Ion Izagirre se impone en la 12ª etapa del Tour de Francia

El ciclista guipuzcoano del Cofidis se apunta la segunda victoria española en esta edición de la ronda francesa, después de cinco años de sequía

Ion Izagirre durante la 12ª etapa del Tour de Francia, este jueves.THOMAS SAMSON (AFP)
Belleville en Beaujolais -

Que termine la locura. Que comience la magia. Que suene la música, ordena Titania, la reina de las hadas. Suena solemne, alegre, Mendelssohn. La Marcha Nupcial. Tres bodas se celebrarán. Tres veces sonará acelerada. A tutta, a tutta. Todos saben quién es su pareja. Tadej Pogacar, de blanco como las novias, y Jonas Vingegaard, de amarillo, se agarran y danzan a dos y no se sueltan de la mano todo el día; Mathieu van der Poel y Wout van Aert tontean delante, como todos los días de media montaña, las etapas para su baile señaladas. Se despistan. Se separan. Cada uno ataca 14 veces. Siempre...

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Que termine la locura. Que comience la magia. Que suene la música, ordena Titania, la reina de las hadas. Suena solemne, alegre, Mendelssohn. La Marcha Nupcial. Tres bodas se celebrarán. Tres veces sonará acelerada. A tutta, a tutta. Todos saben quién es su pareja. Tadej Pogacar, de blanco como las novias, y Jonas Vingegaard, de amarillo, se agarran y danzan a dos y no se sueltan de la mano todo el día; Mathieu van der Poel y Wout van Aert tontean delante, como todos los días de media montaña, las etapas para su baile señaladas. Se despistan. Se separan. Cada uno ataca 14 veces. Siempre en el peor momento. Solo, enloquece Mathieu y loco, caballo loco, sigue atacando sin destino. La última oportunidad de la semana vuela. Boda frustrada.

La tercera pareja que se avanza es la más extraña. La forman un filósofo normando que pedalea y un ciclista vasco que piensa. Uno junto a otro. Guillaume Martin y Ion Izagirre. Compañeros en el Cofidis, equipo francés al que habría que llamar en el Tour, quizás, Kofidis, tan vasco es, con Gorka Gerrikagoitia y Bingen Fernández de directores; con su francés Victor Lafay ganando en Donosti; con Izagirre, lanzado, y qué buenas piernas lucía en su hermosa Look, geométrica, Mondrian, que nunca usó el verde, finalmente, culminando lo que Laurent Jalabert, comentarista de la tele francesa, llamó, desbordante de alegría, “gran festival vasco”, una jai alai que Shakespeare, hace más de cuatro siglos, ya llamó El Sueño de una noche de verano.

El segundo gran festival particular de Izagirre en el Tour, escalador que ha hecho de la Itzulia su carrera favorita junto al GP Miguel Indurain en Estella, y que en el Tour de 2016, cuando corría en el Movistar, uno de la media docena de equipos –Caja Rural, Euskaltel, Bahrain, Astana, también—en los que ha corrido, ya ganó una gran etapa alpina, Joux Plane y descenso a Morzine. El año siguiente, en el prólogo del Tour en Dusseldorf en el que Valverde se partió la rodilla él se rompió dos vértebras. Varios meses de baja. Cambio de equipo. De nuevo fuerte como un toro.

