El Valencia envía al Espanyol a Segunda
El equipo de Baraja, que aún no está salvado matemáticamente, logra el empate en el minuto 93 y certifica el descenso del equipo blanquiazul a una jornada del final de la Liga
El Espanyol ya saboreaba la victoria. El partido estaba en el tiempo añadido y los de Luis García, que llegaban penúltimos en la clasificación, con la soga al cuello, veían que aún podían lograr una valiosa victoria en Mestalla que les daba esperanza. El Valencia, en cambio, veía que la amenaza del descenso, que aún sigue, se acentuaba. Era el minuto 93 y la afición blanquinegra sufría en otra tarde agónica, pero Samu Lino sacó un disparo colocado que valía el empate (2-2). El Valencia aún...
El Espanyol ya saboreaba la victoria. El partido estaba en el tiempo añadido y los de Luis García, que llegaban penúltimos en la clasificación, con la soga al cuello, veían que aún podían lograr una valiosa victoria en Mestalla que les daba esperanza. El Valencia, en cambio, veía que la amenaza del descenso, que aún sigue, se acentuaba. Era el minuto 93 y la afición blanquinegra sufría en otra tarde agónica, pero Samu Lino sacó un disparo colocado que valía el empate (2-2). El Valencia aún no está salvado pero sabe que en el Benito Villamarín, donde cerrará su peor temporada en este siglo, puede valerle incluso una derrota si los otros resultados le favorecen.
La victoria del Valencia en el famoso partido contra el Real Madrid había dejado al equipo de Rubén Baraja en una situación muy ventajosa para lograr la salvación y zanjar de una vez el sufrimiento que lleva arrastrando durante meses. Pero desde ese día se ha dedicado a desperdiciar su ventaja, a posponer el último paso. Primero con un encuentro con demasiada desidia en Son Moix y después, este domingo, sin saber tumbar a un endeble Espanyol que llegaba como penúltimo clasificado de la Liga.
El Valencia necesitó 38 minutos para validar su superioridad en el campo con un gol, el de Diego López, y tardó dos en perder su ventaja en el marcador. Dos minutos duró la felicidad de Mestalla. Se la arrebató César Montes, uno de los más destacados de la tarde, con un buen cabezazo en la portería de la grada desnuda, la que lleva el nombre de Mario Alberto Kempes y que se cerró por primera vez para cumplir los tres partidos de sanción por los insultos racistas a Vinicius.
Baraja decidió hacer un planteamiento inicial sin sus dos principales delanteros centro. Cavani y Hugo Duro empezaron en el banquillo, quizá para llevar la confusión a la línea de centrales del Espanyol o porque está harto por su falta de puntería. El Pipo ya hace tiempo que se ha rendido al talento de sus jóvenes canteranos, con Diego López, que lleva dos goles en tres partidos, y con Javi Guerra. El mediocentro, que tiene un maestro inmejorable en su entrenador, ha ido ganando peso en la jerarquía del equipo. Los galones le han llegado con naturalidad y buen fútbol. Los jóvenes son el andamio de este Valencia.
El Espanyol, con un repertorio ofensivo muy escueto, acabó reculando ante un Valencia intenso que iba generando ocasiones de gol, como una de Lato muy clara que acabó con el jugador estampándose contra el poste. Un accidente por el que tuvo que abandonar el campo minutos después. O la de Guerra, que golpeó en el cuerpo de Diakhaby, el defensa del Valencia que —dolido por lo que entiende una diferencia de trato respecto del que se ha dispensado a Vinicius— volvió a negarse a posar tras la pancarta contra el racismo.
El Espanyol salió más descarado tras el descanso. El empate le valía de poco. Sabía que tenía que intentar volver a marcar. Luis García apostó por Braithwaite en la segunda mitad y el delantero tardó muy poco en aprovechar un pésimo despeje de Mamardashvili para poner en ventaja a su equipo. La eficacia del conjunto catalán era insuperable: dos goles en dos remates.
La entrada de Samu Lino por Lato dejó a Kluivert en el centro del ataque del Valencia, la posición maldita esta temporada. El neerlandés pierde ahí su gran virtud, sus aceleraciones vertiginosas por las bandas. Estaba perdido sin un carril. Baraja intentó arreglar esta carencia metiendo a Hugo Duro, pero en Mestalla ya saben que los arietes tienen la mala costumbre de no marcar.
El Valencia, que se veía otra vez en una situación límite —ni el empate le valía para lograr la clasificación matemática— se dedicó a encajonar al Espanyol en su área. Pero faltaba lo de todo el curso, el gol. El conjunto catalán llegó a marcar un tercero, otra vez de Montes, pero el árbitro lo anuló por una falta del delantero que su equipo protestó airadamente. Mestalla no respiró hasta el minuto 93, cuando llegó el gol de Lino que sentenció al Espanyol.
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