Una foto junto a Seve que hizo llorar a Jon Rahm
El golfista vasco, número uno del mundo, comparte sus emociones después de ganar el Masters de Augusta, su segundo grande
Ocurrió el lunes, el día siguiente de ganar el Masters de Augusta, su segundo grande tras el US Open de 2021, la sexta chaqueta verde y el décimo título del Grand Slam para el golf español. Jon Rahm había caído derrotado por el cansancio y la tensión la noche anterior. Después de levantarse ese domingo antes de las cinco de la mañana, jugar 30 hoyos entre el final de la tercera jornada (aplazada por la lluvia) y toda la cuarta, atender la larga hilera de compromisos con...
Ocurrió el lunes, el día siguiente de ganar el Masters de Augusta, su segundo grande tras el US Open de 2021, la sexta chaqueta verde y el décimo título del Grand Slam para el golf español. Jon Rahm había caído derrotado por el cansancio y la tensión la noche anterior. Después de levantarse ese domingo antes de las cinco de la mañana, jugar 30 hoyos entre el final de la tercera jornada (aplazada por la lluvia) y toda la cuarta, atender la larga hilera de compromisos con la prensa y la organización, y compartir unos minutos en la intimidad con su padre, Edorta, su mujer, Kelley, y sus dos hijos, Kepa y Eneko, el golfista vasco apenas tuvo fuerzas para colgar la famosa chaqueta en el armario al llegar a casa y ser atrapado por el sueño.
“Mental y físicamente no podía más”, recordaba este martes el campeón de Barrika, de 28 años, en un encuentro digital con varios medios españoles; “dormí fatal por la adrenalina. A la mañana siguiente, sobre las ocho y media, todo me llegó. Estaba en la habitación con Kelley y vi un montaje fotográfico de Golf Digest, en el green del 18 Seve y yo dándonos la mano. Cuando vi esa foto, me llegó todo de golpe y empecé a llorar. Miré a Kelley, otra vez la foto, y cuando ella me miró de nuevo yo tenía lagrimones por todos lados por la emoción de lo que había pasado”.
Fue entonces cuando Rahm palpó la grandeza de lo que había conseguido, el cuarto español en ganar el Masters tras Seve (1980 y 1983), Olazabal (1994 y 1999) y Sergio García (2017). Nueve días después de coronarse en el museo de Augusta, y de cumplir con su palabra de jugar el RBC Heritage, cita del circuito americano en Carolina del Sur (fue 15º), así recuerda el número uno del mundo ese torrente de emociones.
La taquilla de Seve. “Augusta no es un sitio en el que se pueda pedir mucho y nos hagan caso. Tienen ciertas reglas. Después de ganar me llevaron al vestuario de los campeones y vi que Chema Olazabal y Sergio García están juntos en la taquilla y que Seve está con Schwartzel [sudafricano, campeón del Masters en 2011]. Les dije que sería un honor poder compartir la taquilla con Seve y que pongan a los españoles juntos. Pedí que mantuvieran la historia española unida”, contó Rahm.
El león de Barrika había compartido una ronda de entrenamientos con Olazabal y García antes del torneo, y el doble campeón de Hondarribia volvió a hablarle de Ballesteros. “Me contó que Seve al principio no tenía la técnica de swing de otros pero que para él era un juego, era un artista que veía huecos que nadie podía”, rememoró Rahm. El domingo que ganó, 9 de abril, Seve hubiera cumplido 66 años.
El Grand Slam. Cuatro victorias este año (Sentry, American Express, Genesis y Masters) han devuelto a Rahm al número uno del mundo, trono en el que acumula 48 semanas repartidas en varias etapas. Es ya el décimo golfista en la historia con más tiempo en lo más alto (la clasificación se creó en abril de 1986), y tiene a tiro las 61 semanas de su ídolo Ballesteros. Y por delante, muchos más retos. “Lo que he conseguido es increíble, pero esto es difícil y no será así siempre. El objetivo del año era ganar más de un torneo y un grande y ya lo he hecho. Solo Tiger, Spieth y Jason Day han ganado cinco torneos o más en un año con un grande incluido. En mi carrera he conseguido cosas que muchos creían que no podría. Yo siempre he creído que podía”, expresó.