Guillaume Martin, el escritor, el más intelectual de la pareja, racionaliza la magia del sueño de la noche más larga del año que Ion Izagirre, feliz como un niño, feliz como estaría su hija Iraia, que cumple cuatro años el mismo jueves, celebra tirándose cuatro veces del arito de plata que cuelga de su oreja derecha justo unos momentos antes de cruzar la meta en la bien llamada Belleville. “Hablé con ella esta mañana. Menuda coincidencia”, dice Izagirre, quien cuando Martin, él, habla de círculo virtuoso. Habla de su equipo, que llevaba 15 años sin ganar una etapa del Tour, y en 10 días ha ganado dos; e Izagirre añade que su victoria llega dos días después de la etapa de Pello Bilbao, “otro ciclista de casa”, dice, que cerraba cinco años de sequía española. “Que siga la fiesta”, anima Izagirre, quien se acuerda de su paisano, Txomin Perurena, muerto unas semanas antes del Tour, guipuzcoano de Ventas de Astigarraga, gran figura del ciclismo vasco y director en el primer equipo de la Fundación Euskadi, hace 30 años, la cantera de la que salieron Bilbao y el propio Izagirre, y tantos directores y entrenadores. “Yo creo que muchos no saben, sobre todo la gente joven, lo gran ciclista que fue y gran persona. Yo la verdad es que no tuve mucha oportunidad de conocerle”, dice el ganador de la etapa, que llegó al Euskaltel en la última época, la de Mikel Landa también. “Sabía de él por la radio y escucharle, y la gente que me contó las historias de él, que siempre era muy divertido. Y la verdad es que una pena perderle, pero bueno, sí, al final ya ves, son cosas de la vida”.

Clasificación de la etapa:

PosiciónCorredorEquipoTiempo
1Ion IzagirreCofidis3:51:42
2Mathieu BurgaudeauTotal Energies+58s
3Matteo JorgensonMovistar Team+58s
4Tiesj BenootJumbo-Visma+1:06s
5Tobias JohannenssenUno X-PRO+1:11s

Clasificación General:

PosiciónCorredorEquipoTiempo
1Jonas VingegaardJumbo-Visma50:30:23
2Tadej PogacarUAE Team Emirates+17s
3Jai HindleyBora-Hansgrohe+2:40s
4Carlos RodríguezIneos Grenadiers+4:22s
5Peio BilbaoBahrain Victorious+4:34s

El de Pello Bilbao, tanta emoción, fue otro día similar en las carreteras del Arverno antiguas, y sus altiplanos que dejan sin aliento, tan parecido su asfalto áspero al que cubre las rutas estrechas de los pueblos soleados de la comarca, ni un metro llano, carreteras solo acostumbradas a los tractores de los viticultores de las viñas del Beaujolais, y sus colinas, por las que Izagirre, guipuzcoano de Ormaiztegi, veterano del Tour y del ciclismo, de 34 años, todo cabeza y piernas, piensa y actúa. Forma parte de la fuga de 15 que tarda en formarse siglos y dolor de piernas y ataques sin aliento, y Pogacar y Vingegaard siempre por el medio, y se mueve supercontrolada. Ni Jumbo ni UAE quieren cargar con un trabajo excesivo la víspera de la montaña del Grand Colombier, donde Pogacar, que ya ganó allí en 2020, dice que quiere vestirse de amarillo, y que no le costará mucho desteñir a Vingegaard, solo 17s les separan. En la Croix de Montmain, la cuarta de las cinco colinas del día, Izagirre se descuelga. “Está cuit [muerto]”, analiza desde la moto de la tele Thomas Voeckler, que se equivoca. “Creí que lo de delante se habían ido solo para esprintar por los puntos de la montaña, pero siguieron”, dice Izagirre. “Y luego vi que se habían ido más delante todavía Van der Poel y Amador”. Y Voeckler, alucinado, y todos los que siguieron imantados por la acción su pedalada, observa y vocea cómo Izagirre, todo fuerza, revive. Alcanza al segundo grupo y sin parar se pone en cabeza y lleva a su Guillaume hasta el primero, y ascendiendo los últimos viñedos, los de Croix Rosier, no se conforma, y sigue. “Sentí bien las piernas”, dice, simplemente, el ciclista que piensa pero actúa, tanto talento, por puro instinto en los momentos decisivos. “Sin pensarlo siquiera ataqué y me vi solo, y cuando vi que hacía hueco y sabiendo que todo era descenso, casi 30 kilómetros, hasta meta, ya ni pensé en parar”.

Cuando tuvo un minuto de ventaja sobre un grupo en el que Martin hacía de stopper y desorganizaba cualquier intento de conjunción, solo pensó en cómo felicitar a su Iraia, tan tierna. Y para ella inventó, a su manera, un nuevo final del sueño feliz de una noche de verano.

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