una trayectoria de 17 años en la casa blanca, se mudó para acompañar a su jefe en la siguiente experiencia en el filial de la Real Sociedad. Ahora también hizo las maletas para instalarse en Alemania. “Estos días les dimos a los jugadores algunos conceptos. Queda mucho camino y podemos mejorar mucho. Veo la calidad del equipo”, explicó Alonso, que ya hace tiempo que dejó de pensar como jugador. “Como futbolista tomas decisiones en el campo, como entrenador tratas de influir en el juego y ser parte de él, pero te quedas en la banda”, matizó tras su estreno en el BayArena.
Tiene mimbres el Bayer, que tiene abierta la opción de acceder a los octavos de finales de la Champions, con un duelo decisivo el miércoles en casa contra el Oporto. Pero ya ha dicho adiós a la Copa tras caer contra un rival de la tercera división y en la Bundesliga ocupaba puesto de descenso, un anatema para un equipo que llegó en 1979 a la élite del fútbol germano y no la ha abandonado desde entonces.
Con todo, también estamos ante un club que arrastra un cierto malditismo, el del Neverkusen que nunca gana y que solo alzó la Copa de la UEFA de 1988 que le birló al Espanyol en los penaltis tras una inopinada remontada y una Copa en 1993. No hay más en un palmarés chato y una sucesión de desastres cuando el éxito estuvo próximo. Ahora transitaba en puesto de descenso cuando le dio el pasaporte al suizo de origen gallego Gerardo Seoane y llamó a Alonso. El triunfo ante el Schalke le saca de la zona roja para enfocar la escalada.
El Bayern pierde dos puntos en la última jugada del partido
En la parte alta de la tabla, el Bayern sigue sin ofrecer la versión que se le supone al ganador de las diez últimas Bundesligas. En la novena jornada apenas ha ganado cuatro partidos, el quinto lo tuvo en la mano en Dortmund, donde a falta de poco más de un cuarto de hora mandaba 0-2, tras goles de Goretzka y Sané, y buscaba el tercero. Pero el Borussia entró en el partido con la aportación del novel Moukoko (17 años), acarició el empate en varias ocasiones y lo logró en la última jugada del partido con la firma de Modeste, un torpón trotamundos galo que llevó a Oliver Kahn casi hasta el colapso. El director general del Bayern se cayó de la silla con el enfado de ver como se fueron por el desagüe los dos puntos que iban a llevar a su equipo al liderato.
Bayern y Borussia son terceros con 16 puntos de 27 posibles y pueden verse distanciados en la jornada dominical por Unión Berlín y Friburgo, que comandan la tabla con 17 y visitan, respectivamente, a Stuttgart y Hertha, dos rivales que están en el fondo de la tabla.
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