¿Y si tuviera que elegir entre ganar el Campeonato de la PGA y ser el único español con esa corona, repetir en el US Open o triunfar en el Open Británico? “Sin ninguna duda, el Open, la cuna del golf. No hay torneo más grande con toda la tradición que tiene”.
Un golpe único. Si el Masters tiene firma, esa fue el segundo golpe en el hoyo 14 durante la última ronda. Ese hierro 8 con el que impactó a la bola desde 128 metros hasta la bandera es el que piensa entregar al Masters para seguir la tradición de que cada campeón aporte un palo especial a la colección de Augusta. “Si hay que decidir un golpe que me ganó el torneo, es el del 14. Estoy en el semirough, darle cierto efecto a la bola es complicado, tengo un árbol por medio y debo pegar a la izquierda de green. Solo tenía a mi favor era que el viento estaba en contra a la izquierda y no tenía que abrirla tanto. Fue un hierro 8 desde 128 metros. No podía irme largo. Si me quedo corto, doy el approach. Pegar el golpe y dejarla a un metro... fue el golpe del torneo, increíble. Creo que no se ha hablado bastante de lo grande que fue”.
Palabra de campeón. Rahm se había comprometido a principios de curso a disputar el RBC Heritage y cumplió pese al cansancio. Después de una primera jornada a remolque, remontó hasta acabar el torneo con un birdie en el 18 en medio de una enorme ovación de reconocimiento del público estadounidense. “Fue muy bonito ver el apoyo que tuve en Harbour Town. No es que no me apoyaran antes, pero esa semana fue especial. Me hicieron sentir como en casa, como cuando juego en España. El torneo fue difícil porque cada golpe, cada paso, me recordaba lo que había conseguido la semana anterior. Era difícil no acordarme de ciertos momentos y ciertas imágenes. También en el Masters me apoyaron mucho. Al principio de la cuarta ronda había gente que quería que ganara Brooks Koepka, un jugador de LIV [la Liga saudí] pero a partir del hoyo seis se volcaron conmigo y me recordaban a Seve”. La siguiente parada para el número uno será el Open de México, la próxima semana.
Sentirse invencible. Cuando su golf está al máximo de revoluciones, Rahm siente que nadie puede ganarle. Y esa misma sensación la experimentó en el Masters. “En las tres victorias anteriores de este año no diría que tuve mi mejor golf. Pero en Augusta sí me sentí muy cómodo, de lo mejor que me he sentido. Muy bien desde el tee, los hierros, el juego corto, el putt. Ese domingo sí me sentía cerca de ello, de sentir que no me podían ganar. Como competidor, no pienso en ello en el campo, tengo que prepararme para que mis rivales hagan lo mejor, pero sí estaba muy, muy cómodo. El golpe del 12, la salida del 13 y la salida del 17, esos golpes simbolizaron mi confianza”.
La paz con sus hijos. Rahm fue condecorado este martes con el Premio Nacional del Deporte al mejor atleta español masculino de 2021 (en categoría femenina ganó Alexia Putellas). El vasco no pudo acudir a Madrid, y el galardón lo recogió en su nombre su madre, Ángela Rodríguez. Sus padres, su mujer y sus hijos componen ese núcleo indestructible que al campeón le da la estabilidad y paz que le ayuda a relativizar lo que sucede en el campo. “La familia ayuda mucho. Desde enero vienen a todos los torneos. Ayuda a separar el golf de la vida normal. Cuando me despierto, estoy con los niños. Soy su padre, me lo paso muy bien y no pienso en el golf. Luego cuando vuelvo del campo a ellos les da igual si he jugado bien o mal. La familia me ayuda a cambiar mi enfoque rápidamente”.
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