El Mallorca desespera al Real Madrid
El jabato equipo de Aguirre supera a un conjunto blanco sin apenas recursos y ya a ocho puntos del Barça tras un partido áspero y con muchas guerrillas con Vinicius
De un partido áspero sacó petróleo el Mallorca, equipo jabato. Un encuentro con mucha lija, desesperante para el Real Madrid, extraviado en numerosas refriegas y sin más recurso que una batería de pelotazos al área en el tramo final. Un Real arrestado por un adversario gremial, con tonelaje, que se maneja como casi nadie en las barricadas. Y que tiene un jugador bandera: Muriqi. Él es el póster de este Mallorca. Opera en la periferia de cada meta, se exprime como un limón y no se march...
De un partido áspero sacó petróleo el Mallorca, equipo jabato. Un encuentro con mucha lija, desesperante para el Real Madrid, extraviado en numerosas refriegas y sin más recurso que una batería de pelotazos al área en el tramo final. Un Real arrestado por un adversario gremial, con tonelaje, que se maneja como casi nadie en las barricadas. Y que tiene un jugador bandera: Muriqi. Él es el póster de este Mallorca. Opera en la periferia de cada meta, se exprime como un limón y no se marchita jamás. Muriqui llevó al límite a Nacho en el único gol y Rajkovic frustró a Asensio desde el punto de penalti tras un nudo del portero serbio a Vinicius.
No dio con los remedios el grupo de Ancelotti. Un Madrid que en demasiados momentos se olvidó del fútbol y solo se acordó de Vinicius y sus cargantes asaltos con Maffeo, celoso comisario del brasileño. Mal asunto para el Real Madrid. Mejor para el pelotón de Javier Aguirre, al que le van los encuentros en combustión. Vinicius no recibió cornadas como la camorrista de Gabriel, pero su caso, atizado dentro y fuera del club, se ha convertido en un asunto de Estado. Bien lo sabía la hinchada bermellona, con silbatina perpetua al extremo blanco. Desquiciado, Vinicius se fue amonestado al descanso por un pisotón. Y bien pudo recibir mayor condena tras sus protestas rumbo a la tregua del intermedio. Terció Ceballos y el andaluz cargó con la tarjeta.
Más allá del particular duelo del brasileño con rivales, árbitro y público, al Madrid se lo vio fastidioso ante un duelo con tanto engorro: con viento, de sobremesa, fijado en medio de un calendario que atolondra a cualquiera y ante un adversario tan crudo como el Mallorca. Una cita minada para el campeón. Una jornada de caza mayor para los isleños. Al Madrid no le bastó ni con el menos forastero en Palma. Asensio perdió el pulso con Rajkovic en un penalti. Su tiro lo desvió, ágil y con manos firmes, el meta local.
De principio a fin, el partido fue subterráneo. Ni una carantoña a la pelota. La gente, unos y otros, por los suelos. Un avispero. Mucha gresca, mucha algarabía y poco, o nada, de fútbol. Todo macizo. Apenas un destello de Muriqi, jugador sin techo, de esos que brillan como pocos por los aires. Es la diana del Mallorca. Lo mismo gana combates celestes en rancho rival que en el propio. O en el medio campo. Ahí conquistó la pelota que derivó el tanto local. Dani Rodríguez le asistió, por las nubes, claro, y el kosovar quiso peinar el balón de espaldas a Lunin. No lo hizo él, sino Nacho, que con la coronilla puso en vuelo la pelota por encima del ucranio, relevo de última hora del lesionado Courtois, con molestias en el calentamiento. Un gol de Nacho provocado por Muriqi, que salió por la puerta grande de Son Moix.
Contra el Mallorca, nada peor que remar contra un gol. Es un conjunto que se blinda como pocos: 5-4-1. Lo mismo da que le falten sus centrales pretorianos (Valjent y Copete). Junta las líneas, cierra el embudo y deja a oscuras al contrario. Por ejemplo, al Real, forzados sus volantes a maniobrar casi siempre de espaldas a la portería ajena. Rodrygo, enjaulado entre los tres centuriones del eje bermellón, Vinicius con muchas guerrillas y Ceballos y Asensio también enchironados. Al Madrid le quedaba el recurso de los disparos lejanos. Máxime en el primer acto, con el incómodo viento a favor. Lo probaron sin suerte Rodrygo, Rüdiger, Asensio… nada de nada.
Intervino Ancelotti con la entrada de Kroos y Modric. Sin solución. Tampoco la tuvo el empeño de Alaba como lateral, ni la energía de Camavinga. Tan duro lo vio el preparador italiano que reclutó en las catacumbas a Mariano, al que se le fueron un par de ocasiones.
Al Real solo le quedaba poner la pelota en vuelo. Ahí también cerraba ya Muriqi, ariete y central, lo que usted quiera. Él se interpuso en un remate de Camavinga a última hora que presagiaba el empate.
Llegado el minuto 100, la zaga del Mallorca, o sea todo el equipo, se conjuraba cerca de Rajkovic, sacude que sacude los miles de centros visitantes. La banda sonora del equipo de Aguirre está en su propia área. Demasiado para el Real, a cuyo rescate acudió al final Ancelotti. Tutor de Vinicius, concluido el choque se llevó al brasileño para evitar males mayores. Poco antes, Raíllo, capitán local, le había sugerido con ironía al delantero que le besara el escudo mallorquinista. El Real debe evitar que Vinicius sea un caso perturbante para el propio Real. En Palma lo pagó y las cuentas de la Liga hoy le cuadran peor: a ocho puntos del Barça.
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