Struff, la anomalía que desafía a Alcaraz
El tallo alemán, apeado en la fase previa del torneo, accedió al cuadro de Madrid gracias a una baja de última hora y amenaza con el servicio en la final (18.30)
Pocos, ni siquiera los más osados, podían imaginar que Jan-Lennard Struff sería el último escollo para Carlos Alcaraz en la final de Madrid, expectante el aficionado ante lo que puede acontecer este domingo (18.30, La 1 y Movistar) en la Caja Mágica. Ningún tenista ha logrado revalidar el título en la capital española, a excepción de Rafael Nadal, que lo consiguió entre 2013 y 2014, y ahora aspira a esa meta el actual número dos, lanzado esta temporada. En estado incan...
Pocos, ni siquiera los más osados, podían imaginar que Jan-Lennard Struff sería el último escollo para Carlos Alcaraz en la final de Madrid, expectante el aficionado ante lo que puede acontecer este domingo (18.30, La 1 y Movistar) en la Caja Mágica. Ningún tenista ha logrado revalidar el título en la capital española, a excepción de Rafael Nadal, que lo consiguió entre 2013 y 2014, y ahora aspira a esa meta el actual número dos, lanzado esta temporada. En estado incandescente, el murciano tiene a tiro su décimo trofeo en la élite, que a su vez equivaldría al cuarto de este curso y el séptimo sobre tierra batida. Crece, crece y crece.
“Poco a poco, voy dándome cuenta de que voy ganándome el respeto de los jugadores, de la gente que está en el circuito; me doy cuenta de que les va costando ganarme. Creo que, poco a poco, me lo voy ganando”, aprecia el de El Palmar, que enlaza 20 victorias en la arena española y ha logrado sortear con autoridad los obstáculos que se le han presentado de camino a la final, sin mayor apuro que un inicio trabado frente a Ruusuvuori y la exigencia momentánea de Khachanov. Como cierre, le toca un extraño pulso con Struff, torre alemana de 33 años que ocupa el 65º peldaño del ranking de la ATP. Buen jugador, un martillo al saque. Al mismo tiempo, una anomalía en toda regla.
Obligado por el ranking, Struff tuvo que jugar la fase clasificatoria del torneo, pero cedió a las puertas del cuadro principal y ya había tomado dirección al aeropuerto cuando de repente recibió una llamada de la organización, avisándole de que finalmente iba a ingresar por una baja de última hora. “¿Si podía imaginar esto? No, claro que no. Era mi cumpleaños y perdí, pero me llegó una segunda oportunidad… Así que sí, es una historia loca”, afirmaba tras vencer al ruso Aslan Karatsev —curiosamente, el tenista que lo había vencido en la fase previa— y citarse de esta forma con Alcaraz, el mismo al que batió hace dos años en Roland Garros y contra el que perdió al siguiente en Wimbledon.
“Ha ganado muchos partidos en España, pero creo que puedo ganarle. Tengo muchas ganas de jugar. El último fue muy intenso, y lo perdí por poco. Él ha cambiado mucho, tenía 18 años cuando jugamos en París, y ahora tiene muchas armas. Es muy completo. Saca, volea, juega desde la línea de fondo y tiene tiros muy duros, aparte de las dejadas… Es un gran deportista”, destaca el alemán, convertido en el primer lucky loser [en el argot tenístico, repescado en español] que disputará una final de un Masters 1000 desde la creación de la categoría, en 1990. Existen precedentes en torneos de menor rango —Mayer en Hamburgo (2017), Rublev en Umag (2017), Cecchinato en Budapest (2018) y Sonwoo Kwon en Adelaida-2 (2023)—, pero no en un mil.
Trazado maratoniano
Nadie contaba con él de entrada ni tampoco durante el desarrollo, dada la envergadura de algunos de sus rivales —Shelton (38º), Lajovic (40º), Tsitsipas (5º)— y la exigencia física de todos y cada uno de sus partidos. De camino a la final, Struff ha invertido 13h 02m, y solo bajó de las dos horas de duración en el estreno. Sin embargo, a fuerza de remar y remontar, se ha hecho un hueco en el episodio final; levantó los duelos ante Shelton, Lajovic y Karatsev, y en cinco de los seis compromisos tuvo que recurrir al tercer set para avanzar.
De repente, Struff. Apoyado en la fiabilidad de su saque –81 juegos de 88 con la iniciativa, 30 de 37 puntos de break salvados (81%) y 62 aces—, desafía ahora a Alcaraz. “Si juegas profundo y con bolas largas, es más difícil hacer dejadas. Pero creo que él tiene tanto talento que puede hacerlas desde cualquier sitio”, comenta sobre una de las grandes especialidades del chico. “En cualquier caso, siento que estoy preparado”, prolonga el alemán, un chopo de 1,93 que la temporada pasada se fracturó el dedo gordo del pie derecho, y que a raíz de eso fue cayendo en diversos problemas hasta descender al puesto 160. De nuevo a tono, va recuperando su espacio natural.
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