El Inter vuelve a los cuartos de Champions tras 12 años de abstinencia
El cuadro italiano sobrevive a O Dragão tras un partido plácido que explotó al final con dos remates al palo del Oporto y un balón salvado bajo palos
Un tricampeón de Europa vuelve a dejarse ver en los cuartos de final de la Champions tras doce años de abstinencia. Regresa el Inter y hay que darle valor a la Serie A italiana, que si el Nápoles supera su eliminatoria encarrilada contra el Eintracht colocará tres escuadras entre las ocho mejores de la máxima competición del continente.
El Inter sobrevivió a la electricidad de O Dragão y a la pujanza del Oporto, que se lanzó con más entusiasmo que talento a remontar ...
Un tricampeón de Europa vuelve a dejarse ver en los cuartos de final de la Champions tras doce años de abstinencia. Regresa el Inter y hay que darle valor a la Serie A italiana, que si el Nápoles supera su eliminatoria encarrilada contra el Eintracht colocará tres escuadras entre las ocho mejores de la máxima competición del continente.
El Inter sobrevivió a la electricidad de O Dragão y a la pujanza del Oporto, que se lanzó con más entusiasmo que talento a remontar el gol de Lukaku que le dio ventaja al Inter en la ida. En el arreón final de los siete minutos de prolongación el campeón luso remató dos veces al palo y forzó a Dumfries a sacar un balón bajo palos. En dos minutos creó el Oporto más ocasiones que en 92. Acumuló hombres ante la racanería del Inter, que estuvo en el alambre cuando antes había controlado el partido sin agobios.
Fue, eso sí, un partido pico y pala para los interistas. La pelota fue del Oporto, huérfano del hábil Otavio, expulsado en Milán, pero en el que Sergio Conceiçao dibujó sobre la pizarra un once para atacar, con Pepê, un extremo, en el lateral derecho. No le llegó. El Inter aplacó la situación desde el control de un ritmo de juego que quiso y consiguió rebajar. Apenas algún vaivén le incomodó, un intento lejano de Uribe o un disparo de Grujic que blocó Onana.
Plegado como estaba y afanado en descafeinar el partido, el Inter apenas se atrevió en explorar el campo del rival mientras contempló gustoso como el cronómetro jugaba en su favor. Sin ataque no había contraataque. Las excursiones ofensivas podían ser origen de problemas más que de soluciones, así que el temor se impuso a la audacia. El Oporto sólo desatascó el ataque posicional cuando corrió riesgos. Tardó en hacerlo. A veinte minutos del final, justo cuando Inzaghi llamó a Lukaku para suplir a Dzeko, Conceiçao juntó a dos delanteros en la corona del área. El murciano Toni Martínez entró para trabajar con Taremi y juntar todavía más al Inter, que se fajó para evitar que el balón llegase al área.
Le negó el cuadro italiano opciones de remate al Oporto hasta un final a cara o cruz con todo el arsenal ofensivo del cuadro luso sobre el campo, con tres delanteros en la frontal a la espera de un centro o un rechace salvador, faceta a la que se sumaron incluso los centrales. Llegaron las ocasiones y lo hicieron con tanta contundencia que la prórroga no hubiese sido un epílogo injusto. Con más empuje que fútbol cayó el Oporto, entusiasta, pero muy justito para manejarse a determinados niveles. Tampoco parece que al Inter le sobre.
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